miércoles, 23 de noviembre de 2022

Momentos difíciles pasamos muchas veces en la hora de dar testimonio de nuestra fe, pero no estamos solos porque Jesús nos ha prometido la fuerza de su Espíritu

 


Momentos difíciles pasamos muchas veces en la hora de dar testimonio de nuestra fe, pero no estamos solos porque Jesús nos ha prometido la fuerza de su Espíritu

Apocalipsis 15,1-4; Sal 97; Lucas 21,12-19

Cuando nos vemos en situaciones complicadas, donde se nos puede pedir razón de lo que hacemos, donde quizás por los problemas que tengamos hemos de acudir a alguien pidiendo ayuda, o ante errores que hayamos cometido tenemos que dar explicaciones, pedir excusas, o hacernos un nuevo planteamiento, nos llenamos de dudas y de miedos en nuestro interior, porque no sabemos cómo vamos a reaccionar, no sabemos qué podemos decir o cómo podemos explicarnos mejor, y en cierto modo sentimos como una desazón o una angustia en nuestro interior.

Acudimos quizá a un amigo de confianza a quien podemos hablar con toda libertad pidiendo un consejo, una visión distinta de los problemas que tenemos, o como quizás desde su experiencia podemos afrontar esas situaciones; cuando se trata de problemas más fuertes pedimos la orientación o el acompañamiento de un abogado, que tiene su preparación, sabe mejor como responder a esos cuestionamientos que se nos hacen, qué es lo que podemos decir en nuestro favor, o nos puede ofrecer incluso un asesoramiento jurídico o incluso una defensa llegado el caso. La cuestión es no sentirnos solos e indefensos.

Digo esto a manera de ejemplo en referencia a lo que hoy nos está hablando Jesús en el evangelio. Nos está previniendo para los tiempos difíciles con que nos vamos a encontrar. Habla de persecuciones e incluso de muerte con lo que tenemos ocasión, como nos dice, de dar testimonio. Es en esos momentos difíciles donde se ha de manifestar claramente la firmeza de nuestra fe y como si ponemos toda nuestra confianza en el Señor no nos vamos a ver defraudados.

Bien sabemos que a la iglesia y a los cristianos no nos han faltado persecuciones en todos los tiempos. Desearíamos, es cierto, que todo fuera en paz y armonía, y que el mundo que nos rodea aceptara el testimonio que nosotros podemos ofrecer del evangelio, luz y sendero de nuestra vida. Pero el discípulo no es mayor que su maestro, nos dirá Jesús en otra ocasión, y si a Jesús le hicieron lo que le hicieron llevándolo a la cruz, es el camino de pascua que nosotros también hemos de vivir.

Es normal que nos entren los miedos y las angustias; somos humanos y somos débiles, no bastarán nuestras palabras y nuestra sabiduría para encontrar esa fuerza que necesitamos. Y es de lo que nos está hablando hoy Jesús. No hemos de temer. Hemos de mantenernos perseverantes, es el camino que de verdad nos llevará a la salvación.

Pero Jesús nos da un abogado, un defensor, quien en verdad nos va a guiar en lo más hondo del corazón en ese camino que hemos de recorrer. Ya en otro momento nos hablará de que El marcha a estar junto al Padre pero que nos enviará el Paráclito, el Defensor, ‘El os guiará hasta la verdad plena’, nos dice.

Pero hoy nos está diciendo como no hemos de temer en esos momentos difíciles en que nos podemos encontrar.  Es el momento de dar nuestro testimonio y con nosotros va a estar la fuerza de su Espíritu. En la última cena cuando les hablaba Jesús de su marcha al Padre, aunque no terminaban de entender bien lo que Jesús les estaba diciendo, sus corazones se llenaban de tristeza; les parecía que se iban a sentir solos. Nos pasa a nosotros tantas veces cuando aquellos a los que amamos parece que por un motivo o por otro se alejan de nosotros; cómo sentimos la soledad y como nos sentimos indefensos. Fue el trance amargo que ellos pasaron también durante la pasión de Jesús hasta que lo contemplaron resucitado.

Hoy les dice Jesús en referencia a esos momentos difíciles e incluso de persecución. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro’. La fuerza del Espíritu del Señor estará siempre con nosotros.

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