martes, 7 de enero de 2020

Cuando se reciben influencias desde distintas corrientes hay desconcierto y desorientación, ni se sabe el camino ni se sabe la meta hacia la que se quiere caminar


Cuando se reciben influencias desde distintas corrientes hay  desconcierto y desorientación, ni se sabe el camino ni se sabe la meta hacia la que se quiere caminar

1Juan 3, 22–4, 6; Sal 2; Mateo 4, 12-17. 23-25
Aunque cuando iniciemos el tiempo ordinario la próxima semana comencemos a hacer una lectura continuada del evangelio y los primero que contemplemos sea el inicio de la predicación de Jesús en Galilea, en estos días que nos restan del tiempo de la Navidad después de la Epifanía del Señor que celebrábamos ayer contemplaremos también diversos momentos de ese inicio de la predicación de Jesús.
Es bien significativo que los inicios se sitúen en Galilea, en los alrededores del lago de Tiberíades, pero ya lo había anunciado el profeta como hoy mismo escuchamos. Y es significativo por el impacto que representa la predicación de Jesús en aquellos pueblos, ya en los límites geográficos de Palestina y muy en contacto también con otros pueblos y otras religiones. Por eso el profeta la llama ‘Galilea de los Gentiles’, no en vano no están lejos de aquellas ciudades de la Decápolis muy helenizadas y con fuertes influencias paganas. Es en las cercanías de Siria y recordamos lo que significó el poder del rey Antíoco y los Seléucidas en el intento de helenización también de todo el territorio de Israel que tantos mártires y tantas luchas originó.
¿Una región que andaba en tinieblas? Esas influencias externas hacían también más liberales a los galileos, aunque allí también se formaron aquellos grupos que luchaban contra el poder del extranjero como fueron los zelotes, al que en su origen pertenecieron quienes luego serían discípulos de Jesús y del grupo de los doce apóstoles. Cuando se reciben influencias desde distintas corrientes muchas veces se produce el desconcierto y la desorientación y quien anda desorientado es como si caminara en tinieblas porque ni sabe el camino ni sabe la meta hacia la que quiere caminar. Cuántas veces en la vida andamos de esa manera. Cuántos interrogantes se nos producen en nuestro interior que si no encontramos respuesta es como si andáramos ciegos por la vida.
Y allí, situando el centro de su predicación en Cafarnaún por la importancia que este lugar tenia junto a la orilla del lago pero como cruce de caminos y de culturas comenzó el actuar de Jesús. ‘Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos. Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo’.
El anuncio del Reino que para creer en él es necesario darle la vuelta al corazón. Es algo nuevo, algo distinto, un sentido nuevo de la vida, de las cosas, de la religión, de la relación con los demás. Lo irá explicando enseñando en las sinagogas, nos dice, aprovechando el encuentro de los sábados de todos para escuchar la ley y para la oración. Pero no se quedaba ahí, sino que donde tenia ocasión hacía el anuncio, ‘recorría toda Galilea’.
Pero un anuncio que iba acompañado de las obras, de los signos de ese Reino de Dios, ‘curando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo’. Porque si vivimos en el Reino de Dios no puede seguir dominándonos el mal, tiene que desaparecer todo aquello que nos hace sufrir. Por eso aquellas obras que hacia cuando curaba a los enfermos eran los signos de la vida nueva, del Reino nuevo.
Escuchemos nosotros también el anuncio y el mensaje. Lo necesitamos aunque nos creamos convertidos, porque hemos de reconocer que sigue habiendo tinieblas y oscuridad en la vida. Decimos que andamos influenciados desde lo externo, desde lo que el mundo nos ofrece, es cierto, pero también en nosotros hay falta de voluntad y de constancia. Vivimos en ocasiones a impulsos y aquello que ahora nos impulse con más fuerza sin nosotros tenemos que poner mucho de nuestra parte, es lo que nos lleva y nos arrastra. Despertemos ante este anuncio profético de Jesús.


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