miércoles, 25 de abril de 2018

Marcos, un testigo del Evangelio que nos invita a proclamarlo también con nuestra vida en medio del mundo que busca y desea una salvación


Marcos, un testigo del Evangelio que nos invita a proclamarlo también con nuestra vida en medio del mundo que busca y desea una salvación

1 Pedro 5,5b-14; Sal 88; Marcos 16,15-20

‘Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación…’ El cumplimiento de este mandato de Jesús es lo que viene a expresarse en las primeras palabras del relato que Marcos nos hace de la vida de Jesús. ‘Comienzo de la Buena Noticia, Evangelio, de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios’. Es lo que pretende Marcos cuando nos relata la vida de Jesús.
Hoy estamos celebrando la fiesta de San Marcos, evangelista, el que nos trasmitió el evangelio de Jesús, la Buena Noticia de Jesús. Acaso aquel joven envuelto en una sabana que oculto observaba el prendimiento de Jesús en el huerto de Getsemaní y cuanto allí sucedía; probablemente por ser de la familia de quien había facilitado aquel lugar para la cena de la Pascua testigo de los primeros pasos de la comunidad de Jerusalén que en aquel mismo lugar seguía reuniéndose.
Sería él quien acompañó a Saulo y Bernabé en la primera parte del primer viaje apostólico de san Pablo. Más tarde acompañaría a Bernabé de nuevo a Chipre, pero le veremos más tarde junto a Pedro en Roma, que le llama su hijo amado; sabemos que finalmente estaría acompañando a Pablo, superados los desentendimientos de los primeros momentos, que lo mencionará varias veces en sus cartas apostólicas.
Hoy lo recordamos sobre todo por evangelista, el testigo que nos trasmitió la Buena Noticia de Jesús. Es el evangelio que nos trasmitió y que sigue siendo fuente de la Palabra viva de Dios en la Iglesia para todos los hombres. Es lo que necesitamos hoy destacar de manera especial cuando tan importante es que sigamos siendo esos testigos del evangelio en medio de nuestro mundo. Es la gran tarea en la que estamos embarcados y que no podemos abandonar.
El mundo, aunque tantas veces se haga sordo al anuncio que le hagamos, sigue necesitando del Evangelio, porque en el fondo sigue buscando unos caminos de salvación. ¿A quien no le preocupan los problemas de nuestro mundo? No podemos ser insensibles a la pobreza y a la violencia, a la corrupción y un mundo lleno de desigualdades e injusticias, a un mundo confuso en medio de tantas propuestas que de un lado o de otro se hacen para resolver los problemas que tiene nuestra sociedad.
Todos buscamos soluciones; cada uno ofrece sus ideas y proyectos desde las distintas ideologías, desde las distintas maneras de ver nuestra sociedad, desde los diversos planteamientos que se hacen a nivel económico o a cualquiera de los niveles. Es una búsqueda que todos hacemos porque queremos un mundo mejor. Se intentan imponer las diversas visiones de las cosas, a veces olvidamos a las personas y pensamos más en reglamentaciones.
¿Quién es nuestro verdadero salvador? ¿Quién nos puede ayudar a profundizar en el verdadero valor de la persona? ¿Quién nos puede ayudar a encontrar las verdaderas palancas del amor y de la justicia que nos hagan mejores personas y con ello hagamos verdaderamente un mundo mejor?
Creemos en el Evangelio de Jesús. Seguimos creyendo que es la gran buena noticia que el mundo necesita y que nos llevará de verdad a hacer nuestro mundo mejor. El evangelio de Jesús nos ayuda a transformar nuestro corazón, arrancando de nosotros negruras, las negruras del orgullo, de la intransigencia, de la insolidaridad, de las violencias soterradas pero que un día aparecen, de las ambiciones que nos destrozan a nosotros y destrozan cuanto encontremos a nuestro paso, de esos materialismos que nos hacen insensibles a lo espiritual y a lo más noble que podamos tener en nuestro espíritu.
Es lo primero que nos pide Jesús desde el primer anuncio de la Buena Noticia. Conversión para creer en el evangelio; dejarnos transformar el corazón para ser mejores nosotros y así podamos hacer ese mundo mejor. Es el testimonio que nosotros tenemos que dar no solo con nuestra palabra que grita y anuncia, sino con nuestra vida que tiene que ser el verdadero testigo de ese evangelio en el que creemos y queremos anunciar.
Creo que puede ser el mejor compromiso de nuestra vida cuando estamos celebrando a san Marcos Evangelista, testigo del Evangelio de Jesús.


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