martes, 30 de mayo de 2023

Dios siempre nos gana en generosidad, no vayamos con miras interesadas porque la generosidad en nuestro corazón es lo que va a hacer más sublime nuestra vida

 


Dios siempre nos gana en generosidad, no vayamos con miras interesadas porque la  generosidad en nuestro corazón es lo que va a hacer más sublime nuestra vida

Eclesiástico 35, 1-12; Sal 49; Marcos 10,28-31

En generosidad Dios siempre nos gana. Pero es que además tiene otra característica maravillosa, es gratuita, es un regalo.

Tenemos el peligro y la tentación de que aun en la generosidad seamos interesados y seamos mezquinos, pongamos medidas y pongamos límites; a todo en la vida queremos ponerle una medida, un hasta aquí llego, pero vamos a ver qué es lo que obtengo a cambio, con lo que hay el peligro de que tengamos que eliminar la palabra y cambiarla por otra. ¿La convertiremos en algo así como una compraventa?

Queremos obtener algo a cambio. Y es que así nos hemos construido la vida; es cierto que son las reglas, por así decirlo, del comercio, y es la obtención de unos frutos. Es cierto que trabajamos para algo, en ese algo que caben muchas cosas, pero que está la obtención de unos beneficios – riquezas podemos llamarlas también –porque sería cómo lograríamos lo que necesitamos para nuestra propia subsistencia. Así vamos estableciendo nuestras mutuas relaciones, así valoramos lo que hacemos y valoramos el trabajo que realizamos, así lo que yo produzco se convierte en algo de utilidad para los demás; es como una cadena, y en ese intercambio también tenemos que decir salimos todos beneficiados.

Pero también tenemos que saber irnos realizando en nuestro trabajo, en aquellas cosas que hacemos, pero no desde unos beneficios materiales que obtengamos a cambio. Hay otro beneficio que nos enriquece interiormente en la satisfacción de lo que hacemos, en la iniciativa y creatividad que ponemos en nuestro trabajo que nos da satisfacciones y alegrías, que nos hace crecer en el desarrollo de nuestras capacidades, de nuestras habilidades, incluso de nuestro arte para hacer las cosas bellas. Y eso que sentimos por dentro no nos lo paga nadie por mucho que nos quieran dar a cambio, porque ahí está la riqueza y la grandeza de nuestra propia persona, de nuestra identidad.

Pero hay algo más, y es aquello que forma parte de mi vida, aquello que es producto y fruto de nuestro trabajo, aquello en lo que estoy plasmando mi yo y simplemente lo comparto, simplemente lo regalo, simplemente lo ofrezco para que también los demás lo puedan disfrutar. Es cuando aparece la generosidad de nuestro corazón, es cuando en verdad estamos expresando lo más noble que llevamos dentro que es nuestro amor. Y el amor no se vende, el amor se regala, porque el amor es donación de mi mismo.

Hay quien no entiende lo de gratuito y entonces no llegará a entender la generosidad del que da sin límites ni medidas, sin ningún tipo de interés. Andan siempre interesados, están a ver lo que consiguen, lo que como fruto de su generosidad se convierte en un beneficio para él. Lo están echando todo a perder. Y es una lástima que aquellos que por vocación trabajan para los demás en diversas funciones dentro de la comunidad, en distintos ámbitos de la sociedad, de la vida pública, de la vida social, parezca que no se mueven por beneficiar a esa sociedad para la que trabajan, a la que sirven, tendríamos que decir, sino que están buscando unos beneficios, unas ganancias, unos ascensos y al final lo convirtamos todo en una guerra de guerrillas buscando quien saca más, quien se impone con más fuerza, quien logra un mayor prestigio, y hacen turbio lo que tendría que brillar por su generosidad.

¿Seríamos capaces de convertir nuestra vida en un servicio a la sociedad en la que vivimos y de donde, aunque nos cueste reconocerlo, tanto al mismo tiempo recibimos aunque no lo busquemos? Hemos comenzado hablando de la generosidad, hablamos de altruismo, estamos hablando de amor, en el fondo está el compartir, la gratuidad con que ofrecemos lo que somos y lo que tenemos, lo que es nuestra vida. ¿Llegaremos a entenderlo?

Malo sería también que en el seno de la Iglesia viviéramos con esa mezquindad, movidos de esos intereses, en la búsqueda de unos prestigios o unos honores. Estaríamos diciendo que aun no hemos llegado a entender entonces lo que es el amor cristiano. Toda esta reflexión que me he venido haciendo surgió en mi interior desde la pregunta que le hace Pedro a Jesús sobre qué es lo que van a recibir ellos que lo han dejado todo por el Reino. Esa pregunta de Pedro está reflejando también aquellas ambiciones de las que aun no se habían despojado. Ya vemos en otros momentos a los discípulos discutiendo por los primeros puestos o quien va a ser principal entre ellos.

La respuesta de Jesús nos está diciendo aquello que mencionábamos al principio, Dios siempre nos gana en generosidad. No andamos con esas miras interesadas en lo que hacemos, pongamos siempre generosidad en nuestro corazón, que es lo que va a hacer más sublime nuestra vida.

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