viernes, 10 de enero de 2020

Necesitamos una buena noticia que nos haga ver la luz en medio de tantas oscuridades y los que creemos en Jesús la tenemos en nuestras manos ¿qué hacemos?


Necesitamos una buena noticia que nos haga ver la luz en medio de tantas oscuridades y los que creemos en Jesús la tenemos en nuestras manos ¿qué hacemos?

1Juan 4, 19–5, 4; Sal 71; Lucas 4, 14-22a
Ya no les prestamos atención a las buenas noticias o será acaso que no hay buenas noticias que lleguen a nosotros. Son tantas las cosas impactantes que recibimos a cada momento a través de los medios de comunicación que quizá tendríamos que detenernos un poco y respirar cuando en medio de tantas calamidades aparece una buena noticia. Nos cansamos de todo y sobre todo, valga la redundancia, que lo que nos llega sea la mayor parte desagradable y no haga sino en abundar en las violencias que cada día nos envuelven, y no precisamente con papel de regalo. Terremotos, incendios, asesinatos, corrupción, mentiras y falsedades… son tantas las cosas que al final no queremos oír nada y si acaso llega una buena noticia queda traspapelada y perdida en ese cajón de desastres.
Es importante todo esto que voy reflexionando porque es constatar unas realidades, pero también como seguidores de Jesús tenemos que hacer que esas cosas cambien, no nos podemos conformar quedándonos con los brazos cruzados. Tenemos que aprender a destacar las cosas buenas aunque sean pequeñas e imperceptibles, porque son semillas poderosas que a la larga pueden darnos buenos frutos.
Hoy contemplamos en el evangelio que Jesús va a su pueblo de Nazaret. Desde el comienzo de su actividad pública se había establecido en Cafarnaún pero ahora vuelve a su pueblo y el sábado se presenta en la sinagoga, como era su costumbre. Le ofrecen hacer la lectura del profeta y hace el comentario. Y con la palabra del profeta en la mano les viene a decir que es el Ungido del Espíritu que trae una buena noticia para los pobres, que habrá libertad para los cautivos y que llega el año de gracia del Señor. Pero lo más importante y radical es decirles que eso ya se está comenzando a cumplir. ‘Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír’.
Una buena noticia que es anuncio de libertad y de perdón, una buena noticia de manera especial para los pobres y para los que se sienten cautivos, cautivos en la cárcel o cautivos en sus limitaciones, ciegos, cojos, inválidos... En aquel momento podríamos decir que aquello era revolucionario, porque era un cambio radical lo que se anunciaba. La buena noticia no era para los poderosos o los que sentían bien, la buena noticia era para los pobres y para los que sufrían. Y no era algo para otro tiempo sino que era algo para ‘hoy’. Hoy se cumple, porque allí está el ungido del Señor, el enviado con el poder del Espíritu. Comenzaba una vida nueva, comenzaba un mundo nuevo.
¿No necesitamos hoy nosotros escuchar también esa buena noticia? Pobres, cautivos, con multitud de limitaciones e imposibilidades en nuestro mundo en crisis y desorientado, en ese mundo de mentiras y de falsedad que vivimos, en ese mundo inquieto pero al que le falta la paz, que ha perdido su norte, en ese mundo en que los que se creen poderosos solo actúan desde sus intereses y les falta una visión amplia para ver lo mejor que necesita nuestra sociedad y trabajar por ello, en esa lucha de poder que vemos que cada día aflora con un matiz nuevo pero no para mejorar sino para hundirnos más en nuestras crisis que no hacen vislumbrar la posibilidad de un mundo mejor. Miremos lo que hacen los dirigentes de nuestra sociedad, veamos por el camino que nos llevan o nos quieren llevar como corderitos porque quien no piense como ellos ya no las tiene todas consigo.
Necesitamos una buena noticia que nos haga ver la luz en medio de tantas oscuridades. Nosotros los creyentes en Jesús tenemos esa buena noticia en nuestras manos, porque tenemos el evangelio de Jesús, pero ¿qué estamos haciendo con esa buena noticia? ¿En qué se nota que nos sentimos comprometidos con ese evangelio? ¿Qué es lo nuevo que le ofrecemos a nuestra sociedad desde esos valores en los que creemos? Podría seguir diciendo o preguntándome muchas cosas, pero es hora de que cada uno nos pongamos a pensar seriamente pero seriamente a comprometernos.

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