domingo, 15 de diciembre de 2024

Unas nuevas expectativas en búsqueda de una auténtica navidad para sentir que Dios está en medio nuestro en este mundo convulso en que vivimos

 


Unas nuevas expectativas en búsqueda de una auténtica navidad para sentir que Dios está en medio nuestro en este mundo convulso en que vivimos

Sofonías 3, 14-18ª; Sal.: Is 12, 2-3; Filipenses 4, 4-7; Lucas 3, 10-18

En la vida siempre estamos a la expectativa de algo; salvo que vivamos de una forma pasiva, simplemente dejándonos arrastrar por lo que salga, siempre hay una inquietud de algo distinto, de algo mejor en el corazón. Malo es no tener expectativas, no tener esperanzas, que se nos hayan apagado las ilusiones. Una expectativa nos hace estar despiertos, porque la esperanza sería pobre si solo fuera algo pasivo.

Claro que no todos tienen las mismas expectativas. También es posible que nos confundamos y nos equivoquemos. Habrá cosas que nos ilusionan por su brillo, pero pronto quizás nos damos cuenta de que es hojarasca, que son oropeles, falsos oros. Nos podemos crear confusión, sobre todo desde las influencias externas que recibimos de acá para allá. Difícil mantener el equilibrio, pero es algo que tenemos que intentar, que necesita quizás un esfuerzo por nuestra parte, y algunas veces parece que no estamos por ese esfuerzo o por esa superación, sino de forma pasiva dejarnos arrastrar.

Miramos nuestra vida, miramos nuestro mundo, miramos la sociedad que nos ha tocado vivir o que entre todos hemos construido o estamos haciendo quizá cada uno queriendo tirar del ascua para su sardina, son muchos los intereses, son muchos los tira y afloja que vamos recibiendo de acá y de allá. Repito que nos cuesta mantener el equilibrio. Será en la forma como queremos la vida, las apetencias de felicidad que todos llevamos dentro, el desarrollo como personas que todos de alguna manera queremos, serán los sueños de algo superior o de cómo mejorar la vida, será el cansancio de la rutina que nos arrastra, será la insatisfacción de lo que contemplamos que otros hacen. Esperamos, quisiéramos, deseamos, buscamos… ¿cuáles son nuestras esperanzas?

Estamos envueltos por la vida con toda su problemática; como creyentes también vamos queriendo hacer un camino; tenemos unas costumbres o unas tradiciones religiosas también que van marcando el ritmo de la vida. En estos momentos estamos en la cercanía de la Navidad. Todo el mundo prepara la navidad, forma parte también de nuestras expectativas. Claro que tenemos que preguntar qué es lo que en verdad estamos preparando cuando decimos que preparamos la navidad.

Ahí están las carreras de compras en las que nos vemos envueltos, vemos los adornos con que vamos llenando nuestras calles, nuestras plazas, nuestras casas, vemos la cantinela de la lotería que ya comienza a escucharse aunque sea en anuncios, pasamos por el mercado y ya estamos pensando en lo que nos va a costar la comida de estas fiestas, suenan las músicas y los villancicos de navidad pero también tendríamos que fijarnos en lo que expresamos en esas músicas y en las letras que cantamos. ¿Qué es lo que predomina en todo eso? ¿Qué es lo que predomina en la preparación de la navidad?

Y es una pregunta seria que tendríamos que hacernos, ¿preparamos navidad o preparamos el nacimiento de Jesús? Lo malo sería que el protagonista principal lo dejemos fuera, no lo invitemos a esta fiesta, porque casi ni nos acordamos de lo que significó aquel momento. Como creyentes que queremos celebrar en verdad la navidad tenemos que hacer un parón, detenernos un poco a pensar. Es lo que para nosotros los creyentes ha de significar este tiempo de Adviento que estamos recorriendo, que es mucho más o algo bien distinto a hacer unas compras o poner unos adornos.

Para el creyente claro que es una gran fiesta para la que nos estamos preparando y todo tienen que ser alegría y es cierto que tienen que brotar los cantos y la música pero quizás –o sin quizás - también algo más. Lo vamos a mostrar en muchos signos de cercanía y de amistad con la familia y con los cercanos a nosotros. Pero ¿de donde tiene que arrancar?

Este domingo es llamado el de la alegría, porque así lo expresa la liturgia también, por la cercana navidad. ¿Cuál es el anuncio que nos llena de alegría? ‘Aquel día se dirá a Jerusalén: «¡No temas!, ¡Sión, no desfallezcas!» El Señor, tu Dios, está en medio de ti, valiente y salvador; se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta’. Así nos decía el profeta. ‘El Señor, tu Dios, está en medio de ti…’

Eso es la verdadera navidad. ¿No decimos Emmanuel? ¿Qué significa? ‘Dios con nosotros… Dios está en medio de ti’. No lo podemos olvidar. Es la razón de todo. Y si no llegamos a sentir que Dios está en medio de nosotros, es que no hemos entendido la navidad porque muchas fiestas, cantos, comidas y regalos que nos hagamos.

Y es que tenemos que escuchar con mucha atención el evangelio que hoy se nos ofrece. Nos dice que Juan el Bautista ‘con muchas exhortaciones anunciaba al pueblo el Evangelio’. Por eso también como aquellos que iban a escucharle allá en la orilla del Jordán también nosotros hemos de preguntar, ‘¿qué debemos hacer?’ Y Juan iba señalando de forma muy concreta a cada uno de ellos esas nuevas actitudes que debían tener en su vida.

Y habla de solidaridad y de compartir, habla de rectitud de vida y de responsabilidad, habla de pureza de corazón arrancando maldades y de buen espíritu para la convivencia con los demás; podríamos traducirlo en muchas cosas concretas para nuestra vida; miremos donde están nuestras flaquezas, los tropiezos que vamos teniendo en la convivencia con los demás, las posturas que tomamos en relación a los otros, la forma de vivir nuestras responsabilidades, las carencias que podemos tener en nuestra vida familiar, miremos con sinceridad nuestra vida e iremos encontrando la respuesta a esa pregunta que nos hacíamos.

Y cuando vayamos haciendo que todo eso sea distinto vamos a sentir una nueva paz en nuestro corazón que hará surgir una alegría verdadera; y cuando vayamos abriéndonos a los demás de una forma nueva teniendo nuevas actitudes estaremos abriendo las puertas del corazón para que Dios llegue a morar en él.

Entonces sentiremos al Emmanuel, entonces nos daremos cuenta que Dios está en medio nuestro, en este mundo tan complicado en el que vivimos y con tantos problemas, entonces habrá verdadera alegría de navidad a pesar de tantas sombras de tristeza y de sufrimiento que vemos alrededor, entonces todas esas cosas que hacemos no se quedaran en superficialidades de un día sino que serán comienzo de un nuevo día para nuestra vida. Se cumplirán unas nuevas expectativas para nuestro corazón. Necesitamos, el mundo necesita una nueva Navidad.

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