sábado, 28 de diciembre de 2024

La fiesta de los santos mártires inocentes ha de ser un grito a nuestra conciencia comenzar a amar y defender la vida y colaborar en todo lo que haga que haya más vida

 


La fiesta de los santos mártires inocentes ha de ser un grito a nuestra conciencia comenzar a amar y defender la vida y colaborar en todo lo que haga que haya más vida

Juan 1, 5 – 2, 2; Salmo 123; Mateo 2, 13-18

La ambición y el orgullo, la soberbia y la vanidad nos llevan siempre por caminos de sombras y de muerte; queremos sobresalir y nos dejamos envolver por las ansias de poder, aquello que pudiera empañar nuestra vanidad buscamos la manera de destruirlo porque no queremos que nada nos haga sombra, nos humilla la posible grandeza de los otros y trataremos de despreciar y minusvalorar todo lo bueno que haya en los demás o los destruimos de la manera que sea.

Es lo que hoy estamos contemplando en el texto del evangelio que se nos ofrece. El rey Herodes tuvo conocimiento con la llegada de los Magos de Oriente del nacimiento de un niño que podría hacer sombra a su reinado. Aquellos Magos hablaban del nacimiento de un Rey de los judíos y veía él entonces un peligro para su poder y su reinado. Con sus ardides de las que no tuvo resultado pretendía que los Magos le dijeran donde estaba aquel niño y se vio burlado. De ahí su reacción de mandar matar a todos los niños menores de dos años de Belén sus alrededores sembrando de muerte y de dolor aquellos campos de Belén.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron’, nos dirá el principio del evangelio de san Juan. Jesús iba a ser un signo de contradicción anunciaría el anciano Simeón en la presentación de Jesús en el templo, y de tal manera lo veremos a lo largo del Evangelio, y sigue siendo en el mundo de hoy el evangelio de Jesús. Mientras unos alaban y ensalzan las palabras y la vida de Jesús otros gritarán un día pidiendo su muerte; mientras hoy muchos intentamos seguir el camino de Jesús escuchando su evangelio, para muchos no tiene sentido ni significado lo que Jesús nos dice en el evangelio y tratarán de construir su vida en parámetros bien distante del sentido del evangelio, incluso tenemos que reconocer en algunos que quieren llamar cristianos o quieren realizar unas prácticas religiosas que llaman cristianas.

¿Cómo una tragedia de este tipo puede convertirse en motivo de fiesta para nosotros los cristianos? Por lo de signo que tiene para nosotros, el significado que siempre tuvo la sangre de los mártires, y como tales tenemos que ver a estos niños que incluso sin saberlo en su inocencia murieron por Jesús, y por el grito que puede significar para nuestra conciencia, incluso o más en el mundo de hoy, el dolor y el sufrimiento de tantos inocentes en las diferentes circunstancias de la vida.

En esa contradicción en que tantas veces nos encontramos en la vida, frente a tanto sufrimiento que encontramos a nuestro alrededor y del que algunas veces también con nuestras ambigüedades también podemos ser causa el evangelio tiene que despertarnos, una opción clara hemos de tomar en la vida y una cosa importante será siempre la defensa de la vida frente a tanta muerte como nos envuelve. No nos podemos quedar como insensibles con los brazos cruzados ante tantas cosas que llenan de sombras nuestra vida y nuestro mundo.

Tenemos que optar valientemente por unas actitudes nuevas en nuestros comportamientos y en nuestras mutuas relaciones; tenemos que sembrar de verdad semillas de luz con nuestro amor, con nuestra generosidad, con la solidaridad efectiva que vivimos con el sufrimiento de los que están a nuestro lado, con tantos gestos de vida que tenemos que ir dejando a nuestro paso para facilitar el encuentro y la buena convivencia entre todos, con esa mano tendida siempre para ayudar, para levantar, para mostrar nuestra confianza en las personas, con esa humildad que nos hace cercanos, que nos abaja de nuestros pedestales para saber caminar al lado de los sencillos, para valorar a los pequeños y ayudar a descubrir la grandeza de toda persona, sea quien sea, para nunca discriminar ni crear barreras.

Eso es poner vida, eso es defender la vida, eso es llenar de vida nuestro mundo. Algo que tenemos que cuidar, algo de lo que tenemos que dar valiente testimonio, reconociendo también que muchas veces hemos errado, siempre capaces de pedir perdón y recomenzar de nuevo.

 

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