jueves, 7 de mayo de 2020

Mensajeros del evangelio, enviados de Jesús con la misión del anuncio del Reino de Dios, no para anunciarse a si mismos, sino para ser fieles a la misión de quien los envía


Mensajeros del evangelio, enviados de Jesús con la misión del anuncio del Reino de Dios, no para anunciarse a si mismos, sino para ser fieles a la misión de quien los envía

Hechos 13, 13-25; Sal 88; Juan 13, 16-20
En la vida social, política, económica o administrativa es normal el actuar para determinadas acciones que haya que realizar a través de unos representantes que en nombre de quien representan – valga la redundancia – actúan con todos los poderes que han recibido de quien los envía para poder actuar en su nombre. Mientras no le es revocado dicho poder, en muchos casos notarial, actúan en nombre de sus representantes con todos sus poderes. No actúan por si mismos o según su particular criterio sino conforme a quien los envía, pues actúan en su nombre y no en nombre propio. Son los representantes del pueblo en un parlamento y en un gobierno, son los que reciben un acta notarial de poder para realizar determinadas acciones administrativas, son los embajadores que en nombre del gobierno de su estado actúan como sus representantes ante otros gobiernos o entidades de diversa índole.
Me hago esta previa introducción a nuestra reflexión en torno al evangelio para intentar comprender todo el alcance y sentido que tienen las palabras de Jesús a sus discípulos. Los considera sus enviados; ese es también el sentido de la palabra apóstol, el enviado, que en nombre Jesús tiene la misión de anunciar el evangelio. No actuamos en nombre propio, no somos los protagonistas, actuamos en el nombre de Jesús y con el mensaje de Jesús pues somos sus enviados. De eso es de lo que nos está hablando Jesús en el texto que hoy escuchamos.
Esto nos tiene que hacer pensar en la solemnidad y en la responsabilidad de fidelidad que he de tener el anuncio del evangelio por parte de quienes de manera especial tienen esta misión. Con el texto del evangelio estamos pensando en los apóstoles, y con ello quienes como sucesores de aquellos apóstoles tienen también esa misión dentro de la Iglesia.
Responsabilidad de fidelidad por parte de quien tiene que hacer el anuncio del evangelio, pero también de lealtad y de escucha fiel por parte de todos aquellos a los que se  nos hace el anuncio del evangelio. Con qué seguridad han de hacer ese anuncio, y la seguridad no la tienen por si mismos porque se sientan como poseedores de ese mensaje sino por cuanto como enviados tienen la certeza de la asistencia del Espíritu de Jesús para hacer tal anuncio. Saben que no están actuando solos y por si mismos sino con la fuerza y la misión que han recibido del Señor. Es una exigencia para si mismos para que no se anuncien a si mismos, sino que sean fieles al mensaje del evangelio; no son sus ocurrencias e interpretaciones particulares lo que tienen que anunciar sino el mensaje del evangelio de Jesús. Mal servicio le hacen al evangelio cuando solo anuncian esas ocurrencias más o menos en ocasiones gracias del momento.
Con qué respeto tenemos que escuchar ese anuncio, con qué sinceridad hemos de tener esos oídos atentos y abiertos para recibir con fidelidad el mensaje, con qué disponibilidad y apertura del espíritu hemos de ir al encuentro con la palabra del Señor que se nos anuncia. Qué buena tierra bien preparada hemos de procurar ser para que caiga esa semilla en nosotros y pueda dar fruto. Qué fe hemos de tener que nos da la seguridad de que quien nos hace ese anuncio es un mensaje del Evangelio, un enviado del Señor.
Pero al mismo tiempo tenemos que hacernos otra consideración. Esa misión del anuncio del mensaje del Evangelio no está reservada solo para unos determinados mensajeros – aunque en la Iglesia tengamos unos ministros sagrados que han recibido esa especial misión – sino que es misión de todo cristiano. Todo cristiano tiene que ser con el testimonio de su vida, pero también con el anuncio de su palabra un mensajero del evangelio, alguien que se siente también enviado del Señor con esa misión de ser testigo, de dar testimonio ante el mundo que le rodea. Nos tenemos que sentir también los enviados del Señor, los mensajeros del evangelio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario