lunes, 20 de diciembre de 2021

Necesitamos la fe, la humildad, la confianza y la disponibilidad de María para hallar gracia ante Dios y en nosotros también se realicen maravillas

 


Necesitamos la fe, la humildad, la confianza y la disponibilidad de María para hallar gracia ante Dios y en nosotros también se realicen las maravillas del Señor

Isaías 7, 10-14; Sal 23; Lucas 1, 26-38

¿Cómo ve voy a atrever a pedir eso? Es quizás la desconfianza de no sentir que merecemos que se nos escuche; el temor ante quien tendríamos que presentarnos para hacer esa petición pero que lo consideramos un ser tan importante, que no pensamos que ni nos pueda atender. Lo necesitaré, pero quien soy yo para atreverme a hacer tal petición.

Y no me refiero ya a nuestras relaciones humanas con aquellas personas que consideramos importantes y poderosas y ante quienes no sabemos cómo vamos a hacerle una petición tan importante o necesaria; en este caso pienso en lo que pudiera ser nuestra relación con Dios. Sabemos, es cierto, que de alguna manera apabullamos a Dios porque lo único que sabemos hacer es pedir, y nuestra oración no es otra cosa que una lista de peticiones que hacemos a Dios. Sin embargo, algunas veces dudamos, desconfiamos, de alguna manera parece que no nos atrevemos. El respeto al santo Nombre de Dios se puede convertir en un miedo.

‘No lo pido, no quiero tentar al Señor, mi Dios’, le decía Ajaz al profeta cuando este le decía que pidiera una señal en aquellas situaciones difíciles en las que se encontraban. El profeta quería darle señales de que Dios estaba con él, pero no quería tentar al Señor, su Dios, como decía. Pero la señal se le dará, una señal que fue importante en aquel momento, pero que se convierte en señal mesiánica, porque nos hablará de una presencia nueva de Dios en medio de  nosotros.

¿Temor ante la presencia de Dios? Nos parece que eso es cosa solo del Antiguo Testamento, en que Dios se manifestaba también en signos portentosos de la propia naturaleza – recordamos el Sinaí donde Dios se les manifiesta en medio de la tormenta de la montaña -, pero puede ser algo que siga pesando en nuestro corazón.

Hoy tenemos que escuchar las palabras del ángel a María. ‘No temas, porque has encontrado gracia ante Dios’. Y es que María se sentía sobrecogida por la presencia del ángel que le manifestaba la presencia y cercanía de Dios y lo que el ángel le anunciaba. No comprendía el sentido de sus palabras y se puso a rumiar en su corazón para encontrar un significado. Pero María había encontrado gracia ante Dios, y en María íbamos todos a encontrar esa gracia, ese regalo de Dios que era su salvación que se iba a manifestar en Jesús, el hijo que había de nacer de María, el Emmanuel. ‘No temas…’ le ha dicho el ángel.

Dios se nos va a manifestar en una cercanía maravillosa. De ahora en adelante para nosotros va a ser Emmanuel, Dios con nosotros. Y así nos prometerá Jesús al final del evangelio que estará con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos. Hoy estamos contemplando ese momento maravilloso. Dios se ha acercado a María, que es la agraciada del Señor, para ser gracia salvadora para todos nosotros. María se va a ver inundada por el Espíritu Santo ‘y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra y el santo que va a nacer de ti, le dice el ángel, será llamado Hijo de Dios’.

Se va a realizar la maravilla de la Encarnación. Y Dios quiere contar con María. No es ya que nosotros no nos atrevamos a acercarnos a Dios, sino que será el mismo Dios que se quiere acercar a nosotros y quiere contar con nosotros, quiere contar con María. Y ahí aparece la disponibilidad de María, la generosidad de su corazón, la humildad de quien se siente la sierva del Señor, aunque comenzará a reconocer que el Señor en ella está realizando cosas grandes. María, la que siempre ha estado en las manos de Dios, no puede negarse, ‘aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra’, le dice al ángel.

¿Qué nos queda a nosotros cuando contemplamos esta escena del evangelio? ¿Qué nos queda a nosotros cuando así nos sentimos también agraciados y regalados del Señor que comenzar a caminar con la misma disponibilidad de María, con la misma generosidad en nuestro corazón?

Son los pasos que tenemos que seguir dando en este camino de Adviento cuando ya tenemos tan cercana la Navidad. Reconozcamos que el Señor quiere hacer también obras grandes en nosotros. Pero necesitamos la fe y la humildad de María, la confianza y la disponibilidad de María. No temamos, también nosotros hallamos gracia ante Dios porque el Señor está volviendo su rostro sobre nosotros para inundarnos con su salvación.

 sava

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