lunes, 14 de enero de 2019

Sintonicemos con el Evangelio, con la Palabra de Jesús, sintamos que es algo  nuevo que llega a nuestra vida y dejémonos transformar


Sintonicemos con el Evangelio, con la Palabra de Jesús, sintamos que es algo  nuevo que llega a nuestra vida y dejémonos transformar

Hebreos 1,1-6; Sal 96; Marcos 1,14-20
Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio. Fue el primer anuncio de Jesús al comenzar su actividad en Galilea. Ha llegado el tiempo nuevo, ha llegado el tiempo del Reino de Dios. Una Buena Noticia comienza a resonar por las aldeas y ciudades de Galilea, de la que se hacen eco por todas las regiones de Palestina. Un nuevo profeta ha surgido, así al menos lo entienden las gentes que le escuchan.
Esa Buena Noticia entraña algo nuevo que hay que aceptar, y para creer en esa Buena Noticia hay que tener una actitud nueva en los corazones. Es necesario cambiar, es necesario convertirse. Es algo más que aquel bautismo que Juan proponía allá en la orilla del Jordán en el desierto de Judea. No es un simple arrepentimiento de lo bueno que se había hecho en el pasado, sino una transformación total de la vida, de las actitudes, de las posturas, de los comportamientos, de la forma de vivir. Como ya más adelante irá explicando aquel nuevo profeta, no se trata de arreglos y remiendos, sino de un nuevo tejido, unas nuevas vasijas, una nueva vida.
Pero aunque se presentaba con exigencias, que quizás sus oyentes en principio no eran capaces de calibrar en todo su sentido, ese Reino nuevo de Dios que anunciaba suscita esperanzas en los corazones, y las gentes acudirían a escucharle, y comenzaban a seguirle por los caminos, y ya comenzaba a haber gente que estaba dispuesta a estar siempre con Él en la esperanza de que todo iba a cambiar. Quizá todavía en sus mentes había confusiones poque pensaban más en un reino temporal en el concepto que se habían creado de la imagen del Mesías que había de venir, pero ahí estaban sus esperanzas para aquellas gentes atormentadas en su pobreza, que se veían a sí mismas envueltas en sufrimientos y angustias, que sentían la vara opresora sobre sus hombros y sobre su vida. Pero algo nuevo parecía que iba a comenzar.
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago… Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes…’ Y Jesús está allí donde están las gentes. Camina en medio de ellos; recorre la orilla del lago donde ahora están los pescadores que han regresado de su tarea preparando sus aperos para un nuevo día de trabajo. Y allí se detiene junto a ellos, porque para ellos es también ese anuncio del Reino de Dios y del cambio que ha de haber en sus vidas. Venid conmigo y os haré pescadores de hombres’, les dice a unos y otros. Y aquellos pescadores están dispuestos a todo. Dejan sus redes y sus barcas y se van tras Jesús.
Llega el momento en que nos detengamos en el relato y comencemos a mirarnos a nosotros mismos. Mirarnos a nosotros mismos para escuchar. Ese anuncio es hoy, aquí y ahora, también para nosotros. Es una Buena Noticia que tiene que llegar a nuestros corazones. Pero así como Buena Noticia. Y es noticia lo que sucede hoy, no lo del pasado que serían ya viejas noticias y como tales no hacen impacto. Cuando me cuentan algo que sucedió en tiempo pasado decimos que eso nos los sabíamos ya. La nueva noticia que nos llega ahora es lo que nos impacta, la que nos dice algo, la que nos hace ver las cosas nuevas o de manera distinta. Y eso tiene que ser el Evangelio para nosotros. Con esa apertura del corazón tenemos que disponernos a escucharlo. Y es así como nos impactará, nos dirá algo, nos propondrá algo nuevo para nuestra vida.
Sintonicemos con el Evangelio, con la Palabra de Jesús, sintamos que es algo  nuevo que llega a nuestra vida y dejémonos transformar. Será así como nos sentiremos hombres nuevos, como se realizará de verdad el cambio de vida, la conversión, el comenzar a caminar por derroteros nuevos. Hagamos esa sintonía de Dios en nuestro corazón.

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