miércoles, 21 de abril de 2021

Mucho tenemos todavía que andar, muchos pasos que dar para que nuestra vida de verdad se centre en El porque nos fiamos de El, porque en El ponemos toda nuestra confianza

 


Mucho tenemos todavía que andar, muchos pasos que dar para que nuestra vida de verdad se centre en El porque nos fiamos de El, porque en El ponemos toda nuestra confianza

Hechos de los apóstoles 8, 1b-8; Sal 65; Juan 6, 35-40

Algunas veces es bueno sabernos situar en el marco en que fueron pronunciadas las palabras de Jesús, la situación que se vivía en aquel momento porque nos lleva por una parte a una mejor comprensión de lo que Jesús quería transmitirles, pero también porque nos ayuda a situarnos en nuestro propio marco cuando escuchamos a Jesús y su Palabra que es una Palabra viva, una Palabra de vida va a llegar a nuestra vida de una forma concreta en el momento en que vivimos.

Podríamos decir quizás que la situación que vivían los que escuchaban a Jesús era una situación de desesperanza; un poco podíamos decir se habían apagado sus esperanzas en el hecho de estar sometidos a los romanos por una parte con lo que su propia identidad como pueblo se veía mermada, pero era una situación de pobreza y desorientación porque tampoco tenían unos dirigentes que pudieran despertar esas ilusiones y esperanzas de algo nuevo.

La presencia de Jesús fue como un rayo de luz para aquellas gentes; por eso el evangelista en un momento determinado recuerda las profecías que hablaban de esa luz que aparecía en los territorios de Zabulón y Neftalí que un poco se correspondían con la región de Galilea donde apareció aquel profeta de Nazaret. Ansiosos se iban detrás de Jesús no importándoles en ocasiones de pasarse días de un lado para otro en búsqueda de seguirle y escuchar aquella palabra que despertaba esperanzas en sus corazones.

Es lo que había sucedido y había provocado aquella milagrosa multiplicación de los panes para aquella multitud que llevaba días detrás del camino de Jesús. Parte de aquella gente que había comido el desierto de manos de Jesús era la que ahora le buscaba en Cafarnaún y le escuchaba en su sinagoga. Y Jesús les está pidiendo que en verdad pongan su fe en El. Les promete que quienes le escuchen van a encontrar una luz para sus vidas y no se sentirán defraudados. Es un nuevo pan el que Jesús les ofrece, no solo el que alimenta los estómagos sino el que da valor y sentido a sus vidas. Pero han de aprender a fiarse, a confiar, a creer en El. Por eso les promete vida para siempre, vida eterna, resurrección.

Jesús está señalándoles que El no ha venido a realizar otra cosa sino lo que es la voluntad del Padre del cielo. La historia de Israel no ha sido otra cosa sino descubrir  que Dios para ellos siempre quiere la vida, quiere la salvación. Toda la historia de Israel es una historia de salvación porque es la historia de ese actuar de Dios que ama a su pueblo con quien realiza una Alianza y Dios es fiel, de la fidelidad de Dios no podemos desconfiar.

Quienes hemos roto esa alianza hemos sido nosotros los hombres cuando olvidamos los caminos de Dios, cuando queremos hacernos nuestros propios caminos y hasta nuestros propios dioses porque nosotros mismos incluso en nuestro orgullo nos endiosamos para desobedecer a Dios. Pero Dios mantiene su alianza y ahora se está manifestando en su Hijo, en Jesús a quien hemos de escuchar y a quien hemos de seguir porque para nosotros tiene palabras de vida eterna.

Y nosotros ¿cómo escuchamos hoy esta Palabra de Dios? ¿Qué mensaje tiene para nosotros? Tampoco son fáciles los momentos que vivimos. Muchas cosas se nos han venido abajo, muchos proyectos se han quedado en nada, muchas ilusiones se han visto rotas, a la fuerza sentimos como nuestra vida ha cambiado en muchos aspectos aunque no lo terminamos reconocer, vislumbramos que un mundo nuevo tiene que surgir de todo cuanto nos está sucediendo, pero seguimos también con nuestros temores, nos cuesta emprender algo nuevo porque también significaría un cambio grande para nuestras vidas y en el fondo nos hemos hecho conservadores de lo que tenemos y de lo que no nos queremos arrancar.

Y Jesús también nos pide a nosotros que pongamos toda nuestra confianza en El. Sus palabras también quieren despertar esperanza y una nueva ilusión en nuestros corazones, pero seguimos aferrados a las cosas de siempre y tenemos nuestros miedos en el corazón. Nos cuesta ver lo que nos ofrece, nos cuesta descubrir que El es verdad el Pan de vida para nosotros porque para nosotros tiene un nuevo sentido que de valor a lo que hacemos, a lo que es nuestra vida.

¿Pondremos toda nuestra confianza en El? ¿Nos dejaremos conducir por su Palabra, dejar que su luz ilumine nuestras vidas y nos tomamos en serio eso de comerle para tener vida para siempre y resurrección en el último día? Mucho tenemos todavía que andar, muchos pasos que dar para que nuestra vida de verdad se centre en El.

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