miércoles, 28 de agosto de 2024

No tengamos miedo a mirarnos con sinceridad, a ir por la vida con la autenticidad también de nuestras debilidades, así manifestamos la grandeza de la gracia de Dios

 


No tengamos miedo a mirarnos con sinceridad, a ir por la vida con la autenticidad también de nuestras debilidades, así manifestamos la grandeza de la gracia de Dios

2 Tesalonicenses 3, 6-10. 16-18; Salmo 127; Mateo 23, 27-32

¿Dejamos que la gente nos conozca tal como somos? ¡Mira que echamos manos de maquillajes! Decimos con demasiada facilidad, y perdónenme ellas, que las mujeres usas muchos afeites en la cara para que no se note el paso de los años y hoy además con los adelantos que tenemos de cirugía plástica tantos arreglos de cosas de nuestro cuerpo que no nos gusta; pero no es solo cuestión de mujeres que todos caemos de una forma o de otra en las mismas cosas.

Pero claro, creo que tendríamos que referirnos a algo más; porque ya no se trata de que no vean algunas cicatrices en lo físico que nos va dejando el paso de los años, sino que tratamos de ocultar otras cicatrices, otros aspectos de nuestra personalidad que bien tratamos de disimular; reconozcámoslo, no nos gusta que nos conozcan como somos, , y también nos cubrimos con otras máscaras que nos den otra apariencia; y vienen las vanidades de la vida, vienen las apariencias y disimulos, viene todo eso que queremos tener bien guardado bajo llave en nuestros secretos porque no nos gustaría sentirnos desprestigiados – o eso pensamos – si llegaran a conocer como somos.

 Claro que no tenemos que ir contando a todo el mundo nuestros fallos o nuestros defectos, no tenemos que ponerlo en el tablón de anuncios para que todo el mundo lo sepa, pero siendo sinceros con nosotros mismos no nos podemos ocultar bajo apariencias que nos mantengan en el pedestal. Y es donde tenemos que ver y analizar lo que en verdad tiene que ser la autenticidad de la vida. Y para eso hemos de tener la sinceridad y la humildad de reconocernos a nosotros mismos.

No nos gustamos, es cierto, y tratamos de disimular, de disculparnos; para los demás tenemos pronto el juicio y la condena, para nosotros mismos siempre tenemos una disculpa. Por eso es necesario por comenzar por la humildad, por la sinceridad con nosotros mismos. Será lo que aun con nuestro pecado nos llevará al la mejor grandeza, porque aprenderemos lo que es la misericordia, la experimentaremos en nuestra vida. Y en consecuencia aprenderemos a ser misericordiosos también con los demás.

Hoy Jesús se pone duro y fuerte con los fariseos de su tiempo, por esa falta de humildad, por esas apariencias que quieren mantener, por esa imagen que quieren dar que no hace otra cosa que manifestar la falsedad de sus vidas. Por eso los llama sepulcros blanqueados, por fuera muy bonitos, pero que sabemos que dentro está la podredumbre.

Pero como siempre nos decimos cuando escuchamos el evangelio, este evangelio es palabra de Dios hoy para mi, es buena noticia para mi vida si sabemos escucharla, si damos respuesta a las palabras y a la invitación de Jesús. Somos nosotros los primeros que tenemos que sentirnos interrogados, es el espejo en el que tenemos que vernos la vida, aunque lo que se refleje en nosotros en principio no nos guste, salgamos feos en la fotografía, pero es una invitación a dar esa respuesta, a buscar esa autenticidad, a vivir con esa sinceridad en la que también nos sentimos pecadores.

Pero la gracia de Dios nos transforma, nos hace hombres nuevos si nosotros nos dejamos hacer. No tengamos miedo a mirarnos con sinceridad, vayamos por la vida con la autenticidad también de nuestras debilidades, porque estamos manifestando también lo que es la grandeza de la gracia de Dios que nos transforma, y que a través de nosotros aunque no seamos tan santos Dios sigue haciendo maravillas en nuestro mundo. Estaremos dando gloria a Dios porque nos hemos dejado envolver por su misericordia que nos hace tener también actitudes nuevas para con los demás.

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