sábado, 5 de mayo de 2018

Lo importante en nuestra vida cristiana es que queremos sintonizar con el evangelio, ideal y sentido de nuestro ser, que nos hace verdaderos discípulos de Jesús


Lo importante en nuestra vida cristiana es que queremos sintonizar con el evangelio, ideal y sentido de nuestro ser, que nos hace verdaderos discípulos de Jesús

Hechos de los apóstoles 16, 1-10; Sal 99; Juan 15, 18-21

Las palabras de Jesús nos ayudan a ser realistas en la vida. Todos soñamos en algún momento con un mundo ideal, y por supuesto tenemos que luchar por alcanzarlo, bien desde esa lucha nuestra de cada día por ir haciendo mejor ese mundo en que vivimos, bien con la trascendencia y esperanza que vivimos la vida pensando que un día alcanzaremos la plenitud eterna en Dios.
El evangelio de Jesús nos hace mirar hacia lo alto, por un lado desde esa trascendencia como decimos con que vivimos nuestros actos, pero también porque tenemos que esforzarnos por ponernos metas altas que nos hagan elevarnos, no quedarnos arrastrándonos como si no pudiéramos más por esta tierra y este mundo que algunas veces se nos puede hacer tenebroso. Jesús nos ha ido presentando en el evangelio ese ideal de ese cielo nuevo y esa tierra nueva, de ese Reino de Dios que nos anuncia y que nos invita a construir y que nos hace que siempre estemos en ese deseo de superación y de crecimiento.
Pero esto no nos quita que tengamos dificultades, que encontremos oposición, que dentro de nosotros mismos surjan también tentaciones de desánimo o nos quieran hacer mirar hacia otros lados para distraernos del ideal. Por eso tenemos que ser realistas y caminar con los pies bien sobre la tierra, aunque encontremos esas durezas del camino, esas piedras que nos hacen tropezar, esos desniveles que nos desequilibran. Esa oposición la encontramos en nosotros mismos con nuestras pasiones, en ese desencanto y frialdad con que vemos vivir a la gente a nuestro lado y aun así nos parece que son felices, pero también en aquellos que se nos ponen en contra, porque no les gustan nuestros ideales ni el mundo nuevo que nosotros queremos construir.
Y como decíamos Jesús nos quiere hacer realistas, nos demos cuenta de la realidad. Esa realidad con la que El se encontró y que le llevó hasta el calvario y la muerte; lo vemos continuamente en el evangelio que no todos son tan forofos de los que dice o enseña Jesús, que muchos van a estar en contra, que se va larvando una oposición e incluso persecución. Distintos momentos veremos o que quieren apedrearle, tirarle por un barranco, prenderle, o muchos se marchan también desencantados porque no es lo que ellos buscaban o les parecen duras e insoportables las palabras de Jesús.
De todo eso nos previene hoy Jesús con sus palabras en el evangelio. Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo…’ Porque a nosotros nos sucede igual, porque el mundo que nos rodea, incluso aquellos que aparentemente puede aparecer muy religiosos con sus tradiciones o devociones, sin embargo no siempre sintonizan con el evangelio. Y viene a decirnos Jesús: No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán…’
Y eso ha de ser importante en nuestra vida cristiana. Que vivamos una vida cristiana porque queremos sintonizar con el evangelio y convertirlo en ideal y sentido de nuestra vida; es lo que verdaderamente nos hace cristianos que seguimos a Jesús. Es la revisión constante que tenemos que hacer de nuestra vida, de nuestros planteamientos, de nuestra manera de actuar para que seamos fieles a los valores que nos enseña Jesús en el Evangelio y verdaderamente Dios sea el centro de nuestra vida con todas sus consecuencias.

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