viernes, 2 de mayo de 2025

Seamos capaces de ver las semillas que Dios van sembrando en nuestros corazones, germen del Reino de Dios y no excusa para nuestros intereses

 


Seamos capaces de ver las semillas que Dios van sembrando en nuestros corazones, germen del Reino de Dios y no excusa para nuestros intereses

Hechos, 5, 34-42; Sal. 26M Jn. 6, 1-15

Se suele decir que cada cual quiere arrimar el ascua a su sardina; la imagen de los codazos de los que están al lado de la parrilla queriendo que el mejor fuego, el mejor calor le llegue a la porción que cada cual está asando viene a expresar muy bien los codazos que nos damos en la vida para hacer que nuestras ideas prevalezcan, queramos decir que lo nuestro es lo mejor y seamos capaces de llegar a tergiversar lo que dicen o hacen los otros para aprovecharlo a favor nuestro; nos hacemos incluso manipuladores haciendo decir a los otros no lo que realmente piensan sino resaltando lo que puedan coincidir para darnos autoridad a nosotros mismos. Los que con verdadera autoridad moral nos hablan siempre están en peligro de ser mal interpretados, o aprovechar cualquier resquicio para arrimarlos a nuestras ideas.

Hoy vemos en el evangelio que tras aquel episodio que llamamos habitualmente de la multiplicación de los panes, al final la gente entusiasmada quieren hacerlo rey. Había unas ansias y sueños en la gente del pueblo y cierto movimiento generalizado en el deseo de la pronta venida del Mesías para verse liberados de la dominación de los romanos. ¿Ansias de la llegada de un auténtico Mesías? Se confundía lo que estaba anunciado por los profetas y estaba en la base de la fe del pueblo de Israel con esos resabios políticos de liberación de los poderes extranjeros. Son las confusiones que veremos a lo largo del evangelio en mucha gente con lo que piensan o esperan de Jesús. Hasta entre los mismos apóstoles había algunos que procedían de esos grupos llamados los celotes, pero también vemos las ansias de los hermanos Zebedeos por alcanzar los primeros puestos al lado del poder del Mesías.

Hoy la gente quiere hacerlo rey. ¿Han comprendido en verdad el significado de lo que Jesús ha hecho? Leamos con atención el evangelio y vemos que todo parte de ese corazón misericordioso y compasivo de Jesús. Allí estaba aquella multitud que seguía a Jesús por todas partes porque veía lo que hacía con los enfermos, comienza diciéndonos el evangelista. Jesús les habla, les enseña, les anuncia el Reino de Dios y no sabemos cuántas cosas les hablaría Jesús en aquel momento para moverles los corazones a que en verdad vivieran en el sentido del Reino de Dios que Él nos anunciaba.

Y Jesús se mueve a compasión al ver aquella multitud, que hasta se han olvidado de llevar suficientes provisiones a la hora de ponerse a seguir a Jesús. Y surge la cuestión de cómo alimentarlos; vemos el diálogo con los discípulos más cercanos, con los apóstoles. ‘¿Con qué compraremos panes para que coman estos?’

Pero Jesús sabía por qué se hacía esta pregunta. Estaba moviendo de alguna manera a los que le seguían más de cerca para no cruzarse de brazos, a no quedarse en la pasividad de que no hay nada que hacer. Hay que abrir caminos, hay que buscar soluciones, hay que aprovechar hasta lo más pequeño o que nos parezca insignificante porque puede ser principio de algo grande, como así sucedió entonces. Pero es Jesús que está despertando los corazones, queriendo despertar esperanzas pero también movernos al compromiso y a la acción. Son las semillas del Reino de Dios que quiere ir sembrando en nosotros. Fue su compasión y fue la disponibilidad lo que abrió nuevos caminos y toda la multitud pudo alimentarse.

Pero muchos no van a saber discernir esas semillas que Dios quiere sembrar en nuestros corazones, algunos quizás en su entusiasmo querrán aprovechar la oportunidad para sacar esos resabios de mesianismo que llevaban en sus corazones. Querían hacerle rey. ¿Una insurrección contra el poder establecido, un movimiento político arrancando de un Reino de Dios que Jesús anunciaba y que era otra cosa?

Cuidado que también nosotros nos queramos aprovechar de las semillas que Dios va sembrando en nuestro corazón para utilizarlo para nuestros intereses muy partidistas en ocasiones o muy egoístas e interesados otras veces. ¿Qué es lo que en verdad Dios va sembrando en nuestros corazones? ¿Qué es lo que tiene que ser el centro de nuestra vida? ¿Con qué sentido miramos algunas veces el actuar de la Iglesia?


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