miércoles, 22 de noviembre de 2023

El reino de Dios tenemos que construirlo en nuestro mundo donde no siempre será fácil pero claro es el mensaje que Jesús nos ha dejado a lo largo del evangelio

 


El reino de Dios tenemos que construirlo en nuestro mundo donde no siempre será fácil pero claro es el mensaje que Jesús nos ha dejado a lo largo del evangelio

2 Macabeos 7,1.20-31; Sal 16; Lucas 19,11-28

El episodio, o más bien la parábola que nos narra hoy el evangelio, son acontecimientos, son palabras de Jesús en su subida a Jerusalén cuando ya estaban cerca de la ciudad. Aquella subida tiene unas connotaciones especiales, desde los anuncios insistentes que Jesús había hecho de esa subida a Jerusalén y hacía que los que le seguían también se hicieran muchas preguntas.

¿Era el momento tan esperado de la aparición del Mesías tan deseado e iban a suceder cosas que cambiarán la historia del pueblo de Israel? No iba a suceder tal como ellos se lo habían imaginado muchas veces según la idea que se habían ido haciendo de lo que iba a representar la figura del Mesías. Por eso se preguntan si había llegado ya el momento en que se iba a manifestar el Reino de Dios tal como ellos tanto habían imaginado y que Jesús venía anunciando desde los inicios de su predicación. ¿No sería el mejor momento y lugar precisamente su presencia en la ciudad santa? 

Ecos de esos sueños y aspiraciones sería la entrada en Jerusalén que más tarde nos narrarán los evangelistas; pero era lo que estaba en la mente de los discípulos más cercanos también, porque en las apariciones de Cristo resucitado y cuando ya va a suceder la Ascensión de Jesús al cielo seguirán preguntándose por lo mismo, por la llegada del Reino y la restauración de la soberanía de Israel.

Pero todo tendría otro recorrido. Y ahora Jesús les propone una parábola. ¿Sería la llegada del Reino algo como automático o algo que se les diera como regalado desde lo que ese Mesías pudiera realizar por el pueblo? Y Jesús habla del rey que va a marchar de viaje para volver con el título de rey pero a sus servidores les reparte unos dineros, unas minas de oro, para que las negociaran mientras él volvía. Algunos negociaron y tuvieron sus rendimientos, otro prefirió enterrar aquella mina donde nadie la pudiera encontrar y robar para entregarla intacta a la vuelta de su señor.

Y aquí está el mensaje que recientemente también hemos meditado pero con la entrega de unos talentos. Esas minas de oro, o esos talentos, valga una u otra expresión, nos están queriendo manifestar cómo es que tenemos que realizar ese Reino de Dios. Es, sí, un regalo que se pone en nuestras manos porque bien sabemos que todo parte del amor y de la misericordia del Señor y no de nuestros merecimientos, pero es algo en lo que tenemos que implicarnos, tiene, por así decirlo, unas exigencias en nuestra vida, hay una laboriosidad que tenemos que desarrollar, no nos vale simplemente guardar por temor a perderlo, nos exigirá también que pasemos por un riesgo.

Ese reino de Dios tenemos que construirlo en nuestro mundo donde no siempre será fácil. Porque andamos con otras preocupaciones, porque son otros nuestros intereses, porque andamos envueltos en un materialismo y una sensualidad de la vida que nos absorbe y nos hace perder la visión de metas altas, porque en ese camino nos vamos a encontrar muchos señuelos que nos atraigan, nos arrastren y nos alejen de lo que tendrían que ser nuestras metas, porque muchas veces pensamos más en nosotros mismos y nos olvidamos de tener una mirada amplia alrededor.

El mensaje lo tenemos claro, porque claro nos ha hablado Jesús a lo largo de todo el evangelio. Pero eso tenemos que hacerlo vida, y nos cuesta, y surgen muchas cosas que nos atraen y nos tientan. Ojalá cuando nos presentemos ante el Señor vayamos no con las manos vacías sino con toda esa riqueza espiritual que hemos labrado. No pensamos en cosas o momentos espectaculares, momentos extraordinarios, sino que el Reino de Dios se va a hacer presente en nuestra vida calladamente pero haciéndonos germinar desde nuestro interior como semilla sembrada en buena tierra.


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