miércoles, 20 de mayo de 2020

Nos promete Jesús el Espíritu de la Verdad que nos conduce a la Sabiduría para que vivamos la verdad de Dios en nuestra vida que nos llene de plenitud



Nos promete Jesús el Espíritu de la Verdad que nos conduce a la Sabiduría para que vivamos la verdad de Dios en nuestra vida que nos llene de plenitud

Hechos 17, 15. 22 — 18, 1; Sal 148; Juan 16, 12-15
Vivimos en un mundo saturado; es tal la avalancha de noticias e informaciones que nos llegan a cada minuto, acontecimientos que se suceden no solo en nuestra cercanía sino que nos llegan noticias de ellos aunque sucedan en los lugares más lejanos del planeta, gente que vamos conociendo y que va aumentando cada día los ‘amigos’ de las redes sociales que parecen ya listas interminables, no solo informaciones sino comentarios de los más variados que se nos ofrecen por todos lados en cualquier medio de comunicación que abramos, que al final no sabemos que hacer con tantas cosas, como poner orden a esa maraña que se nos va formando en nuestro interior, y parece que el disco duro de nuestra mente ya no da para más.
¿Cómo poner orden en todo ese caos que se nos forma? ¿Quién nos dice lo que es verdaderamente importante y lo que hemos de dejar a un lado? ¿Merece la pena estar al tanto de tanta información que nos llega que al final no sabemos procesar? Es necesario hacer una parada, detenerse para ver lo que verdaderamente merece la pena, encontrar en medio de todo ese caos lo que nos ayude de verdad y nos acerque de una manera distinta a los demás.
Los apóstoles y los discípulos de Jesús también se veían saturados. Habían comenzado a seguir a Jesús porque se sentían atraídos por sus palabras y por los gestos que iba realizando; su cercanía a la gentes, la acogida que hacia de cuantos tenían el corazón lleno de dolor, las esperanzas que se iban suscitando en sus corazones, los signos que realizaba les abrían sus mentes a un mundo nuevo que todos deseaban. Por eso algunos querían estar más cerca de El, y muchos fueron los llamados de manera especial por el Maestro para seguirle.
En la medida que le iban conociendo eran muchas cosas nuevas las que descubrían en su corazón pero también Jesús comenzaba a decirles y a enseñarles nuevas cosas, nuevas actitudes para vivir, nuevos caminos que habían de recorrer. Se sentían desbordados. Ahora era lo que sentían inminente con los anuncios que había hecho y lo que ellos intuían que sucedía a su alrededor donde había algunos que querían quitarlo de en medio y esto concordaba con lo que Jesús les anunciaba. Parece que ya nada más cabía en sus cabezas.
Por eso Jesús en su despedida, porque todo lo que estaba sucediendo en aquella tarde noche en aquella cena pascual parecía que tenía ese sentido de despedida, Jesús les promete que estará con ellos para siempre aunque será de un modo nuevo, Jesús les promete la presencia del Espíritu que desde el Padre había de enviarles.
Es lo que ahora les anuncia. Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir’. Son muchas las cosas que Jesús les ha enseñado y no han sabido hasta ahora digerirlas, aunque estando Jesús con ellos y explicándoles El una y otra vez. ¿Cómo será en su ausencia? ‘El os lo enseñará todo, os guiara hasta la verdad plena’.
Es el Espíritu del Señor que sigue presente en su Iglesia, el Espíritu del Señor que podemos sentir también en nosotros, en nuestro corazón. Es el Espíritu que os guía y nos conduce a la verdad plena, es el Espíritu que nos llena de la Sabiduría de Dios, es el Espíritu que inspira en nuestro corazón lo bueno que hemos de realizar, es el Espíritu que nos fortalece contra la debilidad y el mal que nos acecha, es el Espíritu que caminará siempre a nuestro lado para liberarnos del mal, es el Espíritu que pone orden en nuestro corazón, es el Espíritu que nos hace descubrir la verdad, es el Espíritu del que hemos de dejarnos conducir.

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