jueves, 11 de febrero de 2021

Nos pide Jesús un corazón nuevo, unas nuevas actitudes, una forma distinta de actuar donde han de resplandecer los valores del evangelio y del Reino de Dios

 


Nos pide Jesús un corazón nuevo, unas nuevas actitudes, una forma distinta de actuar donde han de resplandecer los valores del evangelio y del Reino de Dios

Génesis 2,18-25; Sal 127; Marcos 7,24-30

Con la lectura de este evangelio, con el episodio de la cananea, que tantas veces, al menos en alguna de sus partes, tan difícil se nos ha hecho para interpretar he traído a la memoria una situaciones que ahora estamos viviendo en Europa, ahora mismo en nuestra tierra canaria, y en tantos lugares del mundo y que de alguna manera en este mismo evangelio podemos encontrar luz para hacer una lectura digna.


Algunos con excesivo dramatismo están ya diciendo que estamos viviendo una invasión, en nuestro caso canario, de africanos; en sus pateras o en los pobres medios de los que disponen se lanzan al mar a la aventura de llegar a nuestras tierras con su sueño de ir a Europa. Y ya nos van apareciendo los problemas, porque como dicen algunos se sienten invadidos, realmente la acogida que se les da no termina de ser todo lo humana que tendría que ser, porque algunas veces nos cuesta comprender los dramas que hay detrás en esas familias que han dejado en sus tierras, en la pobreza de sus vidas tan angustiosa que se lanzan al mar buscando una salida y un nuevo sol para sus vidas.

Y el problema lo encontramos en la reacción que por parte de nuestras gentes se tiene ante esta situación, que nos vuelve egoístas e insolidarios, que termina haciendo de nosotros unos racistas, en unas discriminaciones y encerronas nada humanas para estas personas, en los juicios de valor que nos hacemos cuando algunos piensan que les vienen a robar sus trabajos y sus medios de vida, en los casi apartheid en que queremos convertir los campamentos que se han levantado de acogida no siempre en las mejores condiciones.

Yo a mi gente canaria les recordaría que inmigrantes hemos sido nosotros y pocas son las familias canarias que en distintos momentos de nuestra historia algunos de sus miembros tuvieron que emigrar, en nuestro caso canario sobre todo a América, en condiciones muchas veces muy deshumanizante. Se suele decir, en el camino nos encontramos, pero es que tendríamos que decir que  ya hicimos nosotros ese camino, porque emigrantes fuimos o nuestros padres y no lo olvidemos.

 ¿Cómo tendríamos que reaccionar hoy? Nos decimos tan avanzados en muchas cosas pero algunas veces nos faltan grados de humanidad, y todavía seguimos fijándonos en el color de la piel o en el lugar de donde proceden quienes llegan a nuestro lado. ¿No estaremos diciendo de alguna manera y con mucha crueldad que el pan de los hijos no se lo queremos dejar comer a los perritos?

Ya sé que esa es la frase que nos duele en este pasaje del evangelio, pero pensemos si acaso nuestras actitudes insolidarias y hasta racista en ocasiones no son peores que aquella frase que dice Jesús como para poner a prueba la fe de aquella mujer. Aunque pareciera en principio que Jesús la evitara sin embargo estaba hablando con aquella mujer, algo había en su mirada y en las actitudes de su acogida que aquella mujer descubría lo que era en verdad el corazón de Jesús para insistir con toda confianza en que iba a ser escuchada.

Ya sé que muchas veces nos hacemos explicaciones sobre que esa era la manera de tratar los judíos a los que no fueran de su raza, pero Jesús quiere venir cambiando nuestros corazones y cambiando la manera en que hemos de saber acoger siempre a los demás. Nos pide Jesús un corazón nuevo, unas nuevas actitudes, una forma distinta de actuar y pudiera ser hasta escandaloso que en unos lugares donde decimos que somos cristianos y seguidores de Jesús nuestras actitudes con el inmigrante, ya sea africano o latinoamericano, ya sea del este de Europa o ya venga de los más lejanos lugares tendrían que ser totalmente distintas.

¿Dónde está el corazón nuevo del que se dice seguidor de Jesús? ¿Dónde están esos valores del evangelio que en nuestras actitudes, en nuestras posturas, en nuestra manera de actuar tendrían que resplandecer? Empeñados tendríamos que estar para que entre todos encontremos soluciones a estos problemas en lugar de estar peleándonos desde unos intereses partidistas como tantas veces vemos a nuestros dirigentes. Pero no olvidemos que eso es tarea de todos, de nosotros también.


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