miércoles, 15 de julio de 2020

Abramos los ojos para dejarnos cautivar por tantos que desde su humildad y sencillez se abren a Dios y sigamos su ejemplo


Abramos los ojos para dejarnos cautivar por tantos que desde su humildad y sencillez se abren a Dios y sigamos su ejemplo

Isaías 10, 5-7. 13-16; Sal 93; Mateo 11, 25-27
La gente humilde y sencilla nos cautiva. Aunque quizás nosotros muchas veces andemos con nuestros sueños de grandeza y hasta de poderío. Podrían decirnos que son cosas contradictorias y que lo que tenemos es probablemente un conflicto interior, pero es que así andamos confundidos por la vida con nuestras aspiraciones y apetencias. Algunas veces nos sentimos confundidos por los que van por la vida con muchas apariencias, que se sienten poderosos y avasallan o manipulan a los demás, que de alguna manera quizás deseamos ser así ‘de listos’ como ellos. Son tentaciones que nos confunden.
Pero eso no es obstáculo para que cuando nos encontremos con una persona humilde y sencilla, una persona vemos claramente que no tiene malicia ni maldad en su corazón, que nos puede parecer ingenua en su manera de actuar porque nunca es capaz de pensar mal de nadie y en todo se confía, que incluso en su humildad trata de pasar desapercibida pero que sabemos bien que tiene sus valores, que sabe bien por donde camina aunque no esté haciendo alardes, que no tiene grandes apetencias ni pretensiones en la vida, sino que calladamente su preocupación es hacer las cosas bien, se preocupa de los demás sin ningún aspaviento, nos sintamos cautivados por personas así. No siempre las sabemos descubrir porque no hacen ruido pero cuando las encontramos podríamos decir que nos estamos encontrando un tesoro.
Personas sencillas y humildes que no hacen mucho ruido como decíamos, pero sin embargo nos damos cuenta de la riqueza de su vida que no son bienes materiales sino una sabiduría de la vida que les hace vivir con sentido todo lo que hacen. Personas reflexivas en su silencio que parece que nada saben, pero quizá una palabra suya en un momento determinado nos da más luz que los que hacen alarde de grandes sabidurías.
Son personas de interioridad que aunque nos parezca que van con la cabeza gacha todo el día, su mirada se eleva sobre las cosas materiales para ir más allá en búsqueda de lo que en verdad trasciende sus vidas. Son personas en su sencillez abiertas a Dios y que nos dan testimonio de una fe sencilla pero muy profunda y bien arraigada en el Señor. Son personas que saber contemplar y admirar las maravillas que hace el Señor y que son capaces de ver donde quizá nosotros no habíamos reparado. Seguro que alguna vez habremos tenido la suerte de encontrarnos personas así y nos sentimos felices por dejarnos cautivar por su humildad y sencillez. Confieso que en los ojos de mi mente estoy contemplando personas así que me he encontrado a lo largo de la vida.
Es de lo que nos está hablando hoy Jesús en el evangelio. Da gracias al Padre porque ha revelado las maravillas de Dios no a los sabios y entendidos sino a los humildes y a los sencillos. ‘Así te ha parecido mejor’, dice en su oracion al Padre. Son aquellas personas humildes y sencillas que le seguían, que era capaces de admirarse de las maravillas de Dios que muchas veces solo ellos eran capaces de descubrir.
 ‘Nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar’, termina diciéndonos Jesús. ¿Y quienes son precisamente los que se beben las palabras de Jesús para llegar a conocer a Dios? Fijémonos en el evangelio los que siguen de cerca de Jesús, los pobres, la gente sencilla, los enfermos y los que nada tienen, los que son discriminados de todo el mundo y los pecadores. Pero son los que con espíritu humilde se acercan a Jesús, escuchan a Jesús, se enriquecen con los misterios de Dios que Jesús nos quiere revelar.
¿Estaremos nosotros aprendiendo a acercarnos a Dios con ese espíritu humilde y sencillo para llevar nuestra vida a plenitud y encontrar toda la trascendencia de eternidad en la Palabra de Jesús? Abramos los ojos para dejarnos cautivar por tantos que desde su humildad y sencillez se abren a Dios y sigamos su ejemplo.

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