Una verdadera compasión en nuestra vida nos lleva siempre a actuar de inmediato, signo de la verdadera liberación que Jesús nos viene a ofrecer
Romanos 8,12-17; Salmo 67; Lucas 13,10-17
Está bien, le decimos a alguien que nos viene a contar un problema, una necesidad, pero yo ahora no puedo hacer nada, lo siento mucho, le decimos quizás mostrando compasión, pero vamos a dejarlo para mañana y veremos de encontrar alguna solución. Lo habremos hecho alguna vez, pero es lo que vemos muchas veces cuando alguien desde su pobreza o necesidad, desde los problemas que está padeciendo acude a una oficina, acude a una institución, acude a unos servicios llamados sociales, pero le dan largas, les dicen que es difícil, que tiene que traer no sé cuantas justificaciones y la persona se va con su pobreza, mientras aquel que tenía que atenderla sigue con sus rutinas, pero a él no le faltará un sueldo a final de jornada o a final de mes.
¿Dónde está la humanidad? ¿Dónde está la verdadera compasión? La compasión no puede ser como una emoción del momento, si no comenzamos a actuar en el mismo instante que conocemos la necesidad. Pero vamos por la vida demasiado insensibilizados, nos falta verdadera humanidad. Y cuesta encontrarla. Seguimos pensando demasiado en nosotros mismos, mientras nosotros tenemos la cama calentita, por decirlo de alguna manera. Nos cuesta romper esas corazas.
Jesús al llegar un sábado a la sinagoga – era el momento de la proclamación de la ley y los profetas y de la oración de la comunidad, y aprovechaba Jesús para hacer la lectura y hacer el anuncio del Reino de Dios – pero se encuentra con una mujer enferma. Sus dolores quizás la habían imposibilitado de tal manera que andaba siempre encorvada y no podía enderezarse de forma normal. Imaginemos dolores y sufrimientos, imaginemos sus consecuencias por las limitaciones que ello significaba para su vida y para su trabajo. Andamos cojos porque nos duele una rodilla o la cadera y qué pronto hoy buscamos la baja y que socialmente se nos ayude. En aquellos momentos significaba pobreza que podía llevar a situaciones extremas.
Allí donde hay dolor y sufrimiento está pronta la compasión de Jesús. La liberación del mal era la señal del Reino de Dios que Jesús anunciaba. Liberación significaba redimir a las personas de sus limitaciones y sufrimientos, como señal de la libertad verdadera que en el Reino de Dios vamos a encontrar. Jesús no podía cruzarse de brazos y decir que esperaba, porque además era sábado; y no es que el sábado estuvieran cerradas el despacho del médico o quien pudiera curarla, sino que había una limitaciones a las que se les había dando un tinte religioso por lo que no se podía hacer una curación el sábado, era un trabajo porque era sanar a alguien de su dolor o enfermedad.
Pero Jesús siempre compasivo y misericordioso como era el corazón de Dios venía también a ofrecernos la más profunda liberación. Y la compasión de Jesús le lleva a actuar al instante; llamando a aquella mujer la puso en medio de todos y la curó. Pero también otras muchas dependencias que nos imponemos los hombres que se convierten en esclavitudes. Como había anunciado en la sinagoga de Nazaret venía lleno del Espíritu divino para liberar al hombre de toda opresión; era la buena nueva que había que anunciar a los pobres, ‘los pobres son evangelizados’.
Aquel signo de Jesús en la curación de aquella mujer quería significar mucho, aunque no todos lo comprendieran. La gente se admiraba y daba gloria a Dios por las maravillas que se hacían, pero allá estaba el encargado de la sinagoga diciendo que vinieran otros día para curarse, porque había que guardar el descanso sabático.
¿Dejamos al animal que se ahogue en el pozo si cae en él un sábado o procuraremos sacarlo de inmediato? ¿Y qué hacemos con las personas? Sí, tenemos que seguir preguntándonos cómo de alguna forma Jesús les estaba dando a entender, ¿qué hacemos con las personas? ¿Serán más importantes las normas y los protocolos que la ayuda que le podamos prestar a alguien que está sufriendo? Si seguimos reflexionándolo nos daremos cuenta de muchas situaciones en que le damos más importancia a las cosas, a las reglas, a no sé cuántos ordenamientos que a las personas y la humanidad que tenemos que poner en nuestro trato. Que haya una verdadera compasión en nuestra vida que nos lleve siempre a actuar de inmediato.
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