lunes, 22 de abril de 2019

No le hagamos el juego al mundo que quiere la fe encerrada en el sepulcro sino que valientemente anunciemos la buena nueva de Jesús Resucitado


No le hagamos el juego al mundo que quiere la fe encerrada en el sepulcro sino que valientemente anunciemos la buena nueva de Jesús Resucitado

Hechos 2,14.22-33; Sal. 15; Mateo 28,8-15
‘Las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos…’ Seguimos viviendo la alegría de la Pascua. Nos contagiamos en el evangelio de la alegría que, primero las mujeres que fueron las primeras testigos y luego el resto de los discípulos, nos van transmitiendo.
Había ido al sepulcro solo con la preocupación de embalsar el cuerpo muerto de Jesús. La sorpresa fue grande porque la piedra estaba corrida y el sepulcro vacío; pero unos Ángeles del Señor les manifiestan que no busquen allí al crucificado. Ha resucitado y han de ir a comunicarlo a los discípulos.
Es la alegría con que corrían saliendo del huerto pero de pronto se encuentran con Jesús que les sale al paso. Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies’, nos relata el evangelista. Y reciben el mismo encargo, han de ser misioneras que comuniquen la buena noticia; nos enviadas también al encuentro con los demás discípulos para trasmitirle lo que han vivido, se han encontrado con Jesús resucitado.
Es importante esta alegría que vivimos al celebrar la Pascua de la resurrección del Señor. Pero hemos de fijarnos que siempre hay una misión. Los que tienen la experiencia de la resurrección no se pueden quedar con la noticia, con la experiencia para ellos; han de ir a comunicar, se convierten en mensajeros, misioneros de la Buena Noticia de la Resurrección. Es lo que nosotros tenemos que vivir. Ni nos podemos quedar encerrados en nuestras iglesias con nuestras celebraciones, ni nos podemos guardar esa alegría para nosotros.
No es fácil. Son muchos los que celebran de mil formas la semana santa. Son pocos los misioneros de la pascua. ¿Será para muchos como un paréntesis en la vida? Esta semana toca esto, y cerramos el paréntesis y seguimos con otra cosa, o seguimos con las cosas que nos ocupaban o preocupaban de antes como si nada hubiera pasado. Seguimos con la losa del sepulcro echada para mantenerlo bien cerrado. Inconscientemente los cristianos le hacemos el juego al mundo. Como aquellos sumos sacerdotes queremos poner guardias a la puerta del sepulcro  de Jesús para que no sea corrida la piedra, para dejarlo bien enterrado.
Es lo que gran parte de nuestra sociedad quiere realizar hoy con la fe, con la Iglesia, con los cristianos. Nos permiten acaso que tengamos unos días especiales y hagamos nuestras celebraciones de semana santa y hasta contribuyen a nuestras espectaculares procesiones y las convierten quizá hasta en fiestas de interés turístico. Pero cuando termina todo, a otra cosa. Quieren bien enterrada la fe, quieren bien enterrada la Iglesia, quieren bien calladitos a los cristianos.
La Iglesia no puede hablar porque enseguida la tacharán de no sé cuantas cosas, que si hacemos propaganda, que si eso son cosas de otro tiempo…. se montarán buenas campañas de desprestigio de la Iglesia y se aprovechará cualquier fallo o debilidad para hundir y para destruir, la voz de los cristianos más comprometidos se tratará de apagar o hacer que suene en segundo término para que no sean escuchados y ya sabemos cuantas cosas más en ese sentido nos vamos a encontrar.
No podemos hacerle el juego a nuestro mundo y creo que en eso estamos fallando con nuestra cobardía y con nuestras complacencias a tantas cosas siguiendo su rumbo o la hoja de ruta – como ahora se dice – que nos tienen trazada. Tenemos que levantar valientemente nuestra voz, pero la voz autentica del evangelio. No olvidemos lo que hoy escuchamos en el evangelio, aquellas mujeres, testigos de la resurrección de Jesús, fueron enviadas inmediatamente con la misión de anunciar al mundo que Jesús había resucitado. Es lo que tenemos que hacer.

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