miércoles, 1 de septiembre de 2021

La Iglesia tiene que inventarse caminos nuevos para ir al encuentro de los hombres y mujeres de nuestro tiempo porque a ellos también hemos de hacer el anuncio del Reino

 


La Iglesia tiene que inventarse caminos nuevos para ir al encuentro de los hombres y mujeres de nuestro tiempo porque a ellos también hemos de hacer el anuncio del Reino

Colosenses 1,1-8; Sal 51; Lucas 4, 38-44

Saber retirarse a tiempo, es una frase que escuchamos y poco menos tenemos como principio sobre todo cuando las cosas no marchan bien, cuando consideramos que es necesario retirarse a un lado para dejar paso a otros que puedan realizar la labor mejor que nosotros. Esto que como principio quizás tenemos muy claro sin embargo no vemos que sea frecuente en la vida, porque nos aferramos al lugar que ocupamos, la función que nos ha confiado que aunque veamos que somos un fracaso, no damos el brazo a torcer, no nos retiramos. Pero estamos mencionando el caso quizás de cuando las cosas no funcionan, pero cuando marchan bien y tenemos éxito muchos menos vamos a pensar en dar un paso a un lado, sino que quizás en un populismo que nos agrada queremos seguir manteniéndonos en el candelero.

Pero no vemos en el evangelio que esa sea la manera de actuar de Jesús. Había sido bien aceptado en la sinagoga de Cafarnaún, al llegar a casa de Simón Pedro se encuentra a la suegra enferma y la cura, a la puerta al atardecer – tengamos en cuenta que era sábado y hasta que no llegara el atardecer poco se podía caminar – se agolpan a la puerta trayéndole multitud de gente enferma para que los cure y hasta los endemoniados curados gritan proclamando quien es Jesús.


Pero Jesús no va buscando esos populismos, Jesús no está en la búsqueda del éxito, su misión es el anuncio del Reino de Dios y aquellos milagros son los signos y señales de la llegada del Reino de Dios. Pero el Reino de Dios no son gritos ni aclamaciones en su honor; es una transformación grande que se ha de ir realizando en el corazón de las personas y Jesús tiene que llevar esa buena nueva a los demás. Por eso a la mañana siguiente muy temprano se va a un lugar apartado; allá lo buscan, vienen diciéndole que hay mucha gente que lo busca allí en Cafarnaún, pero Jesús dice que tiene que ir a otra parte, que para eso ha venido. ‘Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado’.

Siempre hemos de estar en camino. Un camino que no es la búsqueda de éxitos y aclamaciones, un camino que significa esfuerzo y superación, un camino como nos enseñará en otro momento que hemos de hacer en total disponibilidad e incluso en pobreza, un camino impulsado por el amor. Un camino que es anuncio que se ha de llevar más allá, que ha de llegar a todos, no solo a los que ya por sí mismos vienen o los tenemos a nuestra mano. Así vemos a Jesús, no se queda en Cafarnaún donde ya han visto los signos y todos ahora le buscan; es Jesús el que sale a la búsqueda, el que va al encuentro con los demás, también allí donde no le han escuchado o donde no le conocen.

Es la tarea que hoy tiene que seguir haciendo la Iglesia, es la tarea de quienes creemos en Jesús y queremos seguirle. Y esta manera de actuar de Jesús tiene que hacernos pensar cuando los cristianos nos rodeamos de tantas comodidades, cuando solo buscamos lo fácil, cuando nos quedamos donde siempre y dándole vueltas siempre a lo mismo.

Es la Iglesia que tiene que estar siempre en camino de búsqueda para ir al encuentro de los que no están, de los que no vienen, también de los que no quieren escuchar; y sin embargo nos quedamos demasiado dentro de nuestros templos y nuestros salones parroquiales, pero no vamos a esa periferia como tantas veces nos está repitiendo el papa Francisco.

La Iglesia tiene que inventarse caminos nuevos para ir al encuentro de los hombres y mujeres de nuestro tiempo; que ya no vivimos en tiempos de cristiandad donde parecía – y digo parecía – que todos ya estábamos convertidos y convencidos, pero vemos como ya no somos tantos, nuestros templos se nos quedan grandes y vacíos, y no nos podemos quedar pensando o añorando los suntuosidades de otros tiempos. Necesitamos solo un bastón y unas sandalias para hacer el camino y el manto que llevamos puesto, por eso de cuántas cosas tendremos que desprendernos.

Pero Jesús nos está diciendo que tenemos que ir a otros lugares también a hacer el anuncio del Reino.

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