martes, 27 de junio de 2023

Camino de esfuerzo y de superación, camino estrecho recorrido no con resignación sino con esperanza y alegría, camino de verdadera felicidad

 


Camino de esfuerzo y de superación, camino estrecho recorrido no con resignación sino con esperanza y alegría, camino de verdadera felicidad

Génesis 13, 2.5-18; Sal 14; Mateo 7,6.12-14

Nos habrá pasado en alguna ocasión; estábamos realizando algo que estábamos haciendo con mucho gusto e ilusión, las cosas nos iban saliendo bien y estábamos viendo el resultado bello y bueno de lo que estábamos realizando, pero por un descuido, por una distracción, por querer quizás probar algo nuevo con lo que pensábamos que nos podría salir mejor, bajo la influencia de alguien que quiso atraernos a su idea o lo que él pensaba a su manera que podría ser mejor, y de pronto todo se nos echó a perder.

¿Circunstancias adversas? ¿Egolatría que íbamos alimentando con aquello que estábamos realizando? ¿Influencias externas que nos distrajeron de lo que era la idea original? ¿Tentaciones de vanidad? ¿Superficialismo que nos separó de lo que haciéndolo con profundidad nos hubiera llevado a cosas hermosas? Muchas cosas podríamos pensar, pero al final echamos a la basura algo que podía ser realmente hermoso.

¿No nos sucederá algo así, no en cosas externas o materiales que podamos hacer, sino más bien en lo mejor del yo profundo de nuestra vida que malogramos por un capricho, por una mala influencia? Podríamos pensar en muchas cosas; esa lucha interior de superación que vamos realizando en nuestra vida con la que vamos avanzando como personas, vamos dándole una profundidad y madurez a nuestra vida, pero que en un momento determinado lo echamos todo a perder, cuando perdemos la tensión del crecimiento, nos dejamos arrastrar por superficialidades y vanidades, cuando nos entran las modorras y los cansancios y ya no tenemos ganas de luchar, cuando contemplamos lo que hay a nuestro alrededor y nos parecen felices los que viven en la superficialidad de la vida y nos decimos que para qué tanto esfuerzo y tanta lucha.

Como nos dice hoy Jesús en el evangelio, por un nada, tiramos a los pies de los cerdos la perla preciosa que con tanto esfuerzo habíamos ido cultivando. Nos quiere precaver Jesús, que tengamos cuidado, que no nos dejemos engatusar por caminos que nos pueden parece fáciles, porque no queremos seguir en la misma lucha de superación. Equivocamos el camino, nos queremos ir por la senda espaciosa y que nos parece fácil pero que no nos va a llevar a alcanzar esas metas altas que de la otra manera hubiéramos alcanzado.

No es que tengamos que resignarnos a hacer esas cosas que nos cuestan esfuerzo, porque pensamos que no nos queda otro remedio. No es precisamente la resignación un valor demasiado evangélico, aunque tantas veces nos hayan aconsejado la resignación cuando nos llegan los momentos de sacrificio. Cuando tenemos una meta grande en la vida, cuando queremos alcanzar algo que en verdad merece la pena y sabemos que es lo que nos va a dar la verdadera felicidad, aquellas cosas que tenemos que hacer y que nos cuestan esfuerzo y sacrificio las realizamos con ganas, con ilusión, con entusiasmo porque lo que estamos deseando es alcanzar aquella meta.

Y en ese esfuerzo e incluso sacrificio sabemos ser felices, porque estamos pregustando la gloria de la victoria final. El deportista que se entrena duramente preparándose para una competición no lo hace de mala gana sino poniendo toda su ilusión en aquel esfuerzo de entrenamiento, de superación que está realizando. Somos felices en el camino de nuestra vida cristiana, no tenemos el esfuerzo, el sacrificio, no rehuimos el camino estrecho, sabemos a donde vamos, que es lo que queremos vivir, tenemos ya de antemano el gozo de la presencia del Señor que es nuestro premio.

Es el camino que nos conduce a la vida, es lo que da sentido al camino que vamos realizando, es el gozo que sentimos en el espíritu que nos hace vivir la mejor felicidad. No tiremos a los cerdos las perlas preciosas que Dios ha puesto en nuestra vida.

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