domingo, 1 de octubre de 2023

Llega la hora del compromiso de verdad, llega la hora de ir a trabajar en la viña del padre, llega la hora de que no se quede en palabras sino que eso sea vida de nuestra vida

 


Llega la hora del compromiso de verdad, llega la hora de ir a trabajar en la viña del padre, llega la hora de que no se quede en palabras sino que eso sea vida de nuestra vida

Ezequiel 18, 25-28; Sal 24;  Filipenses 2, 1-11;

Mucho predicar y poco dar trigo. Es una crítica que con frecuencia escuchamos y nosotros también hacemos frente a tanto bla, bla, bla... tantas palabras bonitas que escuchamos - y aquí englobamos todos los ámbitos de nuestra sociedad - pero que luego se quedan en palabras, promesas olvidadas, buenas intenciones - y no queremos entrar a juzgarlas - pero en la práctica de la vida no se ve nada, no se ve ningún resultado, no se aprecia ningún compromiso serio y eficaz. nos sentimos cansados de tanta palabrería desde todos los ámbitos de la sociedad que los medios de comunicación se encargan de proyectar y ampliar su conocimiento.

Esto que constatamos con toda facilidad viendo el mundo que nos rodea, sin embargo hemos de tener mucho cuidado de pensar que nosotros nos vemos libres de esa tentación. Reconozcamos la incongruencia que tantas veces aparece en nuestra vida, en lo que hacemos y en lo que decimos, porque no estamos lejos de esa debilidad, sabemos que nos cuesta ser fieles a lo que consideramos nuestros principios, que con frecuencia olvidamos aquello que planteamos muy solemnemente y pronto caemos en esa falta de compromiso. Nuestra vida personal está llena de luces y sombras, de altibajos y de inconstancias, de momentos de entusiasmo dispuestos a hacerlo todo y de cansancios y decaimientos que nos llevar a irnos arrastrando como todos.

Es a lo que nos quiere alertar hoy Jesús con esta breve parábola de los dos hijos enviados por el padre a trabajar a su viña. Allí estaban escuchándole los sumos sacerdotes y los maestros de la ley y al final Jesús nos sentenció diciéndonos que nos van a preceder en el Reino de los cielos los publicanos y las prostitutas. Es un interrogante muy importante el que Jesús nos plantea. Es una mirada sincera a nuestra vida la que hemos de tener. Es un reconocimiento humilde de nuestra debilidad que tendría que llevarnos a la actitud de aquel hijo que aunque había dicho que no, al final arrepentido fue a trabajar a la viña de su padre. ¿Seremos capaces de un reconocimiento así?

Es muy fácil hablar del amor, de que todos tenemos que querernos, de que tenemos que ayudarnos los unos a los otros, de que siempre tenemos que hacer el bien, de que hemos de ser sinceros en la vida y hablar claramente y sin tapujos sin falsas vanidades. Pero bien sabemos cuánto nos cuesta. Tenemos que aprender a elevar nuestra mirada. Tenemos que sentir la fuerza que nos viene de lo alto y nos impulsa y nos quiere guiar por caminos buenos. Pero hemos de querer tener la voluntad, que tantas veces es débil.

Hoy nos dice algo muy hermoso el apóstol en la carta a los Filipenses. 'Tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús'. Es alta la meta, el ideal que se nos propone. Hemos de levantar nuestra mirada, como decíamos, para contemplar la obra de Dios en Jesús. Por eso san Pablo nos está enseñando a cómo hemos de saber ser humildes pero también respetuosos con los demás, tener esas entrañas compasivas, como nos dice; alejar de nosotros toda ostentación y vanagloria, ser comprensivos con los otros, valorar lo que hacen los demás ante los que nos mostraremos siempre humildes para considerarlos incluso mejores que nosotros. Ya sé que no es fácil, porque el amor propio, el orgullo, la vanagloria nos aparece pronto por dentro.

Por eso, como nos dice el Apóstol, tenemos que fijarnos en Jesús. Ver su trayectoria, ver su camino de humildad y de entrega, 'se anonadó' nos dirá el apóstol, se hizo el último y el servidor de todos. Camino delante de nosotros. Por eso lo pedía con tanta insistencia a sus discípulos cuando los veía discutiendo entre ellos quien iba a ser el primero o el más importante. Siempre nos dirá que tenemos que hacernos los últimos y los servidores de todos. Hoy nos dice el apóstol 'considerad por la humildad superiores a los demás', por eso lejos de nosotros la ostentación y el orgullo.

Todo esto lo sabemos muy bien, porque muchas veces lo hemos escuchado en el evangelio y lo hemos meditado. Pero llega la hora del compromiso de verdad, llega la hora de ir a trabajar en la viña del padre, llega la hora de que no se quede en palabras sino que eso sea vida de nuestra vida. Confiamos en la bondad y en la misericordia del Señor para que perdone nuestras debilidades que son muchas, pero para que sintamos la fuerza de su gracia que nos haga actuar en la verdad del amor.


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