lunes, 1 de agosto de 2022

Dadles vosotros de comer, nos dice Jesús, y pone en nuestras manos una cesta que nos parece de pocos panes para que comencemos a repartir entre la multitud

 


Dadles vosotros de comer, nos dice Jesús, y pone en nuestras manos una cesta que nos parece de pocos panes para que comencemos a repartir entre la multitud

Jeremías 28,1-17; Sal 118; Mateo 14,13-21

Que se las arreglen como puedan, no sabían ellos en lo que se iban a meter, que busquen solución, que busquen salida… habremos dicho en más de una ocasión, o habremos oído decir. El que se busca los problemas solito, que solito se las arregle para salir de ellos. Y volvemos la mirada para otro lado, para no saber, para no enterarnos, para desentendernos creyendo que nos quedábamos con la conciencia tranquila. Con qué facilidad lo hacemos tantas veces.

¿Serán esas las actitudes de un seguidor de Jesús, de quien se dice su discípulo? Nos sentimos tentados y muchas veces nos dejamos arrastrar por el ambiente, por lo que otros dicen o hacen. En aquella ocasión daba la impresión de que los discípulos conscientes de la situación que se iba a presentar, querían quitarse el mochuelo de encima. Y allá van a decirle al Maestro que es tarde, que despida a la gente que no tienen qué comer ni con qué dar de comer a aquella multitud.

Y es que Jesús se los encontraba por todas partes. Había sucedido lo de Juan el Bautista allá en la fortaleza de Maqueronte, que había sido mandado decapitar por Herodes, y Jesús quiere llevarse a los discípulos que siempre andaban con El a lugares apartados. ¿Quizás para evitar que les cayera encima del desánimo y los temores de que a ellos les pudiera pasar algo parecido? El todo es que cuando llegan a aquel lugar apartado allá se encuentran con una multitud que los está esperando. Y allí apareció la misericordia y la compasión de Jesús y curó a muchos enfermos de todo tipo y se puso a enseñarles. Pero el tiempo vuela, como solemos decir, y llega la tarde y la gente ha venido de alguna manera de lejos. ¿Dónde encontrarán para comer? Es la preocupación de los discípulos que algo habían ido aprendiendo y al menos tenían la sensibilidad de ver el problema que se les iba a presentar.

‘Dadles vosotros de comer’, fue la respuesta de Jesús. ¿Pero no decimos que estamos en descampado y lejos? ¿Dónde vamos a conseguir panes para que coman todos? Solo tenían unos pocos panes – solamente cinco – y un par de peces. Pero ¿qué es esto para tantos? ¿Cómo Jesús les dice que le den ellos de comer? Se mirarían unos a otros sin saber qué hacer y cómo responder al Maestro. Pero Jesús sí sabe lo que va a hacer.

Pide que se los traigan, que la gente se siente en el suelo, y Jesús quiere seguir contando con los discípulos. Después de bendecir el pan, de dar gracias y bendición a Dios, les pide a ellos que los repartan entre todos. ¿Cómo sería la mirada que entre unos y otros se dirigieran? ¿Qué vamos a repartir? ¿Hasta dónde van a llegar repartiendo aquellos pocos panes? Pero el milagro se realizó.

Nos hemos fijado en el comentario en dos aspectos que ciertamente es uno. Jesús quiere contar con los discípulos, que sean ellos los que finalmente repartan el pan a la gente e incluso al final recojan las sobras. Pero eran cinco panes solamente, y eran muchos los que allí estaban congregados, pero fueron muchas cestas de pan las que se recogieron después de comer todos y quedar hartos.

¿Entenderemos el mensaje, la lección? Porque también nos seguimos encontrando en torno nuestro a una multitud hambrienta. Como aquellos que en aquellas llanuras de Galilea se congregaban en torno a Jesús, con sus enfermos, con su hambre y sus miserias, con sus desesperanzas y con todas las negruras que se meten en el alma cuando perdemos la esperanza, con nuestras pobrezas que son también ese vacío interior que muchas veces llevamos en nosotros, con sus agobios y con toda la desorientación con la que se va viviendo en la vida, con los problemas que se amontonan y que aun no se han solucionado y aparecen otras pandemias con sus soledades u otras guerras en tantas violencias que nos van azotando por aquí y por allá.

Muchas veces nos damos cuenta de todo eso que de alguna manera nos quiere envolver también a nosotros, y nos encontramos sin saber qué hacer, nos encontramos sin saber como dar salida, pero Jesús a nosotros también nos está diciendo, ‘dadles vosotros de comer’ y pone un cesto con pocos panes en nuestras manos para que comencemos a repartir. Y nos sentimos como impotentes, nos sabemos tan pobres que no realmente no sabemos a donde vamos a llegar, pero Dios está queriendo contar con nosotros, con los que nos decimos sus discípulos, con lo que creemos en Jesús y en el Reino de Dios que nos anuncia, con la Iglesia que quiere llamarse la Iglesia de Jesús.

¿Y qué hacemos? ¿Nos daremos cuenta de que Jesús nos está urgiendo a que pongamos manos a la obra? ¿Cuándo comenzaremos de verdad a darle de comer a ese mundo que nos rodea?

No hay comentarios:

Publicar un comentario