lunes, 6 de mayo de 2024

Que sea en verdad el Espíritu Santo el que guíe nuestra vida y tenemos la seguridad de alcanzar la meta que Jesús nos ofrece

 


Que sea en verdad el Espíritu Santo el que guíe nuestra vida y tenemos la seguridad de alcanzar la meta que Jesús nos ofrece

Hechos de los apóstoles 16, 11-15; Salmo 149; Juan 15, 26 — 16, 4a

Nos lo habían dicho y no nos lo habíamos creído.  Alguna vez nos habremos hecho este comentario, agradeciendo a aquella persona buena que nos predijo lo que nos había de suceder aunque entonces no le hicimos mucho caso. Siempre hay personas que tienen como visión de futuro, o que desde su experiencia saben lo que suele suceder, quienes saben hacer una lectura crítica de la vida y aunque ahora podamos ver muchos triunfos o muchas cosas que nos parecen bien saben que eso va a cambiar, que nos podremos encontrar con situaciones bastante diferentes. Pero aquello que nos dijeron nos hace ahora sentirnos más seguros, parece como si una presencia invisible está con nosotros.

Es lo que Jesús está haciendo con sus discípulos, está haciendo con nosotros. Nos da la confianza de que no estaremos solos. Con nosotros estará la fuerza de su Espíritu. Nos lo ha prometido muchas veces. ‘Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo’. Podemos sentirnos seguros, podremos dar nuestro testimonio con toda valentía. Aunque a veces parece que aflojamos, que se nos turbia la vista, que nos entran de nuevo miedos y cobardías, que nos pueden los cansancios.

Pero no podemos sentirnos confundidos, tenemos que sacar a flote toda nuestra fuerza interior, que no es solo nuestra buena voluntad, sino el Espíritu que va creciendo dentro de nosotros y dándonos fortaleza, la valentía que necesitamos. Porque nos encontramos muchas veces en encrucijadas en las que no sabemos que hacer, qué postura tomar, en confusiones que el espíritu del mal va también metiendo dentro de nosotros haciendo aflorar esas desconfianzas y dudas.

Jesús nos ha hablado claro y no siempre queremos entender. No es cuestión de tomarnos las cosas al pie de la letra con radicalismos que a nada nos llevan, pero sí saber leer esos acontecimientos con que nos vamos encontrando y que son de los que nos ha hablado Jesús. ‘Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí’.

Los primeros cristianos vivieron eso en la oposición que de los mismos judíos recibieron. Pero esto tenemos que traspasarlo a las situaciones que vivimos hoy día, en las incomprensiones de cuantos nos rodean, muchas veces de los más cercanos que no entienden nuestra fe, que no entienden nuestros compromisos con la iglesia o con los demás. Pero es el ambiente del mundo en que vivimos donde se va perdiendo el sentido de lo religioso, donde lo que les suene a cristiano, a Cristo, a la Iglesia no les dice nada, porque lo ven quizás como algo trasnochado. Es ese mundo que presenta otros valores, otras maneras de entender la vida y que muchas veces nos confunden porque todo nos parece bueno.

Y es ahí donde tenemos que en verdad fortalecernos por dentro, sentir cómo el Espíritu del Señor actuar en nuestro corazón y nos hace ver la realidad y la bondad del Evangelio de Jesús del que no podemos desertar, que no podemos abandonar. Habrá momentos en que nos sentimos quizás confusos por dentro porque haya cosas que no nos convencen, haya ejemplos que no son buenos, haya decisiones que nos cuesta aceptar, pero tenemos que abrir nuestro corazón al Espíritu para que El sea quien en verdad nos guíe y nos fortalezca, nos lleve a ahondar cada vez más en nuestra fe y prepararnos mejor para poder dar respuesta a tantos interrogantes que el mismo mundo nos presenta.

Que sea en verdad el Espíritu Santo el que guíe nuestra vida y tenemos la seguridad de alcanzar la meta que Jesús nos ofrece. ‘Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho’,  nos dice hoy Jesús.

 

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