miércoles, 21 de octubre de 2020

Qué bonita podemos hacer la vida cuando le damos un valor y un sentido a lo que hacemos poniendo generosidad en el corazón y llenándonos y queriendo llenar el mundo de amor

 


Qué bonita podemos hacer la vida cuando le damos un valor y un sentido a lo que hacemos poniendo generosidad en el corazón y llenándonos y queriendo llenar el mundo de amor

Efesios 3, 2-12; Sal.: Is. 12, 2-6; Lucas 12, 39-48

Confianzas y desconfianzas, se nos entremezclan en la vida. Es necesario caminar con confianza en la vida, porque de lo contrario los miedos nos absorben, merman nuestra libertad de movimientos, no nos dejan ser lo que en verdad somos, porque siempre estaremos ocultando parte de nosotros mismos.

Cultivamos la confianza en la familia, entre los amigos, ampliamos aunque en cierto modo temerosamente – lo que significa que ya la confianza no es total – nuestro círculo de posible confianza a compañeros de trabajo o a vecinos pero quizá no nos atrevemos a llegar muy lejos. Quizás los palos de la vida muchas veces nos han hecho desconfiar y no somos ya nosotros mismos cuando andamos así. Pero reconocemos que es bien necesaria.

Es la confianza que ofrecemos o es la confianza que otros han depositado en nosotros. Podíamos decir que nos sentimos como honrados cuando alguien nos ha manifestado su confianza, ya sea porque nos ha hablado de sí mismo, ya sea porque confiando en nosotros ha puesto en nuestras manos cosas importantes que le afectan a los otros o que pueden afectar incluso a la comunidad.

Es la confianza que han puesto en nosotros cuando nos han confiado una responsabilidad, cuando llegamos a ocupar un lugar en la sociedad donde podemos incluso tomar decisiones que puedan afectar a los otros. Y decimos tenemos que hacernos merecedores de esa confianza.

La confianza que han puesto los padres en los hijos cuando se les ha educado bien y los ven crecer con responsabilidad y vemos que van adquiriendo por una parte esa confianza en sí mismos para tomar decisiones responsables o van adquiriendo la confianza de otros que quizás ponen muchas cosas en sus manos. Y los padres se sienten orgullosos porque han sabido confiar en sus hijos y ayudarlos a crecer.

Pero es también lo que un educador siente al ver el desarrollo personal de aquellos a los que se les ha confiado en la tarea de la enseñanza y la educación, aunque a veces haya sido algo muy costoso.

Es la confianza mutua de la pareja que caminan juntos, que saben trazar planes juntos, que se respetan en la particularidad del carácter o la manera de ser de cada uno sin pretender imponerse ni restar lo más mínimo los valores del otro.

Es la confianza de los amigos que se confían sus secretos, con quienes se cuenta para planes de futuro, que saben ofrecerse desinteresadamente ese don maravilloso de la amistad.

Yo me atrevería decir, llegado este momento, que la confianza es el fruto maduro del amor y de la amistad verdadera. Cuando amamos confiamos, porque confiamos crece nuestra amistad y nuestro amor, con el amor sabemos caminar juntos en la vida confiando los unos en los otros, y en el amor y la amistad nos sentimos estimulados para esa cercanía y esa confianza.

Cuando hacemos las cosas dándole la profundidad del amor, cuando hacemos las cosas no por un mero cumplimiento rutinario sino porque sabemos que han confiado en nosotros se nos abren muchas posibilidades en la vida, caminamos con una satisfacción grande en el corazón por aquello que hacemos, nos sentimos más felices y con nuestra felicidad ayudamos también a la felicidad de los demás.

Las responsabilidades no son cargas pesadas sino algo que hacemos con gusto porque amamos; la vida a pesar de las dificultades no se nos convierte en un martirio sino que afrontamos todo con esperanza de que hasta de las espinas pueda brotar una bella flor y una fragancia que perfume la vida.

Hoy nos habla Jesús en el evangelio de la responsabilidad con que hemos de tomarnos la vida que no es un juego ni es un azar, sino que en ella todos tenemos una función y hemos de desarrollar muchas posibilidades, que no actuemos desde el temor, sino desde la entrega generosa del amor porque así en verdad vamos a ser más felices. Esto es evangelio para nosotros, porque sentimos que con Jesús la vida se convierte en algo nuevo y algo que podemos llenar de dicha y de felicidad.

Qué bonita podemos hacer la vida cuando le damos un valor y un sentido hondo a lo que hacemos porque ponemos generosidad en el corazón y nos llenamos y queremos llenar el mundo de amor. Con qué confianza caminamos a pesar de las dificultades, porque sentimos que el Señor que nos ama sigue confiando en nosotros.

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