viernes, 24 de noviembre de 2023

Dejemos que Jesús pase por el centro de nuestra vida, nos limpie y purifique, ponga en orden nuestro corazón

 


Dejemos que Jesús pase por el centro de nuestra vida, nos limpie y purifique, ponga en orden nuestro corazón

1Macabeos 4,36-37,52-59; Sal.: 1Cro 29,10.11abc.11d-12a.12bed; Lucas 19,45-48

Todos alguna vez habremos tenido la experiencia de estrenar casa o de estrenar piso; una viviendo nueva que hemos adquirido, un piso que hemos alquilado, una mudanza que hemos tenido que realizar quizás por un cambio de domicilio o de lugar de trabajo, diversas circunstancias; seguramente recordaremos los primeros momentos o los primeros tiempos de vivencia en aquel nuevo lugar; todo lo teníamos muy ordenado, cada cosa tenía su sitio, en las habitaciones, en el cuarto de estar, en la cocina, en cualquiera de los rincones de la casa no veíamos nada desordenado.

Pero fue pasando el tiempo, adquirimos quizás nuevas cosas, las prisas y carreras entre trabajo, tiempo libre o tiempo de estar en casa, y ya nos encontramos que no todo estaba en su sitio, por aquí se amontonan unas cosas, por allá fuimos dejando cosas con la intención de ponerlas luego en su sitio, pero ya no todo está como lo habíamos planeado al principio. ¿Necesitaremos un tiempo para organizarnos, para ordenar, para desprendernos de lo que no tiene utilidad? Seguramente queremos hacerlo, pero lo vamos dejando para otro momento.

¿Será imagen esto de muchas cosas de nuestra vida? Nos da qué pensar. En nuestra vida personal, en nuestro propio interior, en nuestro trabajo de crecimiento espiritual, en lo que tienen que ser las vivencias fundamentales de la vida, lo que puede ser incluso nuestra vida familiar o las relaciones con los que nos rodean, en la vida de nuestras comunidades, muchas cosas que tenemos que poner en su sitio.

Hoy el evangelio nos presenta una imagen bien significativa. Jesús se puso a ordenar el templo. Se había convertido en un mercado. Por razones prácticas quizás, por allá andaban los prestamistas o los cambiadores de monedas, porque las limosnas al templo no se podían hacer sino en lo que era la moneda propiamente judía y también las arcas de las ofrendas; pero por otra parte estaban quienes ofrecían los animales para las ofrendas y los sacrificios, las palomas o las tórtolas, u otros animales que se sacrificaban en el culto propio del templo cada día. El bullicio de la gente que paseaba entre los soportales, los maestros de la ley que la explicaban a los grupos que se formaban a su alrededor. ¿Dónde podía estar el silencio y el recogimiento para la oración y la maduración de la palabra en el corazón de cada uno?

El evangelista Lucas, que hoy escuchamos no es tan descriptivo como los otros evangelistas que nos narran este episodio, pero lo suficiente para ver la actitud de Jesús ante lo que allí sucedía. ‘Escrito está: Mi casa será casa de oración; pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos’. Mientras expulsaba a los vendedores del templo.

¿No tendríamos que preguntarnos que cosas habremos metido en el templo de nuestra vida, como si fuéramos también unos vendedores que acumulamos cosas? Antes, como introducción hablábamos de ese desorden que con el paso del tiempo acumulamos en nuestras viviendas de manera que algunas veces no sabemos ni por donde entrar o cuales son en verdad las cosas importantes que tendríamos que guardar. ¿No será así en la vida de nuestro espíritu? ¿Cómo andamos de ese materialismo del que nos hemos dejado impregnar? ¿Cómo andamos de esos resentimientos y recelos que nos atormentan, de esos celos y envidias que nos envenenan, de esos orgullos o de ese amor propio que quiere endiosarnos? Podríamos seguir haciéndonos muchas preguntas. Nos conocemos, cada uno sabe donde están sus flaquezas, sus piedras de tropezar, nuestras reincidencias, la tibieza y frialdad que nos hiela nuestros sentimientos y amarga nuestras vidas.

¿No tendremos que dejar que Jesús pase entre nosotros, por el centro de nuestra vida que hemos llenado de tantas mezquindades para que sea El quien nos limpie y nos purifique, ponga orden en nuestro corazón?

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