miércoles, 15 de julio de 2015

Tenemos que descalzarnos de nuestras sandalias para aprender a ir humildes al Señor con un corazón despojado de nuestro yo

Tenemos que descalzarnos de nuestras sandalias para aprender a ir humildes al Señor con un corazón despojado de nuestro yo

Éxodo 3,1-6.9-12; Sal 102; Mateo 11,25-27
‘Aquí estoy’ fue la respuesta de Moisés a la voz de Dios que le llamaba. Temeroso y lleno de curiosidad se había acercado a la zarza ardiendo que no terminaba de consumirse. Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza’. Dios se le manifiesta y le llama. ‘No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado’.
Acercarnos a Dios con disponibilidad. ‘Aquí estoy’. Pero acercarnos a Dios con humildad. ‘Quítate las sandalias…’ Tenemos que despojarnos. Y no son precisamente las sandalias; será nuestro yo, nuestro orgullo, nuestro saber, nuestra autosuficiencia. Cuantas veces queremos acercarnos a Dios pero no queremos despojarnos de nuestro yo o nuestras ideas. Y decimos luego que Dios no nos escucha, no se nos revela. Es que vamos con nuestras ideas preconcebidas, con nuestro pensamiento, con la imagen que nosotros nos hemos hecho de Dios. Tenemos que descalzarnos.
Descalzarnos que es abajarnos, ponernos en actitud humilde de búsqueda, de escucha, de disponibilidad generosa. Si nos hacemos pequeños Dios se nos revelará, se nos manifestará, nos hará conocer su designio salvador. Como sucedió con Moisés. ‘Ahora marcha, yo te envío…’ Y tendrá que volver a Egipto de donde había salido de mala manera, y tendrá que ir hasta el faraón con el que pocas ganas tendrá de encontrarse. Sabe que va a tener dificultades. Se disculpa diciendo que no sabe hablar. Pero Dios lo envía. Dios estará con él. Dios pondrá a su lado medios, Aarón su hermano que hablará porque tiene facilidad de palabra, el poder de Dios en aquel bastón que pone en su mano, la fortaleza de su Espíritu que sentirá por dentro. ‘Yo estoy contigo’, le dice Dios.
¿Aprenderemos nosotros a ir a la búsqueda y al encuentro con el Señor? Tenemos que aprender a descalzarnos de nuestras sandalias. Tenemos que aprender a ir con humildad al Señor, con el corazón bien despojado de nuestro yo, con los oídos de nuestro corazón bien abiertos para escuchar a Dios, con disponibilidad en nuestra vida para lo que el Señor quiera descubrirnos, con generosidad de espíritu para emprender los caminos que se abren ante nosotros aunque no los entendamos o nos parezca que nos puede costar recorrerlos.
En el evangelio Jesús dará gracia al Padre porque se revela a los pequeños y a los sencillos. Es como tenemos que hacernos nosotros. ‘Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor’. Mientras nos creamos los entendidos no llegaremos a descubrir los designios de Dios para nuestra vida. Tenemos que descalzarnos de muchas cosas. Si lo hacemos podremos escuchar también al Señor que nos dice: ‘Yo estoy contigo’.


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