martes, 25 de diciembre de 2018

Feliz navidad porque sepamos encontrarnos con Jesús a quien vemos en todos los hermanos que están a nuestro lado


Feliz navidad porque sepamos encontrarnos con Jesús a quien vemos en todos los hermanos que están a nuestro lado

Isaías 9, 1-3. 5-6; Sal 95; Tito 2, 11-14; Lucas 2, 1-14

‘Hoy  nos ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor’ así cantamos y repetimos una y mil veces, de mil maneras en esta noche y en este día de la Navidad del Señor. Copiamos las palabras del anuncio del ángel y también nuestro canto, nuestra alegría, nuestros gestos con toda nuestra vida quiere ser, tiene que ser también anuncio ante del mundo de que tenemos un Salvador, Jesús, el Señor.
Todo se viste de fiesta y de luz en este día. Por todas partes parece que se contagia la alegría y los buenos deseos surgen del corazón y son las palabras que brotan casi espontáneas de nuestra boca en estos días. Es Navidad. Todos celebramos la Navidad. Todos nos contagiamos de la alegría que se vive en estos días. Todo porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, Príncipe de la paz, el Señor, el Salvador.
En medio de las sombras de nuestro mundo – cuántas son las sombras que amenazan a la humanidad, que llenan de dolor a tantos hermanos nuestros – aparece una luz que nos llena de esperanza, una luz que brota de la gruta de Belén, pero que es una luz que nos viene de lo alto, el Sol de justicia y salvación que ilumina y da vida a todos los hombres.
Nos amargan, es cierto, las tristezas y dolores de las gentes, el sufrimiento y el dolor que padecen tantos en tan diversas circunstancias, el odio y la violencia que no cesa en nuestro mundo, la corrupción y la injusticia que envenena tantos corazones, las esclavitudes que siguen oprimiendo de mil maneras a tantos hermanos nuestros, y así tantas cosas más. Alguien podría pensar cómo podemos cantar llenos de alegría, como podemos andar felicitándonos unos a otros, deseándonos tantos parabienes si hay esas sombras a nuestro lado.
Y es que con Jesús nace la esperanza en nuestros corazones. La imagen de María y de José caminando en los oscuros caminos de Belén sin encontrar una posada y refugiándose en la oscuridad de un establo refleja muy bien ese mundo de oscuridad en que vivimos. Pero allí nació una nueva luz, allí brillo una nueva luz, y los campos de Belén se llenaron de resplandores divinos llevando un anuncio de esperanza a los que allá andaban en el frió de la noche.
Por eso, creemos de verdad que Jesús es nuestro salvador y el salvador del mundo; tenemos la absoluta confianza de que si escucháramos y siguiéramos con fidelidad las palabras de Jesús para ese mundo de sombras hay salvación, para ese mundo atormentado y oscurecido por el mal hay luz. La tenemos en Jesús. Como brilló aquella noche para los pastores de Belén sigue siendo luz para los hombres de hoy.
Quienes esta noche y en este día cantamos con alegría el nacimiento de Ges lo hacemos con esperanza y con compromiso. Esos hermosos gestos que nos tenemos los unos a los otros en estos días queremos que sean semillas que germinen un mundo nuevo, un mundo distinto, un mundo en el que tenemos la esperanza de que un día todos podemos ser más felices. Jesús ha venido para sacarnos de ese pozo hondo en que hemos hundido a la humanidad y pone en nosotros las llaves, podemos decir, que abran la puerta de ese mundo nuevo a través de nuestro amor.
Celebramos la Navidad y queremos hacerlo con toda intensidad. Celebramos la Navidad porque tenemos la esperanza de ese mundo nuevo que nace con Jesús y en el que nosotros estamos comprometidos para construirlo día a día. Celebramos la Navidad y no queremos que sea la fiesta de un día sino que queremos que sea la alegría de todos los días para todos los hombres del mundo. Celebramos la Navidad y a eso  nos comprometemos, en eso queremos trabajar. Es la esperanza que los cristianos estamos obligados a trasmitir a nuestro mundo desde nuestra fe y desde nuestro compromiso de amor.
Sí, ‘ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación’, para arrancarnos de toda impiedad y de toda maldad e injusticia. ‘Encontraréis un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre’, fue la señal que dieron los ángeles a los pastores de Belén.
La imagen de ese niño nos aparece hoy por todos lados. No solo son las imágenes sagradas que tenemos entronizadas en nuestros templos y en nuestros hogares. Hasta su imagen sagrada acudimos en estos días con nuestras oraciones y nuestros cantos. Pero recordemos que ese Jesús nos dirá un día que lo que hicimos al hambriento, al sediento, al peregrino o al enfermo, al que estaba en la cárcel o a aquel que todos menospreciaban y nadie quería, a El se lo estábamos haciendo.
Nos está señalando un camino. Vamos al encuentro de esa imagen de Jesús que tenemos que saber ver en el hermano que está a nuestro lado, en el hermano que canta junto a nosotros o que sufre solo escondido en su rincón, en el amigo o familiar a quien queremos dar un abrazo de paz y felicitación en este día y en aquel que nadie quiere o que todos desprecian y que quizás ni miramos cuando pasamos a su lado. Son las imágenes de Jesús al que tenemos que hacer nuestra ofrenda de amor.
¿Seremos capaces de hacer una navidad así? ¿Será nuestra navidad de este año el comienzo de una vida nueva y de un mundo nuevo para mí y para cuantos nos rodean porque empecemos a amar de verdad?
¡Feliz Navidad! ¡Feliz encuentro con Jesús! ¡Feliz encuentro con nuestros hermanos!

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