martes, 7 de marzo de 2023

A nosotros que tanto nos cuesta desprendernos de ropajes de vanidad nos está diciendo Jesús cual es el auténtico camino que hemos de emprender, de humildad y de servicio

 


A nosotros que tanto nos cuesta desprendernos de ropajes de vanidad nos está diciendo Jesús cual es el auténtico camino que hemos de emprender, de humildad y de servicio

 Isaías 1, 10. 16-20; Sal 49; Mateo 23, 1-12

Con qué facilidad damos un consejo; hablar cosas, opina, decir cómo se tienen las cosas es algo para lo que estamos siempre prontos. Pero una cosa es decir y otra cosa es hacer; con facilidad nos convertimos en consejeros, todos sabemos dar consejos – al menos eso decimos – pero poner manos a la obra, dar ejemplo con lo que nosotros hacemos, realizar nosotros eso que aconsejamos a los demás, ya no es tan fácil. Modelos de palabras, pero no de hechos, no de lo que hacemos, porque al final terminamos no haciendo nada. Y eso nos pasa a todos, bueno, es algo que puede suceder con mucha facilidad. Ahora y siempre, porque siempre ha sucedido así, pero eso no nos justifica.

Confieso que cuando preparo y os ofrezco estas semillas de cada día, yo también puedo caer en lo mismo; muchas veces me lo cuestiono, me interrogo a mi mismo, si yo sería en verdad capaz de hacer lo que aquí voy diciendo. No es fácil. Os digo, sí, que primero que nada leo el evangelio para ver qué es lo que me dice a mi; y trato de que lo que os voy ofreciendo con estas reflexiones, sea algo que primero vea en mi mismo, lo realice en mi mismo. Y repito, no es fácil. Y Dios me libre de caer en esa tentación de ser el consejero bueno para los demás, que me quede en palabras que son solo para los demás y primero no me aplico a mi mismo.

Hoy nos encontramos en el evangelio con lo que Jesús le dice a la gente en referencia a aquellos maestros de la ley que tenían en Israel. Jesús desconfía, los ha llamado hipócritas, por las dos caras, por las apariencias. Vanidades en las que nosotros podemos caer también. Queremos dar una buena cara, como decía un amigo mío, pongo el lado bonito de la cara para salir bien en la foto. Eso hacemos con demasiada facilidad, es lo que ahora Jesús dice de aquellos maestros de la ley, ponen la buena cara, se las dan de cumplidores, se convierten en unos exigentes para los demás, pero no son capaces de mover un dedo por hacer algo bueno, por hacer aquello incluso que dicen a los demás.

Jesús nos está pidiendo otras actitudes, otros valores, algo que nazca de lo más hondo del corazón, algo en lo que nos impliquemos de verdad, algo que envuelva totalmente nuestra vida. Son los planteamientos que tenemos que ir haciéndonos en este camino cuaresmal que nos lleva a la pascua. Es la autenticidad de nuestra vida la que tiene que brillar; son los vestidos viejos de los que hemos de desprendernos, es la transformación profunda que tenemos que ir haciéndonos, son esas vanidades que se convierten en falsedad e hipocresía de las que tenemos que ir desprendiéndonos.

Es ir haciendo pascua en nosotros, porque es mucho a lo que tenemos que morir para llenarnos de la vida nueva que nos hace hombres nuevos. Es como tendrá sentido y verdadero valor la fiesta de la Pascua cuando lleguemos a celebrarla. Caminos de humildad y de sencillez, los que tenemos que emprender, porque son los que en verdad nos llevarán a la Pascua. Nos dice Jesús que ni nos dejemos llamar padre, ni maestro, ni consejero. Cuando ya vamos poniendo el titulo por delante, estamos comenzarnos a vestirnos de unas vestiduras que en verdad no son las nuestras. Y de eso tenemos que despojarnos.

Por eso terminará diciéndonos hoy Jesús que el que se humilla será verdaderamente enaltecido, que ser primeros es convertirnos en servidores de todos siendo capaces de ponernos en los últimos lugares. A nosotros que tanto nos cuesta desprendernos de ropajes de vanidad nos está diciendo Jesús cual es el autentico camino que hemos de emprender. Y es de lo que tiene que convertirse en testimonio nuestra vida.

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