martes, 23 de marzo de 2021

Vamos a mirar muy bien cuando sea levantado en lo alto para descubrir todo el misterio de Jesús, encontrar respuesta a la pregunta que hacemos y conocer a Jesús por su amor y por su entrega


 

Vamos a mirar muy bien cuando sea levantado en lo alto para descubrir todo el misterio de Jesús, encontrar respuesta a la pregunta que hacemos y conocer a Jesús por su amor y por su entrega

Números 21, 4-9; Sal 101; Juan 8, 21-30

Si queremos conocer en verdad a una persona no nos fijamos solo en las apariencias ni incluso en las cosas que pueda decirnos de sí misma; claro que conocer a una persona es creer en ella y hemos de saber dar un margen de confianza viendo y escuchando lo que dice pero es algo más hondo que unas palabras lo que nos puede llevar a ese conocimiento de la persona. Por eso lo normal es fijarnos en su vida, cómo vive, cómo actúa en las diferentes circunstancias y como siempre estamos queriendo poner a prueba o lo que es lo mismo pedir pruebas nos fijamos en los momentos duros que viva esa persona porque será cuando mejor la conozcamos.

Damos por supuesto que nos acercamos a la persona con todo respeto porque es meterse en el ser de alguien que cada uno manifiesta a quien quiere o con quien más confianza tiene, pero tenemos que apuntar también la sinceridad con que nosotros nos acercamos, sinceridad que es poner a juego la autenticidad nuestra como personas.

Hoy en el evangelio vemos que directamente le preguntan a Jesús ‘y ¿quién eres tú?’ una pregunta que de una forma o de otra está en el fondo del mensaje de todo el evangelio. En ocasiones formulada así de forma directa pero que en el fondo está siempre presente en la mente de los judíos de su época, como puede sigue estando presente en los hombres de todos los tiempos. Aquellas reacciones, por ejemplo, de las gentes de su pueblo Nazaret cada vez que Jesús se acerca por allá, en que mencionaban a sus padres, a José el carpintero, o a sus parientes más cercanos que probablemente sigan viviendo por allá es un poco querer recordar o resaltar lo que es la identidad de Jesús.

Ahora preguntan porque en cierto modo se sienten desconcertados. Desconcertados entre lo que la mayoría piensa de Jesús que no ha habido nadie que haya hablado igual ni tenido el poder espiritual con que Jesús se manifiesta, mientras los principales del pueblo, los dirigentes judíos y entre ellos los fariseos, y los escribas, y los sacerdotes y los distintos grupos están en oposición manifiesta en contra de Jesús que incluso se rumorea que están intentando apresarle para quitarlo de en medio.

Pero están las palabras de Jesús que no terminan de entender porque están queriendo comprender que Jesús se manifiesta en verdad como hijo de Dios, enviado por el Padre con una misión muy concreta. Si fuera el Mesías prometido como algunos ya incluso se atreven a insinuar, nunca habían escuchado que el Mesías se presentara como el Hijo del Padre; pero por otra parte están los signos que realiza, porque nunca nadie ha visto cosa igual y son signos que manifiesta el poder de Dios que se hace presente en las obras que Jesús hace. ‘¿Quién eres tú?’ le preguntan, ¿Quién es este hombre? a su vez se preguntan a sí mismos, porque barruntan que tiene que ser un profeta bien poderoso.

¿Será acaso la pregunta que también nosotros llevamos en el corazón y que de alguna manera no nos atrevemos a decir en voz alta? Porque aunque nos decimos cristianos – discípulos y seguidores de Jesús – no siempre vemos las cosas claras y en nuestro interior también pueden aparecer dudas y preguntas que algunas veces no sabemos ni como expresar. ¿Será la pregunta que nosotros le hagamos también directamente a Jesús? Ese puede ser un camino verdadero de oración, para dejarnos enseñar, para dejarnos conducir, para ir con total sinceridad, con apertura del corazón, con humildad.

Y Jesús nos dice hoy que cuando sea levantado en lo alto entonces sabrán bien quién es El. Ya sabemos que el centurión romano que dirigía el operativo de la crucifixión de Jesús al final terminará reconociendo ‘este hombre era inocente’.

Pero ya reflexionábamos antes diciéndonos que en los momentos duros es cuando mejor conocemos a las personas porque sabremos de las verdaderas motivaciones de su vida, veremos el por qué de su vida que le puede llevar a momentos tan trascendentales, la manera madura de actuar y de reaccionar ante esos momentos difíciles. Por eso vamos a mirar muy bien cuando sea levantado en lo alto para descubrir todo el misterio de Jesús, para encontrar la respuesta a esa pregunta que hacemos, para conocer a Jesús por su amor y por su entrega, para conocer bien el motivo de su cruz y de entregar su vida.

Miremos a lo alto como miraban los judíos en el desierto a lo alto de aquel estandarte de la serpiente de bronce para descubrir lo que era el amor y la misericordia del Señor que les perdonaba una y otra vez a pesar de sus infidelidades, y ahora nosotros mirando a lo alto de la cruz descubriremos toda la hondura de lo que es la misericordia del Señor. Y es que ahí en lo alto de la cruz estaremos descubriendo el verdadero rostro de Dios, que siempre es de amor y de misericordia. ¿Moverá eso algo nuestra vida?

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