jueves, 28 de noviembre de 2019

En el sentido de nuestra fe cristiana no cabe la angustia ni el temor ante el final de la vida y de la historia, es tiempo de esperanza como nos dice Jesús ‘se acerca nuestra liberación’


En el sentido de nuestra fe cristiana no cabe la angustia ni el temor ante el final de la vida y de la historia, es tiempo de esperanza como nos dice Jesús ‘se acerca nuestra liberación’

Daniel 6, 11-27; Sal. Dn 3,68-74; Lucas 21, 20-28
Aunque queramos ir muchas veces de estoicos por la vida, diciendo que nada nos preocupa, que esos temas del final de los tiempos y de otros mundos y de otra vida son frutos de imaginaciones y sueños nacidos de la incultura y no sé cuantas cosas más que queramos decir, sin embargo hemos de reconocer que allá en el fondo de nosotros mismos nos queda la duda, aparece una cierta inquietud y hasta angustia, porque como solemos decir, ¿y si todo eso es verdad? El mundo ha de acabarse un día ¿un cataclismo final? Ahora que tanto hablamos de medio ambiente y de la destrucción del planeta es que algo nos tememos para ese final.
Ahora que estamos en el final del año litúrgico se nos presentan en la Palabra de Dios unos textos con un sentido apocalíptico de final y de final envuelto en medio de catástrofes y de guerras. Lo hemos venido escuchando estos días que Jesús ha comenzado a hablarnos en el evangelio de esos últimos tiempos y habla de algo inmediato para lo que podían estar muy sensibles los judíos como era la destrucción de Jerusalén y el templo. Pero se entremezclan cosas, porque ayer escuchábamos esa profecía de la historia donde los cristianos íbamos a ser perseguidos y pasar por tiempos difíciles. Hoy, podemos decir, se da un paso mas pues se habla incluso de cataclismos de carácter cósmico.
¿Todo eso para que nos entre el pánico, la angustia y el temor? De ninguna manera porque el mensaje de Jesús siempre es para la esperanza y para la paz. No nos puede faltar porque si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El verdadero sentido del Apocalipsis es la esperanza, la esperanza del triunfo final. Y todas esas señales son los signos de la venida del Señor a nosotros. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación’, nos dice hoy Jesús.
El sentido apocalíptico del final de los tiempos era algo muy presente en el pensamiento del pueblo de Dios. Pero todo era para una invitación a la esperanza, pero para prepararnos para ese encuentro definitivo con el Señor. En ese lenguaje oriental tan rico en imágenes y comparaciones, los últimos grandes profetas habían hablado de esos últimos tiempos, como había sido por ejemplo el profeta Daniel. Claro que según tengamos nuestra conciencia podrá surgir el temor y la angustia en nuestro corazón.
Por eso Jesús nos repetirá continuamente en el evangelio también con muchas imágenes como hemos de estar preparados para ese momento final. Las lámparas encendidas en nuestras manos, como las jóvenes que esperaban al novio para la boda, el traje de fiesta para participar en el banquete, el administrador que tiene que estar atento para el cuidado de los que trabajan en casa, o el criado vigilante para abrir la puerta apenas venga y llame el ama, la fe que continuamente Jesús pedía a quienes acudían a El son algunas muestras de esa preparación que ha de haber en nuestra vida.
Y esto es algo serio que tenemos que pensarnos. No nos gusta pensar en ese momento final de nuestra vida; quizá nos preocupamos de preparar nuestros asuntos materiales con tema de las herencias para evitar problemas en el futuro, pero poca trascendencia le damos a esos momentos de nuestra vida para prepararnos para nuestro encuentro con el Señor.
El viene como ladrón en la noche cuando menos lo esperamos, como nos dirá en otro lugar, y para ello hemos de estar atentos y preparados. Quien ha purificado su corazón acogiéndose a la misericordia del Señor nada teme porque nos confiamos al que es compasivo y misericordioso, y para nosotros entonces será en verdad el momento de nuestra liberación. Si ahora te llama el Señor, te pide la vida, ¿estarás con la conciencia realmente preparada?

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