lunes, 11 de octubre de 2021

La vida de cada día, la historia pasada o la historia que estamos haciendo en los acontecimientos que vivimos son una lección y pueden ser una llamada del Señor

 


La vida de cada día, la historia pasada o la historia que estamos haciendo en los acontecimientos que vivimos son una lección y pueden ser una llamada del Señor

Romanos 1,1-7; Sal 97;  Lucas 11,29-32

Los golpes de la vida nos enseñan, decimos algunas veces en el sentido de que lo que nos va sucediendo en la vida tendría que ser para nosotros una lección de la que aprendiéramos. Ojalá tuviéramos la sabiduría de saber leer los acontecimientos de cuanto nos sucede para de ahí tomar lecciones para nuestra vida.

Pero tendríamos que decir que no solo es lo que a nosotros nos suceda sino que hemos de tener esa mirada sabia a la historia. No son solo acontecimientos que guardamos en la memoria sino que podrían ser lecciones para nuestra vida. en fin de cuentas esos acontecimientos de la historia fueron consecuencia de decisiones que tomaron unos hombres o unos pueblos, que con aciertos o con errores desencadenaron esos sucesos; no es que nosotros vayamos a juzgar con criterios de hoy lo sucedido en otros tiempos, porque no estábamos allí o los criterios que tenían no son los mismos que los nuestros y porque en fin de cuenta son también consecuencias de una cultura, pero sí podemos aprender de ellos para que muchas cosas no se repitan en lo malo o aprendamos para lo bueno.

En lo que leemos hoy en el evangelio Jesús les recuerda algunos momentos de la historia de su mismo pueblo. Jesús de alguna manera se queja de la dureza de corazón de aquellos que lo oían pero realmente no lo escuchaban, contemplaban sus signos en los milagros que realizaba pero se hacían sus interpretaciones, y no sabían descubrir la sabiduría que Jesús les estaba transmitiendo cuando les anunciaba el Reino de Dios y cómo habían de vivirlo. Y ahora le piden signos y señales pero no han sabido descubrir la sabiduría de Dios.

Jesús les recuerda a Jonás y la ciudad de Nínive, como también a la Reina del Sur que vino a escuchar a Salomón. La predicación de Jonás, aunque en principio se había resistido a aceptar la misión que Dios le confiaba produjo su fruto, porque los ninivitas lo escucharon y se convirtieron al Señor. De la reina de Saba les recuerda que había venido desde lejanas tierras porque quería empaparse de la sabiduría de Salomón, cuya fama se había extendido por todas partes. Y allí ahora había alguien mayor que Salomón, con sabiduría divina porque era la misma Palabra de Dios encarnada y sin embargo no querían escucharle. Por eso les dice Jesús que los ninivitas con Jonás y su predicación y la reina del Sur se convertirán para ellos en un signo en su contra.

Esto nos tiene que hacer pensar en nosotros, en nuestra vida, en la respuesta que damos a la Palabra de Dios; esto tendría que hacernos pensar también en las señales que Dios va poniendo en el camino de nuestra vida que pueden ser para nosotros en llamadas de Dios a nuestro corazón. Algunas veces pensamos que aquellos acontecimientos más duros y negativos que nos puedan suceder o que puedan suceder en nuestro entorno pueden ser esos avisos que Dios nos da; ojalá supiéramos leerlos. Pero es que también en las cosas positivas que nos suceden, en lo bueno que podamos ver en los demás también tenemos que encontrar ese estímulo para nuestra vida, esa llamada que nos despierte para que nosotros actuemos también así.

Quiero pensar también en los momentos duros que estamos viviendo en nuestra tierra con el volcán que está arrasando la isla de La Palma, pero quiero resaltar la hermosa ola de solidaridad que se ha despertado en la gente de todos los lugares; no solo es la acogida que mutuamente se están realizando aquellos pueblos a favor de los que se han quedado sin nada o los que por precaución han tenido que abandonar sus casas, sino la respuesta de tanta gente de todos los lugares que están ofreciendo su ayuda con generosidad y desprendimiento.

Son lecciones que a todos nos tienen que despertar. Es ese leer la historia y también lo que en este mismo momento nos está sucediendo con una visión positiva y de esperanza, para no decaer en la lucha, para mantenerse firmes a pesar de lo doloroso de la tragedia. Quizás nosotros vivamos alejados de esas situaciones, aunque en nuestra solidaridad no los podemos olvidar, pero también esa lucha, ese esfuerzo, esa solidaridad que vemos en los demás tenemos que sentirlo como una llamada fuerte en nuestro corazón. Son las lecciones de la vida, de la historia, no solo de lo pasado, sino de la historia que ahora mismo estamos viviendo.

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