sábado, 24 de marzo de 2018

Aprendamos a descubrir el designio de amor que Dios tiene sobre nosotros para saber dar en la vida una respuesta de amor


Aprendamos a descubrir el designio de amor que Dios tiene sobre nosotros para saber dar en la vida una respuesta de amor

 Ezequiel 37, 21-28; Sal.: Jr 31, 10. 11-12ab. 13; Juan 11,45-57

‘¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación’. Las autoridades judías, los principales del pueblo, los miembros del Sanedrín, los fariseos andaban nerviosos. Les parecía que el tema se les escapaba de las manos y ya no sabían qué hacer con Jesús porque o se les escabullía cuando trataban de prenderle, o en su dialéctica se veían derrotados por la palabra de Jesús. No es solo el peligro de lo que pueda suceder en referencia a los romanos que dominaban en aquel territorio. Es algo mas y distinto. Malo es verse acorralado como una fiera asustada.
El Sumo Sacerdote les da a entender que no se enteran de nada. Hay que quitar a Jesús de en medio. Es mejor que muera uno por todo el pueblo. Allí están ellos con sus maquinaciones que tratan de llevar adelante. Pero si el Sumo Sacerdote les decía que no entendían nada, ni el mismo Sumo Sacerdote se enteraba de verdad de qué iba aquello. Porque no eran sus decisiones. Ya Jesús lo había anunciado y había subido libremente a Jerusalén por aquella Pascua. Detrás de todo está el designio de Dios.
¡Qué difícil nos resulta muchas veces primero descubrir y luego aceptar el designio de Dios! La voluntad y el designio de Dios están por encima de nuestras decisiones humanas. Y algunas veces parece que nos complica las cosas pero siempre el designio de Dios es un designio de amor y lo que Dios quiere es lo mejor para el hombre. Ahí está la gloria de Dios.
Nos sucede tantas veces en la vida. Vamos tomando decisiones, nos encontramos quizá envueltos en un mar de dudas, muchos interrogantes se nos pueden plantear en la vida, reflexionamos y queremos buscar lo mejor, tomar la mejor decisión, pero ¿contamos con Dios? Pareciera muchas veces en nuestra manera de actuar que no somos creyentes, que no ponemos nuestra confianza en Dios, que no creemos en la inspiración del Espíritu que se nos revela en el corazón. Tenemos que aprender a despertar nuestra fe, abrirnos a la trascendencia de Dios.
Volviendo al texto del evangelio que estamos comentando en las vísperas como estamos de entrar en la Semana que nos conduce a la celebración del misterio pascual. El Sumo Sacerdote ha tomado una decisión, que es cierto llevará a la muerte a Jesús. Pero ya el evangelista nos da una pista para nuestra reflexión. Estaba realizando un acto profético. Todo lo que va a suceder no es sino una consecuencia de aquello que ya se nos había dicho en este mismo evangelio de san Juan. ‘Tanto amó Dios al mundo que no paró hasta entregarnos a su Hijo único’. Aquí no se está manifestando otra cosa que el amor infinito de Dios que nos entrega a su Hijo, que quiere nuestra salvación, que va a ofrecer su sangre, su vida por nosotros y por todos los hombres para el perdón de nuestros pecados.
Es lo que tenemos que tener muy claro en nuestra mente y en nuestro corazón, siempre en toda nuestra vida, pero de una manera especial en estos días especiales que vamos a vivir y en que vamos a celebrar la muerte de Jesús. Es la ofrenda del amor. Es la señal del amor más grande. Es lo que de verdad debe conmover nuestro espíritu y despertarnos a una vida nueva. Es lo que tiene que conducirnos a la Pascua para con Cristo morir y con Cristo resucitar a nueva vida. Dispongámonos a vivir con intensidad estos días.



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