viernes, 1 de julio de 2022

El relato del evangelio nos interpela y nos interroga para analizar bien a quienes escogemos como compañeros de camino también en la vida de nuestras comunidades

 


El relato del evangelio nos interpela y nos interroga para analizar bien a quienes escogemos como compañeros de camino también en la vida de nuestras comunidades

Amós 8,4-6.9-12; Sal. 118; Mateo 9,9-13

Seguimos llevándonos por las apariencias. Aunque digamos que no, que no discriminamos a nadie. Pero pensemos a los amigos que vamos a llevar con nosotros si queremos emprender un camino; pensemos a quien escogemos si vamos a realizar una tarea ardua en la que se pueden poner en juego muchas cosas y que de alguna manera podría marcar un futuro; pensemos en los cuestionamientos que nos hacemos si hay una tarea social en nuestro entorno en la que podríamos participar, pero para ver qué clase de personas son las que van a participar.

Y pensemos en las ciertas reticencias o desconfianzas que no las decimos pero las tenemos por dentro ante un inmigrante, un latino que haya venido de América, alguien que haya llegado de más allá de las fronteras de Europa, o una persona de color que haya llegado a nuestras tierras, ya fuera en patera o por cualquier otro medio; y vemos a la hija que se ha hecho muy amigable de aquel muchachito de color y comenzamos a preguntarnos de donde viene, y quien es, y qué hace, y no se cuántas cosas más… De muchas maneras, sutiles muchas veces, seguimos llevándonos por las apariencias.

Sucede hoy como ha sucedido siempre, pero no significa que ésas tengan que ser nuestras posturas. La elección que Jesús hace en aquella ocasión de alguien a quien invita a seguirle produce muchos comentarios, o en una palabra, no era bien vista por todos, como no lo eran las compañías de las que se rodeaba Jesús.

En lo que hoy nos relata el evangelio vemos que Jesús al pasar por delante de la garita de un recaudador de impuestos, se detiene e invita a aquel hombre al que todos consideraban un publicano para seguirle y para estar con El. Leví está allí en sus tareas de cobrador de impuestos, de cambista o prestamista que era algo que iba unido en aquella profesión y pasó Jesús le dijo ‘Sígueme’, y nos dice que ‘se levantó y lo siguió’.

Podría haber tenido otros criterios Jesús en la elección de sus seguidores, y sobre todo de aquellos que luego de una manera especial iba a llamar para ser los apóstoles. Como un día se había detenido al pie de aquella higuera para decirle al que estaba escondido entre sus ramas que quería hospedarse en su casa, y era también un publicano.

Los fariseos, los maestros de la ley eso no lo entienden ni lo entenderán nunca. ‘Vuestro maestro come con publicanos y pecadores’, les echarán en cara a los discípulos de Jesús. ¿Cómo es que os mezcláis con tan variada gente sin mirar a quien Jesús está escogiendo?, podría ser la consideración que de alguna manera en su crítica le estaban haciendo. ¿Es que también vosotros os mezcláis con todos, sea quien sea?

Quizá sea una consideración que aun nosotros llevamos en nuestro interior. Algunas veces seguimos sin entender, o no nos atrevemos a dar el paso a la manera de Jesús. Tenemos que ser sinceros con aquellas consideraciones que nos hacíamos para comenzar esta reflexión. Tendríamos que analizarlo en nuestras actitudes personales, en las cosas que realizamos y que no les damos importancia, pero que de alguna manera ocultan esas discriminaciones que tantas veces en la vida vamos haciendo.

Tendríamos que analizarlo en nuestro actuar como iglesia en nuestras comunidades, porque quizá seguimos reservando puestos de honor, porque quizás seguimos dejando a la puerta aquellas personas que no nos agradan, porque quizá aun no todos se sienten a gusto en nuestras comunidades porque notan ciertas miradas quizá compasivas, pero que no siempre son las miradas limpias y llenas de amor de quienes sabemos acogernos los unos a los otros.

El relato del evangelio nos interpela, nos interroga por dentro; no nos quedemos en juzgar las actitudes de las gentes en los tiempos de Jesús sino que ahí tenemos que ver cómo eso quizá se está reflejando de alguna manera en nuestras actitudes o en nuestra manera de actuar. El relato nos anima a abrir los ojos con una mirada nueva y distinta, a que evitemos esas miradas superficiales con las que vamos tantas veces en la vida, fijándonos solo en apariencias, buscando honores o reconocimientos, pero no teniendo la apertura de corazón que nos pide Jesús. Sepamos descubrir el misterio de Dios que se oculta en cada persona y aprendamos entonces a amarla de verdad.

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