sábado, 4 de febrero de 2023

Sepamos detenernos con Jesús porque siendo nuestro descanso nos regala la fuerza del Espíritu y nos pone en camino para una vida nueva

 


Sepamos detenernos con Jesús porque siendo nuestro descanso nos regala la  fuerza del Espíritu y nos pone en camino para una vida nueva

Hebreos 13,15-17.20-21; Sal 22; Marcos 6,30-34

Es necesario saberse detener en la carrera de la vida que a veces se nos hace loca. No podemos aguantar un ritmo trepidante porque no solo físicamente sino también anímicamente podemos llegar a un colapso. Una parada para el descanso, una parada para la reflexión. Una parada que aprovechamos para ver caminos recorridos, metas conseguidas, pero también para corregir rumbos si es necesario y sobre todo para retomar fuerzas para continuar el camino. 

Algunos pretenden conseguirlo todo de un solo golpe, pero el esfuerzo de la ascensión de la montaña nos obliga a detenernos para tomar aire renovado que nos de fuerza para poder llegar a la cima. Ese aire renovado puede ser esa reflexión que nos hagamos sobre lo que estamos haciendo, pero también es la necesidad de ese fortalecimiento interior, de ese crecimiento interior que necesitamos hacer.

Son muchas, pues, las razones que podemos encontrar para ese detenernos. ¿Unas vacaciones? Algunos las pueden llamar así, pero algunos nos dicen que esas vacaciones son como un cambio de actividad que nos hace ver con una nueva perspectiva el camino que estamos haciendo. Mucho podríamos hablar en este sentido, muchos ejemplos de lo que nos sucede en la vida podríamos poner.

Me estoy haciendo estas consideraciones desde lo que hoy contemplamos en el evangelio. Los discípulos que habían sido enviados por Jesús para ir por delante haciendo el anuncio del Reino regresan de su tarea y cuentan a Jesús lo que han realizado. Todo en medio de la tarea de Jesús que sigue porque siguen acudiendo a El en todo momento, de manera que, como apunta el evangelista, no tenían tiempo ni para comer.

Por eso Jesús busca la manera de llevárselos a ellos solos a un lugar apartado. Jesús quiere estar a solas con ellos. Lo veremos en otros momentos del evangelio, como cuando se han ido a casi las fronteras de Israel con Fenicia y lo que hoy sería el Líbano o cuando en la subida a Jerusalén en que hay momentos en que se los lleva aparte porque a ellos quiere irles explicando cuanto va a suceder en Jerusalén aunque a ellos les cuesta entender.

Y ya nos comentará entonces el evangelista que serán momentos de mayor intimidad entre Jesús y el grupo de los apóstoles, pues a ellos de manera especial les explica las cosas, o como aquel momento en indaga Jesús lo que la gente piensa de El y lo que los propios apóstoles también piensan de El, llegando a aquella hermosa confesión de fe de Pedro en una ocasión o al rechazo de Pedro a lo que Jesús les anuncia.

En el momento que hoy nos presenta el evangelio parece que de alguna manera las intenciones de Jesús se vinieron abajo. La gente se enteró a donde se dirigía Jesús y cuando llegaron allá se encontraron con una multitud que les esperaba. Pero será momento también de hermosa lección de Jesús. Cuando contempló aquella multitud que andaban como ovejas sin pastor sintió compasión.

Compadecerse es hacer aparecer la ternura que llevamos en el corazón. Compadecerse que es compartir unas lágrimas, unos sufrimientos, unos sentimientos, va más allá porque esas lagrimas hay que secarlas, porque ese sufrimiento hay que mitigarlo, porque es necesario ponerse en el lugar del otro y con el otro luchar para lograr esa necesaria liberación.

Es la lección que nos da Jesús. Se puso a hablarles, a estar con ellos, a curarles de sus males y enfermedades, a ayudarles a transformar el corazón, a levantarlos para hacerles recuperar su esperanza y su dignidad. Jesús que se abaja para estar al lado del otro, para que los corazones lleguen a estar en la misma latitud, en la misma sintonía. Jesús quiere ponernos de pie, Jesús quiere ponernos en camino, Jesús camina con nosotros para enseñarnos a ser ese hombre nuevo, Jesús en verdad es nuestro salvador porque con El nos sentimos liberados y renovados con nueva vida.

Sepamos nosotros detenernos en la vida, para estar con Jesús, para aprender a sintonizar su corazón, para que en verdad nos sintamos fortalecidos desde lo más hondo de nosotros mismos, para que podamos continuar con la fuerza de su Espíritu la tarea. Con Jesús podremos realizar todo aquello que decíamos antes que necesitamos hacer en el camino de la vida. Nos lleva con El para que estemos con El. Nos dice que vayamos a El porque en El encontraremos nuestro descanso, porque El es esa nueva vida para nosotros.

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