domingo, 22 de septiembre de 2024

No pretendamos quedarnos callados, mirando para otro lado, son querer enterarnos, para hacer ‘nuestro’ camino que estaría muy lejos del camino de Jesús

 


No pretendamos quedarnos callados, mirando para otro lado, son querer enterarnos, para hacer ‘nuestro’ camino que estaría muy lejos del camino de Jesús

Sabiduría 2, 12. 17-20; Sal. 53; Santiago 3, 16–4, 3; Marcos 9, 30-37

Mejor no hacer preguntas. Alguna vez lo hemos pensado así. No nos queremos enterar; en ocasiones nos ponemos tan obtusos que se nos cierra la mente y por muy claro que nos expliquen las cosas, parece que no nos entran, no nos enteramos. En ocasiones no queremos preguntar, porque quizás luego nos vemos comprometidos; por eso mejor no saber nada, como tantas veces respondemos también escurriendo el bulto aunque nosotros sabemos como son las cosas, pero no quiero complicarme la vida.

¿No querían complicarse la vida los discípulos después de los anuncios que Jesús les iba haciendo? Es que se les venía abajo el castillo que se habían montado en su imaginación, con aquello de que Jesús podía ser el Mesías; era un estado posible de poder del que no querían desprenderse, ya sabemos la idea que tenían de lo que podía ser el Mesías y cuales eran los sueños de la mayoría; los discípulos no eran ajenos a aquellas pretensiones, algunos provenían quizás de grupúsculos procedentes de Galilea con sus afanes reivindicativos.

Jesús en esta ocasión se había tomado un aparte con los discípulos más cercanos - ¿aquellos doce que había elegido como apóstoles? – y los iba instruyendo al mismo tiempo que servía como un desahogo para Jesús, porque El era bien consciente de lo que iba a suceder en Jerusalén. Y es lo que les anuncia, preparando terreno, pero parece que el terreno de aquel camino estaba bien endurecido, siguiendo la parábola que un día les propusiera. ‘El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará’, les decía claramente pero ellos ‘no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle’.

Por eso mientras iban de camino, en los apartes de sus conversaciones, no paraban de discutir. Y aunque a ellos les pareciera que no, Jesús los iba escuchando, conocía bien cuales eran sus humanas ambiciones y la confusión que en sus mentes y en sus corazones existía. Por eso a la llegada a casa los coge aparte y les pregunta ‘¿De qué discutíais por el camino? Pero ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante’.

Jesús una vez más les hablará de hacerse los últimos y del servicio, aunque sus palabras pareciera que caían una vez más en saco roto. Por eso tomó un niño y los puso en medio para decirles que ‘el que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado’.

Acoger al pequeño, la imagen quería decir algo más que pensar solamente en un niño aunque también en aquella época eran poco considerados; es acoger al que parece que no vale, al que no es tenido en cuenta o que es rechazado por los demás, al que todo el mundo mira por sobre el hombre y el que es despreciado de todo el mundo, aquellos que no son bien recibidos porque parece que nos van a quitar un puesto en la mesa del banquete, aquellos que todos discriminan porque traen una historia detrás o porque vienen de donde vienen y ahí podemos poner todos los racismos que de nuevo están aflorando en nuestra sociedad, aquellos que nos parecen violentos y que creemos que no caben en nuestra sociedad, aquellos con los que no nos tratamos porque un día hicieron, porque piensan distinto a nosotros, porque tienen otro concepto de la vida…

Son tantos a los que vamos orillando en el camino de la vida. Y Jesús nos está diciendo cómo tenemos que acogerlos, porque cuando los acogemos a ellos es a Jesús a quien acogemos. ¿También nos dará miedo a nosotros preguntar quienes son esos pequeños? ¿También tememos preguntar hasta donde tenemos que ser servidores de los demás? ¿Seguiremos pretendiendo quedarnos callados, mirar hacia otro lado para no enterarnos y no comprometernos, y seguir haciendo ‘nuestro’ camino como si con nosotros nada tuviera que ver todo eso que nos está diciendo hoy Jesús? Quizás nos parezca más cómodo.  Si hacemos así, ¿creeremos que en verdad estamos haciendo el camino de Jesús?

 

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