jueves, 3 de octubre de 2019

No es solo el camino que nosotros buenamente hagamos sino que Jesús nos pone en camino para ser instrumentos de paz como anuncio del Reino de Dios


No es solo el camino que nosotros buenamente hagamos sino que Jesús nos pone en camino para ser instrumentos de paz como anuncio del Reino de Dios

Nehemías 8, 1-4ª. 5-6. 7b-12; Sal 18; Lucas 10, 1-12
En camino vamos por la vida. En camino hacia algo, hacia vivir la propia vida con todo lo que nos sucede o con todo lo que nos vamos encontrando. No queremos quedarnos estancados en lo mismo y vamos en búsqueda, aun con la incertidumbre de lo que vamos a encontrar sin embargo con la curiosidad de lo nuevo que puede ir apareciendo ante nosotros.
Aunque siempre nos encontremos quizá en un mismo lugar o rodeados de las mismas personas sin embargo algo nuevo nos va saliendo a nuestro encuentro en esa convivencia con los demás, en el trabajo que realizamos, en el hogar en que vivimos, o también en cosas insospechadas que se van presentando ante nosotros. En nuestros deseos está el ir hacia algo nuevo, hacia otros lugares, hacia mundo distintos, y si podemos viajamos porque queremos conocer otros mundos, otras culturas, otro paisaje de la vida porque no queremos quedarnos en lo mismo.
En ese camino o en ese viaje de la vida deseamos que no nos falte paz y armonía, aunque ya sabemos que nos vamos a encontrar un mundo en guerra, un mundo en violencia porque en muchas ocasiones se hace difícil ese encuentro o esa convivencia entre personas y pueblos. Si en nuestro corazón hay buenos sentimientos nuestro deseo es la paz; y no pensamos solo en los grandes conflictos y guerras que asolan nuestro mundo en tantos sitios, sino que pensamos ahí en ese lugar cercano donde realizamos nuestra convivencia de cada día y fácilmente afloran también los conflictos y los desencuentros en los que quisiéramos también poner paz. El hombre, todo hombre, toda persona creo que a pesar de los pesares tiene sentimientos y deseos de paz en su corazón y tendría que ser siempre un instrumento de paz.
Y eso que estamos viendo y sintiendo que es algo que tendría que como connatural a la vida de toda persona, vemos que para nosotros los cristianos es una misión especial. Es lo que escuchamos hoy en el evangelio del envío que Jesús hace de sus discípulos. Los llamó, los eligió y los escogió y los envió con la misión de la paz. Y porque lo importante que han de realizar ese anuncio de la paz, quiere Jesús que vayan desprendidos de todo, ni alforjas, ni dineros, ni previsiones sino abiertos a ese mundo, que no siempre va a ser fácil, pero en el que tienen que ser constructores de paz.
Es el saludo, es la primera palabra que han de pronunciar, es el gesto y actitud que han de llevar en sus vidas, es la disponibilidad de su corazón para llevar la paz y también para sentirse acogidos por aquellos con los que se van a encontrar. No llevan contratado por adelantado el hotel donde se van a hospedar, diríamos en lenguaje y rutinas de nuestros tiempos modernos, sino que simplemente se quedarán en la casa donde sean acogidos. Porque eso va a ser un signo también; si se sienten acogidos dirán ‘está cerca de vosotros el Reino de Dios’. En la actitud pacifica y de disponibilidad en la que van han de despertar los buenos sentimientos en aquellos con los que se encuentren y aflorará entonces la hospitalidad y la acogida, señales que son del Reino de Dios.
Si algún poder les concede Jesús es el de sanar y curar. Cuando se habla de sanar y curar es normal que pensemos en enfermos o en personas con discapacidades como pueda ser una invalidez, una ceguera o el ser sordomudo, pero cuando Jesús habla de sanar nos está enviando a algo más que curar uno cuerpos enfermos de sus discapacidades. En ese mundo lleno de conflictos y violencias con que nos encontramos, donde quizá se haga difícil la convivencia y falte la paz mucho hay que sanar en los corazones de los hombres para lograr ese mundo de paz.
Es la misión del discípulo, es la misión del cristiano también y especialmente hoy tendríamos que decir. Es la misión que tenemos en el mundo de ser, como decíamos antes, siempre unos instrumentos de paz, unos constructores de la paz. Ingente es la tarea. Es para lo que hoy Jesús nos pone en camino también a nosotros. No es ya solo el camino que nosotros buenamente hagamos, sino el camino nuevo que Jesús abre delante de nosotros para que nos pongamos en camino para ser constructores de paz en nuestro mundo hoy.

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