miércoles, 10 de mayo de 2017

La fe en Jesús pone una nueva luz en nuestra vida para sentir que no estamos solos y tener la fuerza para ir al encuentro incluso de aquellos que nos han aislado


La fe en Jesús pone una nueva luz en nuestra vida para sentir que no estamos solos y tener la fuerza para ir al encuentro incluso de aquellos que nos han aislado

Hechos de los apóstoles 12, 24-13, 5; Sal 66; Juan 12, 44-50
Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas’. Consoladoras palabras de Jesús. Poner nuestra fe en El y nuestra vida se llena de luz. Lo necesitamos.
Muchas tinieblas nos acechan en la vida. El mal que quiere esclavizarnos y llevarnos por caminos de muerte y que sutilmente se nos va metiendo en el alma. De muchas maneras. Nos confunde tantas veces. Nos llenamos de desanimo cuando no avanzamos en la vida como quisiéramos, perdemos fácilmente la esperanza con tantos signos de mal que contemplamos a nuestro alrededor. Sentimos la soledad del que lucha contra el mal y no recibe ningún estimulo de los que le rodean porque parece que todos están en contra de aquello por lo que el lucha.
En mundo de mucha intercomunicación quizás por las redes sociales nos relacionamos fácilmente con los que están lejos con el peligro de quedarnos quizás en la frivolidad o la superficialidad, mientras con los que están cerca de nosotros sentimos que se abren barreras de indiferencia, cuando nos ignoramos los unos a los otros, no nos tenemos en cuenta o no sabemos valorarnos en aquello bueno que intentamos hacer.
El vecino que esta al lado de nuestra puerta, el amigo de siempre con quien tanto quizás en otros momentos tanto habíamos compartido, aquellos con los que nos relacionábamos mucho en nuestro trabajo, ahora los vemos lejos, los encontramos distantes, ya no tenemos una palabra que decirnos, el olvido se ha apoderado de nosotros y se han roto aquellas hermosas relaciones de otros tiempos. Se crean así dolorosas soledades en el alma viéndonos tan lejos de los que han estado o están tan cerca, pero que parece que se han olvidado de nosotros creándose abismos que nos separan.
No podemos, sin embargo, perder la esperanza, borrar la ilusión, tener fe a pesar de las oscuridades de que no estamos solos y siempre hay un rayo de luz que nos ilumine. La palabra que hoy nos dice Jesús es ese rayo de esperanza. Ponemos en El nuestra fe y sabemos que no nos faltara su luz. Esa luz que nos llenara de esperanza, que recargara una y otra vez en nosotros esas baterías de ilusión que parecen descargadas, porque nunca nos sentiremos totalmente solos; sabemos que El esta con nosotros.
Pero aun mas su luz nos dará una nueva visión, unos nuevos ojos para contemplar señales de cercanía que nos parecía que no existían. Su luz pondrá fuerza en nuestro corazón para mantener nuestra luz, para perseverar en eso bueno que queremos realizar, para salir al encuentro con los demás y no desanimarnos a pesar de que nos parezca que están tan lejos. Con esa luz nueva en nuestro corazón seremos capaces de orar incluso por esos que se han distanciado de nosotros, pero pediremos también esa fuerza que necesitamos para a pesar de todo y a contracorriente ir nosotros también al encuentro de esos mismos que nos han aislado. Es difícil, cuesta, pero con la fuerza del Espíritu del Señor podremos realizarlo.
Que no se nos apague esa luz, que se mantenga intacta nuestra fe, que se abran nuestros ojos y nuestro corazón para gozar de esa presencia del Señor junto a nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario