miércoles, 3 de marzo de 2021

Nos cuesta entender el camino del Reino que ha de pasar siempre por el camino del servicio, de la humildad, del amor, del perdón como Jesús en la cruz

 


Nos cuesta entender el camino del Reino que ha de pasar siempre por el camino del servicio, de la humildad, del amor, del perdón como Jesús en la cruz

Jeremías 18, 18-20; Sal 30; Mateo 20, 17-28

Con lo que yo había hecho por esas personas… es el pensamiento, la queja llena de dolor y que al mismo tiempo se hace oración cuando sentimos la ingratitud de las personas, cuando nos vemos maltratados, criticados, vilipendiados si todas nuestras intenciones eran buenas, lo que queríamos era hacer el bien, incluso a esas personas que ahora nos critican y maltratan tanto bien quisimos hacerle. Pero son las tornas que tantas veces se vuelven en contra en la vida, que nos produce mucho dolor, que hasta sentimos una rabia interior casi con ganas de tirarlo todo por la borda y no volver actuar así, porque hasta nos sentimos como tontos y el hazmerreír de las gentes. Experiencias duras y llenas de amarguras a las que a veces tenemos que enfrentarnos.

Es lo que nos expresa hoy el profeta Jeremías cuando se ve rodeado de aquellas gentes a las que había querido servir desde la Palabra del Señor anunciada y además en los momentos tan difíciles por los que pasaba el pueblo. ‘¿Se paga el bien con el mal?, ¡pues me han cavado una fosa! Recuerda que estuve ante ti, pidiendo clemencia por ellos, para apartar tu cólera’.

Este texto del profeta y que refleja situaciones semejantes por las que habremos pasado en alguna ocasión nos sirve además de paralelo al texto del evangelio que hoy se nos propone. Van subiendo a Jerusalén y Jesús les anuncia todo lo que allí va a suceder. Es un anuncio repetido con pocos versículos por medio en aquel camino. Allí va a ser entregado Jesús en manos de los gentiles y le darán muerte. Por medio ha estado también el episodio de la transfiguración en el monte para fortalecer la fe de los discípulos. Pero a los discípulos les cuesta entender.

En otro momento sería Pedro el que trataría de quitarle esas ideas de la cabeza de Jesús. ‘Eso no te puede pasar’, le dirá de manera que Jesús lo aparta de su lado porque le dice que lo está tentando como el diablo. Pero ahora serán otros dos de los discípulos los que vendrán con sus sueños porque no han terminado de entender las palabras de Jesús. En este caso se valen de la madre, que intercede por ellos. ‘Que estos dos hijos míos estén uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu Reino’. La ambición por los primeros puestos que tantas veces ha aflorado.

‘¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?’ es el interrogatorio de Jesús, y que bien podrían comprender porque Jesús les ha hablado hace unos instantes de su pasión y de su muerte. Muy lanzados dirán que sí, creo que sin pensarlo demasiado de manera que Jesús les dice que beberán el cáliz, pero los primeros puestos los tiene reservado el Padre del cielo.

Tampoco lo entenderán por lo que Jesús insistirá que entre ellos no puede suceder como entre los poderosos de este mundo, que andarán dándose de codazos por colocarse en los primeros puestos. Jesús les dirá que los primeros puestos son para los que se hacen los últimos – es para quienes los tiene reservado el Padre del cielo como tantas veces Jesús ha repetido en el evangelio -  y que hay que hacerse el último y el servidor de todos. Aunque eso no sea comprendido, aunque eso parezca un bajarse de nivel, aunque eso tenga la resonancia de aquello que le paso a Jeremías que se dio por los demás e incluso intercedió por ellos y ahora por esos mismos se ve vilipendiado y perseguido.

Aquello que decíamos al principio que nos costaba tanto aceptar y nos dolía con rabia por dentro, pero es que en el camino de Jesús estamos para servir y para hacer el bien, aunque no seamos correspondidos, aunque se nos pongan en contra, aunque tengamos que sufrir mucho dentro de nosotros.

Es el camino del amor que será el que nos dará la verdadera felicidad, el que en verdad nos hará grandes, por donde tenemos que caminar para ser los primeros, pero no en excelencias sino en las posturas del servicio, de la humildad, de la entrega generosa, del olvidarnos de nosotros mismos. En silencio, sin grandes alardes, amando siempre sin medida, abriendo el corazón al amor, siendo capaces de interceder también por aquellos que nos injurian, que Jesús en la cruz dijo ‘Padre, perdónales porque no saben lo que hacen’.

 

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