viernes, 18 de septiembre de 2015

El discípulo no es el que se queda a la vera del camino como espectador, sino el que se pone a hacer camino con Jesús

El discípulo no es el que se queda a la vera del camino como espectador,  sino el que se pone a hacer camino con Jesús

1Timoteo 6,3-12; Sal 48; Lucas 8,1-3
Caminando con Jesús, eso es parte fundamental de nuestra vida cristiana. Hacer camino no es ponernos en la orilla como un espectador más. Hacer camino es ponerse a caminar. Pero hacer el camino de la vida cristiana es seguir los pasos de Jesús. No son unos sentimientos momentos; no es la admiración que podamos sentir al contemplar cosas maravillosas si nos deja impasibles y quietos.
Aunque ponerse en camino sabemos que significa salir de donde estamos; y eso cuesta y nos exige; si nos queremos quedar donde estamos, si queremos que la vida siga igual sin ninguna variación, no nos pondríamos en camino, entonces no podemos decir que somos discípulos de Jesús, que seguimos a Jesús, que nos llamamos cristianos. Ponerse en camino es algo serio. Ponerse en camino para seguir a Jesús implica toda nuestra vida.
Hay muchos que quieren llamarse cristianos pero que se quieren quedar en la orilla viendo pasar a otros; hay quienes quieren llamarse cristianos pero les da pereza el ponerse a caminar; hay quienes quieren llamarse cristianos pero quieren quedarse donde han estado siempre. No están siguiendo un camino, no están siguiendo a Jesús, no tienen el arrojo y la valentía necesaria para decidirse a caminar, a cambiar, a hacer algo distinto, a buscar de verdad lo que es el sentido de Jesús.
Cristianos solo de nombre, pero no van a reflejar en su vida ningún compromiso por los valores nuevos del Evangelio, no se va a manifestar en un compromiso serio en la vida. Somos muchos los que estamos así tentados por la comodidad, por la rutina, anclados en nuestras oscuridades, cegados por el siempre se ha hecho así, porque no hemos descubierto de verdad la novedad del evangelio, no hemos sabido saborear el sentido nuevo de la luz del evangelio.
Hoy nos decía el evangelista que ‘Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios’. Pero ya Jesús no iba solo; con él estaban haciendo camino aquellos a los que había llamado de una manera especial y formaban parte del grupo de los discípulos y en concreto del grupo de los doce apóstoles; ‘lo acompañaban los Doce’, nos dice. Pero al grupo se iban uniendo muchos más. Hoy nos habla en concreto de un grupo de mujeres, que se habían visto beneficiadas por los signos de Jesús y ahora estaban con Jesús compartiéndolo todo con El. ‘Y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes’.
Su vida era ya otra desde que se habían encontrado con Jesús. Se habían puesto en camino con Jesús.  Por una parte aquel grupo de los doce cuando Jesús los había llamado lo habían dejado todo por seguirle, y este grupo de mujeres lo iban compartiendo todo con Jesús y con el grupo. Comenzaba una nueva comunidad, un nuevo sentido de comunión. Es lo que vamos aprendiendo cuando caminamos con Jesús.


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