martes, 6 de diciembre de 2022

Quien tiene esperanza busca salidas, se esfuerza, lucha porque sabe quien viene en su rescate, nuestra fe en Jesús Buen Pastor que busca la oveja perdida nos llena de esperanza

 


Quien tiene esperanza busca salidas, se esfuerza, lucha porque sabe quien viene en su rescate, nuestra fe en Jesús Buen Pastor que busca la oveja perdida nos llena de esperanza

Isaías 40, 1-11; Sal 95; Mateo 18, 12-14

No sé, solo puedo imaginarlo, lo que sentirá una persona que en un lugar desconocido para ella se siente perdido, sin ningún tipo de orientación ni a quien poder acudir para encontrar una salida; son experiencias duras y no me atrevo a hablar con detalle de esa situación, porque, al menos no lo recuerdo, no he tenido esa experiencia. Pero todos hemos leído alguna vez relatos de este tipo, aunque sea en forma muchas veces novelada y nos podemos hacer una idea.

Pero, pienso, tiene que ser muy duro. Pero si por algún motivo a esa persona le llegaran indicios de que hay alguien que está buscándola, que se han organizado quizá equipos de rescate para ir en su búsqueda, en medio de sus amarguras está sintiendo algún tipo de consuelo y alguna esperanza se está suscitando en su corazón. Y una persona con esperanza lucha, busca salidas, se esfuerza por mantenerse firme en la espera de su rescate. No ha perdido la esperanza.

Es la esperanza que nos anima a los que tenemos fe. Es la esperanza que queremos revivir y cultivar con intensidad en este tiempo de Adviento. Y bien que lo necesitamos. Son muchas las sombras que nos envuelven. Necesitamos esperanza cuando vivimos la situación de nuestro mundo hoy. Algunas veces queremos encerrarnos en nosotros mismos en una campana que nos aísle de la situación que vive nuestro mundo, pero no podemos.

Ahí está la realidad de la vida con sus problemas, con sus guerras, con su racismo, con su pobreza, con tanta destrucción que parece que fuera lo favorito de muchos, con esa carrera que vivimos en medio de los pisotones de los más ambiciosos o de las angustias a los que les parece que se le cierran las puertas. ¿Podemos seguir así? ¿No tiene salida nuestro mundo? Necesitamos una luz que nos llene de esperanza.

Pero nos miramos a nosotros mismos y vemos que somos igual, que también nos dejamos envolver por nuestros orgullos, ambiciones y egoísmos, que muchas veces vestimos el traje de la vanidad con el que queremos disimular nuestras carencias, pero carencias de las peores cuando nos faltan valores, cuando nos olvidamos de unos principios, cuando dejamos a un lado los más elementales principios éticos. Nos sentimos mal,  nos sentimos perdidos, nos sentimos pecadores. ¿Habrá un rayo de luz que nos llene de esperanza?

Hoy Jesús nos dice algo muy hermoso, muy bonito, que siembra esperanza en el corazón. Somos esa oveja perdida que El viene a buscar. Como le he escuchado decir a algún comentarista ha dejado las noventa y nueve del cielo y se ha querido venir a la tierra, a esta tierra nuestra de sombras, a esta tierra nuestra donde nos hemos creados esos barrancos y abismos inmensos que nos hacen estar perdidos, pero para buscarnos.

Es lo que ahora en este tiempo de adviento nos estamos preparando para celebrar, para vivir. Navidad es ese Dios que como Buen Pastor viene a buscar a la oveja perdida y para eso se hace como nosotros, para caminar nuestros caminos, para enseñarnos el sendero que nos lleva a la vida, para poner esperanza, vida, salvación en nuestro corazón. Podemos sentirnos con esperanza, porque sabemos que hay alguien que nos busca, que viene a nuestro encuentro, que nos quiere hacer salir de esa piscina de nuestras imposibilidades donde nos hemos hundido, levantar de esa camilla de nuestro pecado donde nos hemos postrado, nos hace salir de nuestro camino de sombras.

Estaremos perdidos, pero para nosotros hay una esperanza, a nosotros llega la salvación.

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