viernes, 29 de septiembre de 2023

Con los ángeles y con los arcángeles nosotros nos unimos a los coros celestiales para entonar el himno de la gloria del Señor


 

Con los ángeles y con los arcángeles nosotros nos unimos a los coros celestiales para entonar el himno de la gloria del Señor

Daniel 7,9-10.13-14; Sal 137; Juan 1,47-51

'Delante de los ángeles tañeré para tí, Señor', decimos con la liturgia de este día en que celebramos la fiesta de los Arcángeles de Dios. Nos unimos a los coros de los ángeles, decimos en otro momento de la liturgia y de ellos tomamos prestadas sus palabras para también entonar ese cántico de gloria del Señor.

No sé, pero aunque nos manifestamos con corazón agradecido a Dios cuando sentimos su presencia en nuestra vida, en medio de nuestras luchas y problemas, creo que no siempre sabemos cantar como es debido a la alabanza del Señor. 'Tuyo es el Reino, tuyo el Poder y la Gloria', diremos también en otro momento de la liturgia. Es algo que tendríamos que hacer más. Es gozarnos de la gloria del Señor, es reconocer su grandeza y las maravillas que hace con nosotros, es disfrutar de su presencia en la que nos gozamos con su presencia y de nuestra boca y de nuestro corazón tendrían que salir cada vez con más fuerza esos piropos de alabanza.

¿No es lo que hacen los enamorados que se vuelven poetas rebuscando las mejores y más bonitas palabras para describir de la mejor manera posible lo que han descubierto en su amado o su amada y regalarle con un cántico bien hermoso todo lo que quisieran expresar desde ese amor que sienten en el corazón?

¿No es lo que hacemos en nuestras relaciones humanas cuando descubrimos las cosas hermosas que una persona ha realizado por su comunidad o su pueblo y le dedicamos fiestas en su honor y buscamos los mejores poetas que ensalcen esas figuras que van ya a ser muy importantes para el pueblo?

Que no se enfríen nuestros sentimientos, que no decaiga nuestro amor, que vivamos con intensidad esos momentos en que se desborda nuestro corazón para cantar a Dios, cuando reconocemos sus maravillas, cuando nos sentimos inundados de su amor, cuando somos conscientes de cómo el Señor nos ayuda y nos libera, nos hace seguir caminando adelante con paso firme, porque Él está siempre con nosotros, que sepamos, pues, encontrar el modo en que también sepamos proclamar esas alabanzas para nuestro Dios.

Celebrar esta fiesta de los Santos Arcángeles, san Miguel, san Gabriel y san Rafael, tendría que despertarnos a esa alabanza y a esa acción de gracias que continuamente cantemos a nuestro Dios. Cuando contemplamos hoy a estos arcángeles estamos viendo la intervención divina en nuestra propia historia de la salvación. No solo recordamos a Rafael porque acompañara al joven Tobías en su camino de peregrinación y fuera signo de la medicina de Dios al curar al anciano Tobías; no solo estamos recordando a Gabriel como el mensajero de Dios que llegó a casa de María, como antes lo hiciera en el templo con el sacerdote Zacarías, para transmitirles los designios de Dios; no solo contemplamos a Miguel como algo así como el capitán de los ejércitos celestiales para significar la victoria del bien sobre el mal y el pecado.

Estamos contemplando esa acción de Dios en nosotros, que pone a sus ángeles como compañeros de nuestro camino - en unos días celebraremos a los santos Angeles Custodios -, vienen a ser la voz de Dios en nuestro corazón para inspirarnos el camino del bien o hacernos descubrir los planes de Dios para nuestra vida, sino que también descubrimos esa presencia sobrenatural junto a nosotros para librarnos del mal, para que no caigamos en la tentación, para que tengamos esa luz de lo alto que nos haga descubrir el camino del bien que hemos de recorrer.

Pondrá el Señor a sus ángeles para que nuestro pie no tropiece en el camino, para presentar nuestras súplicas y oraciones ante el trono celestial, para ayudarnos a escuchar y discernir la Palabra de Dios que llega a nuestro corazón. No nos hagamos sordos ni nos resistamos a la gracia de la presencia de los ángeles de Dios a nuestro lado. 'Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre', le decía Jesús al sorprendido Natanael cuando descubrió que Dios conocía sus secretos más íntimos. Sepamos sentir como los ángeles de Dios que nos acompañan en nuestro camino están también contemplando el rostro de Dios y cantando eternamente la alabanza del Señor. Que con los ángeles y con los arcángeles nosotros nos unamos a los coros celestiales para entonar el himno de la gloria del Señor.


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