lunes, 10 de agosto de 2009

Un corazón generoso y desprendido por amor

San Lorenzo mártir
2Cor. 9, 6-10
Sal. 111
Jn. 122. 24-26


No hay cosa más hermosa que un corazón generoso y desprendido. Es el primer pensamiento que se me ocurre al escuchar el texto que se nos ofrece hoy de la carta a los Corintios.
Hay quienes hacen las cosas simplemente por cumplimiento, porque hay que hacerlas. Tenemos que ser buenos y hacemos cosas buenas, pero que no me pidan demasiado, que yo ya le ayudé a esa persona, que yo ya he hecho muchas cosas… y así razonamos muchas veces de forma mezquina, aunque hagamos cosas buenas. Es que pareciera que hacemos las cosas por obligación. Y quien actúa así no será generoso nunca, sino que siempre estará poniendo o buscando límites o medidas.
El que tiene un corazón generoso nunca pondrá límites, sino que siempre está disponible para lo más. No mirará si gana o pierde con lo que hace, sino que su preocupación será hacer lo bueno, hacer el bien. Porque ésa es una tentación, medir, mirar lo que pierdo o lo que gano cuando hago algo por los demás.
Hoy nos dice san Pablo: ‘El que da de buena gana, lo ama Dios’. y en generosidad siempre nos gana Dios. Así nos dice a continuación: ‘El que proporciona semilla para sembrar y pan para comer, os proporcionará y aumentará la semilla, y multiplicará la cosecha de vuestra justicia’. No habla de cosechas con miras humanas. Nos habla de la cosecha de la justicia, de la caridad, del amor. Porque así se desborda el amor de Dios en nosotros.
Podemos conectar con lo que nos dice el Evangelio. ‘El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna’. Aunque queramos ser buenos, siempre aflora la tentación del egoísmo y de mirar por nosotros mismos. No queremos perder. Pero Jesús nos está diciendo el que pierde, ganará. Son las maravillas del evangelio que pueden parecernos contradictorias, pero que son de gran sabiduría, la Sabiduría de Dios.
No nos importe ser el grano de trigo que se entierra para que pueda germinar y dar fruto. Si queremos guardar el grano y no perderlo, porque queremos conservarlo bonito a nuestro lado, ese grano nunca dará fruto; más bien con el paso del tiempo se consumirá y ya no nos servirá para nada. ‘Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto’. Ha de enterrarse y perderse allá dentro de la tierra para produzca la nueva planta de la que brotará la generosa espiga, que ya no será un solo grano sino que serán muchos granos, será mucho fruto. Así con nuestra vida. ‘El que siempre tacañamente, tacañamente cosechará; y el que siembra generosamente, generosamente cosechará’.
Estamos haciéndonos esta reflexión a partir de los textos que la liturgia nos propone en este día de san Lorenzo. Se consumió en el fuego del amor.
Cuando hablamos de san Lorenzo pronto nos viene la imagen de la parrilla sobre la que fue quemado vivo. Pero si llegó a este grado de martirio, no fue cosa de un momento, sino de algo que había ido preparándose en su corazón. Era un corazón caldeado por el amor, encendido en el fuego del amor divino. San Lorenzo era diácono de la Iglesia de Roma, servidor. Su función era el servicio en la administración de los bienes de la Iglesia a favor de los pobres.
Cuando el emperador romano le pide que le traiga las riquezas de la Iglesia, la tradición nos habla de que llevó a los pobres de la comunidad y de Roma y los puso delante del emperador. ‘Estos son la riqueza de la Iglesia’. Aquellos pobres a quienes eran destinados los bienes que la comunidad compartía y que tan generosamente administraba san Lorenzo. Ahí en el fuego del amor de Dios a los demás había ido caldeando su corazón, consumiéndose de amor por Cristo, en el que el martirio no fue sino el momento culminante de aquella ofrenda viva de amor que él había hecho al Señor. Fue el sacrificio y la víctima de suave olor presentada al Señor, como nos decía ayer la carta a los Efesios.
¡Qué hermosa lección para nuestra vida! Que llenemos nuestro corazón de amor y generosidad, así estaremos siempre disponibles para más amar.

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