viernes, 28 de junio de 2019

Celebrar al Corazón de Jesús es querer sintonizar con el latido del amor de Dios para aprender a sintonizar con el corazón de los hombres nuestros hermanos



Celebrar al Corazón de Jesús es querer sintonizar con el latido del amor de Dios para aprender a sintonizar con el corazón de los hombres nuestros hermanos

Ezequiel 34, 11-16; Sal 22; Romanos 5, 5b- 11; Lucas 15, 3-7
‘Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones’.
Bella imagen la que nos ofrece el profeta y que recoge la liturgia en la celebración de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús que hoy estamos celebrando. La imagen del pastor es la imagen de su amor por las ovejas, que las cuida, las libra de peligros, las alimenta, camina con ellas buscando los mejores pastos, las reúne cuando se dispersan. Así el Señor en nuestra vida. La Imagen del Corazón eso quiere expresarnos.
No nos quedamos en un órgano del cuerpo sino lo que con él queremos expresar sobre todo en nuestra cultura. Es toda la ternura de la vida la que queremos expresar con el corazón; son los más nobles sentimientos, es la cercanía de quien se quiere tener en las entrañas más intimas de nuestra vida, es el mismo latir y sentir como la criatura que está en el seno de la madre y late al mismo ritmo de su corazón.
Es el latido del amor de Dios; es el latido con el que nosotros tenemos que sintonizar para caminar, para vivir en el mismo ritmo del amor de Dios. Somos discípulos porque queremos seguir sus huellas, somos sus hijos porque queremos tener el mismo latido de amor. Así con El queremos hacernos uno, así El quiere habitar en nosotros poniendo su morada en nuestro corazón.
Es lo que hoy queremos celebra, porque es lo que como cristianos queremos vivir. ‘Que sean uno como tu Padre y yo somos uno’, pedía Jesús en la oración sacerdotal de la ultima cena. Y es que cuando nosotros hoy queremos sentir el latido del amor del Corazón de Cristo porque queremos hacer sintonizar nuestro corazón y nuestra vida con el latido de Dios, con el amor de Dios, es que eso necesariamente nos tiene que llevar a algo más.
No podremos decir que hemos sintonizado con el latido de Dios cuando no hemos aprendido a sintonizar con el latido del corazón de nuestros hermanos. Desgraciadamente se produce demasiada arritmia en ese latido conjunto que tendríamos que tener con nuestros hermanos. Es lo que tenemos que curar.
Es como tenemos que sentir que el Buen Pastor viene para curar nuestras heridas, esa arritmia de nuestro corazón en nuestra relación con los demás. Dejémonos sanar por ese Buen Pastor que cura las enfermedades de nuestra alma, de nuestro espíritu. Reconozcamos esas arritmias porque somos débiles o porque somos tantas veces orgullosos e insolidarios.
No podemos celebrar con sentido esta fiesta del Corazón de Jesús mientras no nos dejemos curar, mientras no arrojemos lejos de nosotros esas arritmias de nuestros orgullos e insolidaridades, mientras no nos dejemos inundar por esa medicina divina que es el amor que Dios nos tiene.
Nos costará en ocasiones porque es fuerte nuestro orgullo y desamor, tenemos que dejar que ponga en nuestros ojos esos colirios divinos para que veamos con una mirada más limpia y más lúcida a los hombres nuestros hermanos que caminan a nuestro lado. Con esa mirada nueva se caerán esas escamas que perturban nuestra visión y nuestro corazón.
Dejemos que el Buen Pastor nos busque, dejémonos encontrar y dejémonos sanar para que así podamos entrar en esa nueva y hermosa sintonía del amor según el latido del Corazón de Dios.

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