sábado, 4 de mayo de 2024

Nos convertimos como Jesús, en signos de contradicción en medio del mundo, normal es que no todos nos entiendan, nosotros sabemos cuales son nuestras metas y caminos

 


Nos convertimos como Jesús, en signos de contradicción en medio del mundo, normal es que no todos nos entiendan, nosotros sabemos cuales son nuestras metas y caminos

Hechos de los apóstoles 16, 1-10; Salmo 99; Juan 15, 18-21

Si lo que yo quiero es bueno, no quiero hacer daño a nadie sino que más gasto mi tiempo en los demás, ¿por qué me quieren tan mal? ¿Por qué esas envidias y zancadillas que me voy encontrando por todas partes?

Son cosas que algunas veces piensan las personas que trabajan por los demás, que viven, por ejemplo, un compromiso social intenso y lo que tratan siempre es de arreglar las cosas, que todo vaya mejor; pero siempre hay quien quiere meter la zancadilla, siempre habrá personas que desconfían de todo y ya están pensando de esa persona que hace por los demás que algunos intereses ocultos tendrá, que alguna tajada se sacará de todo eso.

Es el frente de la malicia que siempre va a la contra de la bondad; es el rechazo que tenemos ante todo lo que nos venga del otro, y nos cuesta aceptar su buena voluntad, sus trabajos desinteresados. Claro que quien está sufriendo ese acoso después de lo que intenta hacer por los demás sienten que se le socavan los cimientos y parece que se siente solo y sin fuerzas. Cuántas veces que después de unos años dedicándose así a los demás terminan quemados, y al final arrojan también la toalla y no quieren seguir metidos en conflictos.

Es necesario tener una gran fortaleza interior, estar preparado para cuando nos puede sobrevenir, sentir los apoyos necesarios, quizás empezando por la familia – que algunas veces se vuelve también detractora de lo que hacemos -, apoyo de quienes le rodean, o de quien le ha confiado la misión que se ha puesto en sus manos. Sentimos a veces esa debilidad interior.

Jesús nos está hoy preparando, como iba preparando al grupo de los discípulos que tenía más cerca de sí, con ese tenerles a su lado, con esas enseñanzas que de manera especial tenía para ellos, con esos momentos en que los llevaba solos a algún lugar. ¿Unas vacaciones espirituales? ¿Unos retiros espirituales? Jesús vemos que los practicaba con ellos, aunque entonces no les dieran esos nombres, que con el paso del tiempo nosotros nos hemos dado a esas situaciones. Jesús también habla para todos los que quieran seguirle, para que comprendan que el camino no es de rosas, porque en medio nos podemos encontrar muchas espinas.

Y Jesús les dice que miren lo que han hecho con El, y que ‘el discípulo no es mayor que su maestro’. No hay mejor preparación que tener claro el camino que vamos a emprender, las dificultades y obstáculos que podemos encontrar, las persecuciones incluso que se desatarán contra nosotros. ¿Qué estoy haciendo de malo? Nos preguntábamos al principio cuando nos plateábamos el tema, y veíamos que queríamos hacer lo bueno y lo que íbamos a encontrar era oposición.

‘Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia’, les dice Jesús.  Y es que el seguidor de Jesús, que vive en medio del mundo, en medio de diversas situaciones, en medio de gente muy variada, sin embargo ha de reflejar algo distinto. No somos iguales. Ni nos consideramos mejores ni superiores.

Pero tenemos nuestras metas, tenemos nuestros ideales, tenemos un camino que nos señala el evangelio y eso nos hace tener unas actitudes distintas hacia los demás, unos comportamientos en los que tiene que reflejarse siempre la rectitud y el buen hacer, y hay algo especial que tiene que resplandecer en nosotros que es el amor; y eso tiene sus consecuencias en la vida y en nuestra manera de actuar; en nuestro corazón siempre tendrá que brillar la misericordia y la compasión, siempre tenemos que ir con la mano tendida por delante porque buscamos paz, buscamos la reconciliación, buscamos algo nuevo para nuestro mundo, siempre tienen que estar presentes las actitudes del perdón.

Y eso choca al mundo que nos rodea. Nos convertimos como Jesús, como había anunciado el anciano Simeón, en signos de contradicción en medio del mundo. Normal es que no todos nos entiendan. Pero nosotros sí tenemos que entendernos a nosotros mismos y cuales son nuestras metas y nuestros caminos.

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