jueves, 30 de mayo de 2024

Las cosas ya no pueden seguir siendo de la misma manera cuando nos hemos encontrado con la luz y también nosotros comencemos a ser luz para los demás

 


Las cosas ya no pueden seguir siendo de la misma manera cuando nos hemos encontrado con la luz y también nosotros comencemos a ser luz para los demás

1Pedro 2,2-5.9-12; Salmo 99; Marcos 10,46-52

¿Nos molesta lo que encontramos en el camino? Reconozcamos que a veces afrontamos el camino con ciertas reticencias; que si se nos hace largo y pesado, que si no está en las debidas condiciones para una buena circulación, que nos encontramos demasiadas curvas porque todo lo queríamos rectilíneo, pero cuando es así también nos quejamos porque se nos vuelve pesado y aburrido, que a veces nos podemos encontrar obstáculos que nos retardan nuestro viaje, que en ocasiones no nos agradan las personas con las que nos podemos encontrar… siempre tenemos algo que decir, algo de qué quejarnos, algo que nos vuelve impacientes y exigentes.

Son los caminos, las carreteras, las vías por las que transitamos, pero seguramente al ir mencionando esto fácilmente estemos pensando en otro sentido de los caminos que hacemos en la vida. Caminos que podrían llevarnos a una vida feliz según nos los tomemos, caminos en los que a veces podemos sentirnos arrumbados a la orilla del camino como si ese camino de la vida no fuera para nosotros, caminos en los que nos encontramos personas que se nos atraviesan y nos merman nuestra felicidad o nuestros deseos de caminar, pero caminos también donde sentimos el gozo y la satisfacción de alguien que nos tiende la mano y nos hace a hacer el recorrido y alcanzar metas que nos propongamos. De muchas maneras podemos afrontar esos caminos de la vida y tendrán para nosotros un valor u otro.

Hoy el evangelio nos habla de que Jesús va de camino. Es a su paso por la ciudad de Jericó; diversas circunstancias, algunas nos pueden parecer pequeños detalles, se entrecruzan en este camino a su paso por Jericó. Es su subida a Jerusalén para la Pascua, no podemos perder de vista esta perspectiva. Era el camino habitual para los Galileos bajar por el Jordán para subir desde Jericó a Jerusalén atravesando Betania y Betfagé para bajar por el monte de los Olivos hasta entrar en la ciudad santa. Recuerdo el recorrido porque muchas cosas se van a suceder luego en ese recorrido, en ese camino.

Ahora se encuentran con alguien que está al borde del camino. Puede significar muchas cosas. Un pobre ciego que pide limosna a los que pasan por el camino. Al escuchar las voces del grupo que viene con Jesús – son muchas personas y algo podrá alcanzar de sus limosnas – se pone a gritar; pero sus gritos molestan, quieren hacerlo callar. Nos tendría que hacer pensar. Los que nos molestan, los que nos resultan desagradables, los que pueden ser un pinchazo a nuestra conciencia, pero preferimos ignorarlos…

Pero Jesús quiere que le traigan a aquel hombre. Los deseos de Jesús pronto se trasmiten a aquel hombre y algunos incluso pretenderán ayudarlo para que llegue a los pies de Jesús. Siempre podemos encontrar buenos samaritanos, siempre podemos ser buenos samaritanos que tendamos la mano, que ayudemos a levantarse a alguien que está al borde de los caminos. Qué distinto escucharíamos las palabras de Jesús y cómo podríamos entenderlas mejor.

‘¿Qué quieres que haga por ti?’ Podría parecer innecesaria la pregunta de Jesús, pero la hace. Es ciego, es pobre, no tiene donde caerse muerto, ¿qué va a necesitar? ¿Seremos capaces de hacer nosotros la pregunta? ¿Mostraremos interés por esos que encontramos al borde del camino?

‘Tu fe te ha salvado’, le dice Jesús. Y el evangelista comenta ‘que le sigue por el camino’. Encontrarnos con Jesús nos pone en camino, pero un camino nuevo, un sentido nuevo, una nueva manera de ver y de mirar las cosas. Aquel hombre era ciego antes de encontrarse con Jesús y estaba al borde del camino, pero por sí mismo poco podía caminar. Alguien le ayuda a dar los primeros pasos pero cuando se encuentra con Jesús todo cambia.

¿Seremos nosotros también los que estamos al borde del camino? ¿Qué necesitamos para ponernos a caminar? ¿Nos dejaremos ayudar, seremos obstáculos, tendremos deseos de algo nuevo, de encontrarnos con la luz? Las cosas ya no pueden seguir siendo de la misma manera cuando nos hemos encontrado con la luz y también nosotros comencemos a ser luz para los demás.


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