domingo, 8 de agosto de 2021

Comer a Jesús significa hacer vida nuestra todo lo que es la vida de Jesús, impregnarnos de su vida de manera que ya no es nuestra vida sino su vida para vivir en Dios para siempre

 


Comer a Jesús significa hacer vida nuestra todo lo que es la vida de Jesús, impregnarnos de su vida de manera que ya no es nuestra vida sino su vida para vivir en Dios para siempre

1Reyes 19, 4-8; Sal. 33; Efesios 4, 30–5, 2; Juan 6, 41-51

Esto sí que es vida, lo habremos escuchado, lo habremos dicho quizás; cuando encontramos algo que nos satisface plenamente, que nos parece que nos da la mejor felicidad, que trata de saciarnos en nuestros apetitos y deseos, cuando nos encontramos satisfechos y felices después de lo que hemos vivido, de la fiesta que hemos celebrado, de la comida que hemos compartido.

Es cierto que tiene ciertas connotaciones demasiado materiales en referencia aparentemente solo a nuestros apetitos y deseos, pero creo que de alguna manera no está diciendo algo más. Queremos vivir, queremos tener la mejor vida, queremos disfrutar de la vida, no queremos que esa felicidad se acabe, deseamos que una vida así dure para siempre.  Y cuando sentimos que eso además se nos da como un regalo, algo así como que más felices nos sentimos. Tenemos hambre y sed de muchas cosas que satisfagan nuestro vivir.

Me vienen a la mente dos peticiones a Jesús que aparecen en distintos momentos en referencia a ese vivir. Dame de esa agua para que no tenga más que tener que venir al pozo a sacar el agua, para que no tenga nunca más sed, le dice la samaritana a Jesús cuando El le dice que es el agua viva y que bebiendo de esa agua no se volverá a tener sed; comprendemos cómo entendía aquella mujer lo de la sed y del agua, pero manifiesta unas ansias que todos llevamos dentro. Y ahora en este pasaje del capitulo 6 de san Juan los judíos le dirán a Jesús que les dé de ese pan; les ha hablado de un pan que da vida y que quien lo come no tendrá más hambre jamás, y para verse así satisfechos, y ya sabemos cómo, le piden ese pan. ‘Danos siempre de ese pan’.

Pero la felicidad que Jesús nos ofrece, la vida de la que Jesús nos está hablando, ¿se refiere solamente a lo material de la vida? Aquella felicidad de la que hablábamos cuando decíamos que ‘esto sí es vida’ ¿se refiere solo a esa vida humana con todas sus connotaciones materiales? ¿Es solo eso lo que buscamos y deseamos? Poniéndonos a pensar seriamente nos damos cuenta que vivir es algo más, y buscamos un sentido de la vida, buscamos una sabiduría del vivir que nos conduzca por otro camino que nos de una felicidad total. Y es lo que nos está ofreciendo Jesús; por eso nos pide escuchar su Palabra, por eso nos pide creer en El.

Cuando hoy nos está diciendo que es el verdadero pan bajado del cielo y el que le come vivirá para siempre, de eso nos está hablando. Es Jesús ese pan que viene del cielo y nos sacia plenamente; es Jesús esa Palabra que nos viene de Dios y que nos revela la sabiduría más excelsa para que podamos llegar a darle un sentido de plenitud a la vida; lo que nos dice de vivir para siempre que es vivir en plenitud total, en una felicidad tal que no se ve mermada por ninguna cosa.

Como hoy nos vuelve a repetir, no se trata de un pan bajado del cielo, como el maná, que Moisés les dio en el desierto; claro que aquel maná tenía un sentido y un significado más grande y más intenso que las interpretaciones ordinarias que se hacían de él. No era solo un alimentar a unos cuerpos hambrientos, lo que Moisés les estaba ofreciendo, sino que con Moisés vino también la ley de Dios, que era todo un sentido de vivir. La ley no solo era una reglamentación de la vida y de la vida de aquel pueblo para saber lo que tenían o no tenían que hacer, sino que era un sentido de vivir desde la fe que tenían en Dios.

Ahora con Jesús vamos a tener no simplemente una ley sino toda una sabiduría que dará sentido de plenitud a todo nuestro vivir. Ya no era un maná que apareciera en las mañanas sobre el campamento, sino que es la misma sabiduría de Dios que Jesús va a sembrar en nuestros corazones para que le podamos dar todo el mejor sentido a nuestra vida. Creer en Jesús no es simplemente aceptar unas reglas o unas normas; creer en Jesús es comer a Jesús que se hace pan de vida y pan de sabiduría para nosotros.

Igual que el pan con que nos alimentamos se hace vida en nosotros porque sentiremos en nuestro cuerpo toda la energía que nos proporciona ese alimento, Jesús nos dice que El es Pan de vida para que le comamos; y comer a Jesús significa hacer vida nuestra todo lo que es la vida de Jesús. ¿La energía de Dios? Comer a Jesús es impregnarnos de su vida de tal manera que ya no es nuestra vida sino la vida que El derrama y derrocha en nosotros. Y cuando comemos a Jesús de esa manera todo será nuevo para nosotros, todo es una vida nueva y distinta, todo será vivir en Dios para siempre. ‘Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre’, nos dice.

Claro que le pediremos que nos dé ese pan para no volver a tener hambre, para tener la vida en plenitud. Y vivir la vida de Jesús sí que es vida, y de la mejor.

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