lunes, 1 de mayo de 2023

Tenemos una luz que nos viene del Evangelio que hace resplandecer en todo su esplendor lo que es la vida de los hombres y el trabajo que sale de sus manos

 


Tenemos una luz que nos viene del Evangelio que hace resplandecer en todo su esplendor lo que es la vida de los hombres y el trabajo que sale de sus manos

 

En el ámbito civil se comienza el mes de mayo con una fiesta reivindicativa en el día del trabajo, que también hay que reconocer cada una ha interpretado su sentido y ha celebrado desde sus convicciones en ocasiones y desde intereses siendo con un matiz político en gran parte de las ocasiones. No le quitamos, por supuesto, el sentido positivo que tienen este tipo de celebraciones pues todo lo que sea por una mayor dignidad de las personas y como medio para ello también de la actividad que realiza siempre es bueno. Muchos avances también de tipo social a lo largo de los años se han ido consiguiente dada la visualización de esta fiesta del trabajo y del hombre trabajador. La dignidad de la personas siempre es algo que tenemos que perseguir, pero tendríamos que considerar a la persona en lo que vale en sí mismo y en toda la amplitud de lo que es su existencia.

A mediados del siglo XX la Iglesia quiso poner también su aporte en esta celebración y es como nació una nueva fiesta de san José desde esa perspectiva del trabajo, la fiesta de san José Obrero, como comúnmente se le llama. Algo tenemos que decir nosotros también en este campo, también nosotros podemos y tenemos que proclamar esa dignidad del trabajo humano, que ha de pasar necesariamente por una humanización de esa tarea, una humanización del trabajo. No somos, por supuesto, unas máquinas llamadas a producir; por medio está la dignidad de toda persona que en nuestra antropología cristiana la elevamos más que cualquier otro paradigma que desde el mundo se pueda proclamar.

Cuando hablamos de la persona estamos hablando de una criatura de Dios, alguien que ha sido creado por Dios, porque de Dios nos viene la vida, pero que por la gracia de Dios nos convierte además en hijos de Dios. Una dignidad que tenemos que considerar en toda su amplitud y profundidad y que va a marcar también lo que sale de las manos del hombre en su capacidad creadora, en su capacidad de desarrollar su vida y plasmarse en las obras que salen de sus manos.

Creados a la imagen y semejanza de Dios, con esa inteligencia que Dios nos dio pero también con esa capacidad de decidir, esa voluntad que es capacidad de amar nos sentimos no solo constructores sino creadores porque desde Dios con nuestras capacidades estamos continuando la obra creadora de Dios en el desarrollo de nuestro trabajo.

Es entonces cuando nos damos cuenta de la grandeza de nuestro trabajo, el valor de nuestro trabajo. Será duro y costoso porque todo lo que entraña crear vida nos supera y nos exige esfuerzo, como nos supera y nos exige esa capacidad de amar que tenemos en nosotros desde esa dignidad de personas. El que se siente de verdad creador, sea cual sea la actividad que realice, después del esfuerzo realizado va a sentir una satisfacción hondo, va a experimentar un gozo inmenso en el alma cuando contempla lo que ha creado.

Es la perspectiva bonita con la que tenemos que mirar nuestro trabajo, es la satisfacción que sentimos en lo que hemos realizado, es el disfrute incluso de la misma tarea que vamos realizando aunque nos sea costosa. Una nueva y bella mirada que nos obligará a no dejar infructuosos esos talentos que hemos recibido. Una nueva y luminosa mirada a nuestro trabajo con el que estamos sembrando semillas de vida que van a fructificar en bien de la propia humanidad.

Claro que tenemos que hacer que el trabajo sea humano, nunca esclavizante, ni lo podemos sentir como un peso que queremos quitar de sobre nuestros hombros. Nos exige cuidar esas condiciones del trabajo, nos exige cuidar nuestra dignidad al tiempo que cuidamos también esa capacidad de producir que es como llena de vida al mundo en el que vivimos. Un trabajo que realizaremos siempre para bien de la humanidad, pero un trabajo con el que queremos dar gloria a Dios que de tales posibilidades nos dotó. Por eso los cristianos hablamos de la santificación del trabajo, que con la gracia de Jesucristo también ha sido redimido

Tenemos una luz que nos viene del Evangelio que hace resplandecer en todo su esplendor lo que es la vida de los hombres y lo que es la obra que sale de las manos de los hombres. Demos gloria al Señor por ello.


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