jueves, 13 de julio de 2023

Que suene la melodía de la gratitud y de la gratuidad, que se derramen chorros de ternura de nuestro corazón generoso, que se llene el mundo de paz

 


Que suene la melodía de la gratitud y de la gratuidad, que se derramen chorros de ternura de nuestro corazón generoso, que se llene el mundo de paz

Génesis 44, 18-21. 23b-29; 45, 1-5; Sal 104; Mateo 10,7-15

Todo cuesta, decimos; a todo queremos ponerle un valor, un valor que muchas veces lo reducimos al valor material; enseguida cuantificamos lo que hemos hecho y estamos contando con las ganancias que podamos obtener. Aunque algunos parece que se lo merecen todo y no saben valorar ni agradecer lo que reciben los demás, por la contra también nos encontramos los que no entienden que se pueda hacer algo de manera gratuita, debido a ese mercantilismo del que hemos envuelto la vida, de manera que de todo queremos sacar un rendimiento, una ganancia, y poco es lo que se hace de forma gratuita.

Creo que un paso necesario es saber valorar y agradecer lo que recibimos, incluso cuando tengamos que abonar unas tasas por un trabajo hecho. Quien ha hecho algo por nosotros, quien nos ha prestado un servicio, aunque entrara en sus obligaciones, merece que le valoremos al menos con nuestro agradecimiento lo que nos ha facilitado, lo que ha hecho por nosotros, aunque entrara, como decíamos, en sus obligaciones, en las tareas que tenía que realizar en razón del lugar que ocupa. Necesitamos que se oiga más la palabra gracias, porque además entraríamos en la órbita de unas relaciones más humanas, porque el otro también merece ese detalle de la gratitud que es valoración de lo que hace.

Seguramente cuando aprendamos a decir gracias, cuando aprendamos a valorar lo que recibimos, lo que los otros hacen, podríamos estar entrando en nosotros en otra clave a la hora de hacer algo que pueda beneficiar a los demás. Seguramente comenzaríamos a ser más desprendidos, comenzaríamos a dar más de nosotros mismos de forma generosa a los demás. La generosidad de lo que recibimos nos enseñaría a actuar con la misma generosidad en todo lo que hacemos; no estaríamos en ese estadio tan mercantilista en que tantas veces nos movemos.

Es lo que Jesús les está enseñando a los discípulos. Un día sintieron la llamada del Señor y se fueron con Jesús. De aquel encuentro con Cristo mucho estaban recibiendo, porque estaban comprendiendo y aprendiendo a vivir en los parámetros del Reino de Dios que Jesús estaba anunciando. Ahora hemos visto que Jesús los llama de manera especial para confiarles una misión. Aquella noticia que ellos habían recibido un día y que les había movido a estar con Jesús ahora han de llevarla a los demás. Habían ellos también de anunciar la llegada del Reino de Dios, habían de realizar los signos y señales de que ese Reino de Dios se hacía presente en nuestro mundo, porque eso reciben el poder de curar enfermedades, de expulsar demonios. ‘ld y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios’.  

Pero hay algo muy importante que Jesús les dice a continuación. ‘Gratis habéis recibido, darlo gratis’. Importante reconocer el don de Dios en sus vidas, ese don de Dios que ellos ahora habían de transmitir. Por eso les dice que su apoyo no está en medios humanos; la fuerza del anuncio que habían de hacer estaba en si mismo, en el propio anuncio, en el Reino de Dios que se estaba instituyendo.

Por eso les está pidiendo también ese desprendimiento a la hora de caminar al encuentro con los demás para hacer ese anuncio del Reino de los cielos. Ni bastones ni sandalias, ni túnicas de repuesto ni dinero en la alforja, es importante la paz que lleven en su corazón. Su vida se ha visto transformada desde el encuentro con Jesús y sus corazones han comenzado a vibrar de distinta manera, porque es la melodía del amor y de la paz lo que tiene que escucharse. No podemos llevar otros sonidos en nuestra vida que distraigan de ese auténtico sonido de paz que han de transmitir.

Bien nos vendría escuchar con toda intensidad estas palabras de Jesús para que seamos esos testigos y misioneros de la paz en medio del mundo que nos rodea. esa música no la podemos hacer sonar apoyándonos en cosas, esa música sonará de verdad cuando haya auténtico desprendimiento en nuestro corazón, cuando agradecidos reconozcamos cuanto de Dios recibimos, y cuando derramemos sin medidas ni límites ese chorro de ternura que brota de nuestro corazón lleno de amor.

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